Un nuevo hogar para Eli - Alfa y Omega

Un nuevo hogar para Eli

Cuando una mujer embarazada no tiene ni siquiera dónde vivir, le hace falta mucho más que un techo bajo el que cobijarse: «Necesita a alguien que, por vocación, esté día y noche con ella», y le haga sentirse en familia. Las Siervas de la Pasión lo saben bien, y no han dudado en hacerse cargo del Hogar de Vida de Boadilla del Monte (Madrid)

María Martínez López
Eli, de espaldas, con las Hermanas Cristina y Pilar

Elizabeth -Eli- y el hijo que espera han encontrado un nuevo hogar en Boadilla del Monte (Madrid). Cuando Elizabeth le dijo a su médico que estaba embarazada, lo primero que hizo él, «sin preguntarme», fue derivarla a un centro abortista. Su situación no era fácil: «Aquí estoy sola, y en mi país tengo tres hijos. Si aquí tenía otro niño, habría menos dinero para ellos. El padre se desentendió. Al final, el mundo se te viene encima, y todo se te pone a favor del aborto. Antes de ir a la clínica, me pasé la noche orando, pidiéndole a Dios que me guiara». Unos jóvenes provida que estaban en la puerta de la clínica le dieron el empuje que necesitaba para apostar por su hijo. Una vez tomada la decisión, decidió dejar su trabajo y su casa, donde todos la seguían incitando a abortar.

En una semana, estaba instalada en el Hogar de Vida, un piso de acogida para madres solteras, puesto en marcha hace dos años, por la Fundación Golfín, una entidad católica que trabaja en la diócesis de Getafe y tiene entre sus objetivos la defensa de la vida. Un feligrés de la parroquia del Santo Cristo de la Misericordia cedió temporalmente la primera casa, y con el compromiso de los fieles, siempre dispuestos a donar cunas, carritos y todo lo que hiciera falta, se ayudó a nacer a cuatro niños.

Pero, a pesar de tener un edificio, el apoyo de la parroquia, y más voluntarias que chicas, faltaba algo. Para atender la casa, «teníamos mujeres contratadas -cuenta Laura Almela, Directora de la Fundación-. Pero había una para los días laborales, otras dos para los fines de semana…». Estos cambios descolocaban a las chicas, que «vienen cada una con su problema» y necesitan la presencia estable de alguien de confianza con quien irse abriendo. Por eso, a la vez que se mudaban a un piso en la nueva sede del Centro de Orientación Familiar (COF), retomaron la idea original de que fueran religiosas las que atendieran a las chicas.

Dos de los niños acogidos en el Hogar de Vida

Optaron por las Siervas de la Pasión, una congregación española fundada en el siglo XIX por la Venerable Teresa Gallifa, para ayudar a las madres solteras y evitar abortos e infanticidios. Tienen casas en España, México y Camerún, y no es la primera vez que les piden ayuda para este tipo de iniciativas. «Este proyecto nos gustó, y dijimos que sí, si el obispo daba permiso. Somos pocas, pero ya nos repartiremos», explica la Hermana Pilar.

La Hermana está convencida de que el esfuerzo vale la pena, y de que la presencia de religiosas es la mejor opción: «Las muchachas necesitan a alguien que esté aquí, día y noche, por vocación. Muchas no tienen familia, o si la tienen, no quiere saber nada de ellas. Nosotras las ayudamos durante el embarazo, y les enseñamos a atender a sus hijos. Queremos que se sientan como en familia: desayunan, comen y cenan con nosotras; y, si quieren, también rezan con nosotras. Nuestra satisfacción es que los niños nazcan alegres porque noten que su madre está cómoda».

La Hermana Pilar ya lleva 50 años entregada totalmente a esta misión. Con ella, se encuentra la Hermana Cristina, originaria de México, que acaba de hacer sus votos perpetuos. Entró en las Siervas porque, en su juventud, cuando se estaba planteando su vocación, le llamaba la atención «todo lo que decía san Juan Pablo II sobre la defensa de la vida. En México ya se hablaba bastante del aborto, y empecé a plantearme esta necesidad».

Elizabeth ha sido la primera gestante en llegar al nuevo Hogar de Vida, donde hay plaza para otras dos mujeres con sus hijos. La Fundación Golfín espera que pronto les cedan algún terreno para construir una casa más amplia, en la que atender al menos a 15 chicas. De momento, es sólo un proyecto, pero las Hermanas esperan que pronto se haga realidad, para poder atender a «cuantas más chicas mejor. Así, se salvan más niños». Mientras, se centran en Eli, que está encantada de haber encontrado esta familia: «Las Hermanas son muy buenas, me tratan muy bien y siempre están pendientes de mí. Doy gracias a Dios».