Vaticano de cartón - Alfa y Omega

El Papa Francisco ha cumplido seis años de pontificado. El balance es gigantesco, e impresiona más sabiendo que todavía no cuenta con la herramienta adecuada: una Curia vaticana más reducida y eficaz, compuesta solo por personas con alma misionera y espíritu de servicio. Hay muchas, pero no son la mayoría. Parte del esplendor de Roma proviene del trabajo discreto del ejército de 22.000 religiosas a las que muy pocos dan las gracias.

Hace falta una Curia con menos clérigos y más laicos, especialmente más mujeres. Menos italiana y más internacional. Sobre todo, más americana, pues allí están la mitad de los católicos del mundo.

El cónclave de 2013 encargó al nuevo Papa poner fin a los continuos escándalos económicos de la Curia y el banco del Vaticano (IOR), y corregir la hipertrofia administrativa. Francisco aceleró la limpieza económica, y llevamos tres años sin escándalos. Pero la plantilla conjunta de la Santa Sede (los organismos directivos) y del Estado del Vaticano (Museos, Gendarmería, nunciaturas, etc.) apenas ha disminuido, y sigue en casi 5.000 personas. Adelgaza solo por jubilaciones, pues se decidió no despedir a nadie en tiempos de dificultad para encontrar otro empleo. La constitución apostólica Praedicate Evangelium, que sustituirá a la Pastor Bonus (1988) de Juan Pablo II, simplifica la Curia todo lo posible en estos momentos, pero bastante menos de lo deseable.

El clima es más sano desde que Francisco frenó el carrerismo cortando en seco el sistema de las sedes cardenalicias, abundantes en Italia, que había llenado el Vaticano de cordadas italianas. Otro buen golpe fue subir de 35 a 65 años la edad en que los sacerdotes pueden recibir el título de monseñor. Y suprimir los ascensos a obispo, arzobispo o cardenal cuando la tarea vaticana no lo requiere.

En conjunto, el cuadro es hoy menos anómalo, pero todavía muy mejorable en diligencia y eficacia. Hace cuatro años, el Papa comentaba que el Vaticano es «la última corte europea», en el sentido de que quedan todavía demasiados cortesanos innecesarios.

En Aragón dicen que «no se puede apalancar con un churro», y eso es lo que a veces se nota cuando hay que hacer algo rápido o con energía. Pero hay progreso. El Vaticano no es de acero, pues no debe serlo. Pero ya no es de cartón.