Jornada de la memoria - Alfa y Omega

Jornada de la memoria

El Papa comenzará mañana la primavera enjugando las lágrimas de setecientos madres, mujeres, maridos, hijos, de vidas desgajadas por la violencia rabiosa de la mafia. Será un encuentro fuerte, emotivo, sin precedentes

Jesús Colina. Roma
El Papa Francisco con don Luigi Ciotti, el pasado 21 de enero

El encuentro tendrá lugar en la iglesia de San Gregorio VII, situada a dos pasos del Vaticano, con motivo de la Jornada de la memoria y del compromiso en recuerdo de las víctimas inocentes de las mafias, convocada por Libera, red que agrupa a unas 1.500 asociaciones e instituciones que sensibilizan a la opinión pública contra la mentalidad mafiosa. Se trata de una iniciativa creada por don Luigi Ciotti, sacerdote convencido de que la mejor manera para acabar con la mafia pasa por un cambio ético y social que erradique la cultura mafiosa.

La mafia, o más bien las mafias (en Italia existen diferentes organizaciones criminales según regiones: la Mafia o Cosa Nostra procede de Sicilia; la Ndrangheta, de Calabria; la Camorra, de Nápoles…), antes que un fenómeno criminal, constituyen un sistema social por el que la búsqueda de un trabajo o de relaciones sociales pasa por la bendición del padrino, dueño y señor alternativo y temido del territorio.

La idea de organizar este encuentro tuvo lugar a mediados de enero, en una visita que don Ciotti hizo al Papa en su residencia, en Santa Marta. Francisco aceptó inmediatamente. En Italia, unas 15.000 personas han sufrido la pérdida de un ser querido a manos de grupos mafiosos.

Ante el obispo de Roma, los familiares leerán una larga lista de víctimas de los clanes mafiosos. Don Ciotti aclara que el recuerdo personal, «uno por uno, de los nombres de los asesinados constituye un llamamiento a las conciencias de todos. Se pronuncian los nombres, pero en realidad son los nombres los que nos interpelan. La disponibilidad del Papa para acompañar a los familiares en este momento preñado de dolor, pero también de esperanza, es signo de una atención y de una sensibilidad que ellos han comprendido desde el primer momento».

Es la voz «de una Iglesia que une el cielo y la tierra, y que convierte la denuncia en anuncio de salvación», prosigue el sacerdote. «Muchas de esas víctimas eran justos. Personas que no dudaron en poner la propia vida al servicio de los demás, pagando el precio de perderla. Esta justicia de las conciencias, precedente a la de las leyes, es el don que nos han dejado. Compartirlo es nuestra tarea cotidiana. Compartirlo con el Papa Francisco es la alegría más grande».

Este gesto del Papa se hunde en la tradición antimafiosa, promovida por sus predecesores. Juan Pablo II, el 9 de mayo de 1993, lanzó un desafío frontal a la Mafia, en la siciliana Agrigento, recordando a los padrinos que «llegará el juicio de Dios». Fue un gesto desafiante. Semanas después, el 28 de julio, la mafia hacía estallar una bomba en la catedral del Papa, San Juan de Letrán, en Roma. Poco después, el 15 de septiembre, era asesinado el sacerdote don Pino Puglisi, párroco comprometido en la lucha contra la mafia en Palermo, beatificado el 26 de mayo de 2013. En el día de su beatificación, el Papa Francisco explicó que don Puglisi, «educando a los chavales según el Evangelio, les apartaba de la delincuencia, así que la mafia intentó derrotarle asesinándolo. En realidad, en cambio, es él quien venció, con Cristo resucitado».

«Pienso en tantos dolores de hombres y mujeres, también de niños, que son explotados por tantas mafias, que les explotan forzándoles a un trabajo que les esclaviza, con la prostitución, con muchas presiones sociales», clamó el Papa. «Tras estas explotaciones, tras estas esclavitudes, hay mafias. Pidamos al Señor que convierta el corazón de estas personas. ¡No pueden hacer esto! ¡No pueden hacer de nosotros, hermanos, esclavos! ¡Debemos rogar a Dios! Oremos para que estos mafiosos y estas mafiosas se conviertan a Dios».

También Benedicto XVI alzó en varias ocasiones su voz contra la mafia, especialmente durante sus viajes a Sicilia (octubre de 2010) y Nápoles (2007).