Un buen voto - Alfa y Omega

Recordando que el 13 de mayo serán elegidos en Filipinas doce senadores, representantes del Congreso provinciales y municipales, nuestro arzobispo, Sócrates B. Villegas, de la diócesis de Lingayen-Dagupan, donde estamos en misión, en su mensaje pastoral el Domingo de la Misericordia decía: «Todas las elecciones son importantes. Cada voto es el poder del pueblo para elegir a sus líderes. […] Nosotros decidimos; no los candidatos. Sean votantes críticos. Sean votantes piadosos. Traigan su fe cuando elijan. No dejen a Dios cuando voten».

«El tipo de líderes que elegimos revela el tipo de gente que somos. En el ejercicio del derecho al voto, como muestra la historia reciente, los valores y las convicciones pueden ser fácilmente manipulados por personas que buscan el poder».

«Tenemos cinco preocupaciones principales: muerte, vulgaridad, corrupción, pobreza, y mentira. La verdad no es una cuestión política; es una cuestión moral. La dignidad humana va más allá de las coaliciones políticas. Debe ser una preocupación del creyente […] Cuando votes pregúntate si ellos han optado por mantenerse a salvo en lugar de ponerse de pie por la verdad, la soberanía y la dignidad humana», dijo.

Cada vez que hay elecciones la Iglesia católica en Filipinas el tiempo previo y a través de los consejos pastorales de las parroquias convoca a los laicos que quieran colaborar como voluntarios para el servicio de educación del voto libre y responsable.

El día de las elecciones estarán también como observadores electorales junto con los oficiales, haciendo el recuento para evitar corrupción.

La convocatoria o campaña recibe el nombre de One Good Vote (Un buen voto) y en todas las parroquias se pueden encontrar carteles apelando a que el voto de cada filipino sea libre y no se compre ni se venda por baratijas.

Nosotras hemos tenido que rechazar cubos de plástico o jarras que ofrecen candidatos municipales para comprar el voto de los más pobres.

«El silencio ante el mal es en sí mismo el mal (Bonhoeffer)», recordó el arzobispo.