Papa Francisco: El padrenuestro es una súplica a Jesús cuando el mal intenta devorarnos - Alfa y Omega

Papa Francisco: El padrenuestro es una súplica a Jesús cuando el mal intenta devorarnos

«El hombre es un ser lanzado a la vida, que sueña con el amor y la bondad, pero que luego expone continuamente a sí mismo y a sus semejantes al mal»

Redacción

El Papa ha proseguido este miércoles con su ciclo de catequesis sobre el Padrenuestro, esta vez, sobre su última invocación: «Líbranos del mal».

En nuestras vidas y en la historia de la humanidad «hay un mal misterioso, que ciertamente no es obra de Dios, sino que penetra silenciosamente entre los pliegues de la historia. A veces parece tomar ventaja: en algunos días su presencia parece más nítida que la de la misericordia de Dios».

Por eso, «no basta pedir a Dios que no nos deje caer en la tentación, sino que debemos ser liberados de un mal que intenta devorarnos».

Consciente de esta realidad, el Padrenuestro «pone en el centro la súplica a Dios, especialmente en los momentos en el que la amenaza del mal se hace más presente» e intenta «devorarnos» momentos en los que, de forma especial, «Jesús enseña a sus amigos a poner la invocación del Padre ante todo».

No hay nadie entre nosotros que pueda decir que está libre del mal, o al menos que no sea tentado por él, advirtió Francisco. «Esto es lo que es el hombre: un ser lanzado a la vida, que sueña con el amor y la bondad, pero que luego expone continuamente a sí mismo y a sus semejantes al mal, hasta el punto de que podemos ser tentados a la desesperación».

De este modo, según el Papa, el Padrenuestro «se asemeja a una sinfonía que pide ser cumplida en cada uno de nosotros.

«El último grito del Padrenuestro se lanza contra este mal, que tiene bajo su paraguas las más diversas experiencias: el luto del hombre, el dolor inocente, la esclavitud, la instrumentalización del otro, el llanto de niños inocentes… Todos estos acontecimientos protestan en el corazón del hombre y se convierten en voz en la última palabra de la oración de Jesús».

«El cristiano sabe lo subyugante que es el poder del mal, y al mismo tiempo experimenta lo mucho que Jesús, que nunca cedió a sus halagos, está de nuestro lado y viene en nuestra ayuda», prosiguió Francisco, y recordó que «Jesús experimenta todo el dolor del mal». «No solo la muerte, sino la muerte en una cruz. No solo la soledad, sino también el desprecio. No solo malicia, sino también crueldad».

«Así —concluyó el Pontífice—, la oración de Jesús nos deja la más preciosa de las herencias: la presencia del Hijo de Dios que nos ha liberado del mal, luchando por convertirlo. En la hora de la batalla final, ordena a Pedro de poner su espada en la vaina, al ladrón arrepentido le asegura el paraíso, a todos los hombres que lo rodeaban, inconscientes de la tragedia que estaban realizando, les ofrece una palabra de paz: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».