«Tocad las heridas de los hombres» - Alfa y Omega

«Tocad las heridas de los hombres»

Carlos González García
El cardenal Osoro abraza a un sacerdote, durante la fiesta de San Juan de Ávila, el pasado 10 de mayo. Foto: Archimadrid/Carlos González García

«Un pastor no puede quedarse en lo suyo, tiene que salir a los de fuera. Sin miedos, sin cerrarnos en nuestros propios esquemas», dijo el cardenal Carlos Osoro el viernes pasado durante la celebración de la fiesta de San Juan de Ávila, patrono secular del clero español, en el Seminario Conciliar. El acto sirvió asimismo para rendir homenaje a los presbíteros que este año celebran sus bodas de oro y plata sacerdotales. «Gracias, de corazón, por vuestra entrega y fidelidad al Evangelio, a pesar de las torpezas que todos tenemos en nuestra vida», les dijo el arzobispo de Madrid.

La jornada comenzó con una lección magistral, impartida por monseñor Juan Antonio Martínez Camino, sobre La fuerza de la debilidad, en el que el obispo auxiliar de Madrid presentó el libro Martirologio matritense del siglo XX.

En la Misa que siguió al acto, el cardenal Osoro, acompañado por los obispos auxiliares, vicarios, formadores y numerosos sacerdotes que conforman parte del clero madrileño, destacó que «estamos para dar vida a todos los hombres», y sin embargo, a veces «no les regalamos todo aquello que necesitan: amor de Dios, servicio incondicional… No se trata de dar cosas, sino de darse, de gastar la vida por Nuestro Señor».

Esta misión tiene un objetivo común: «El Señor quiere que tengamos quitadas las escamas de nuestros ojos y oídos y palpemos las heridas que tiene la gente en este mundo», heridas que «aumentan nuestra fe», y que «hay que tocarlas».

Por eso, no vale «estar de paso por este mundo», aseguró, «porque el pastor y todo creyente toca las heridas de los hombres. Cuando lo hacemos, nuestra fe aumenta».

Finalmente, animó a los sacerdotes a sentir «el gozo de celebrar el ministerio que el Señor nos ha regalado: el suyo», y vivirlo «apasionadamente en las circunstancias históricas que nos tocan vivir». El presente «es el nuestro», es «donde el Señor nos envía y nos alimenta», y «donde hace itinerario de amor con nosotros en este misterio de la Eucaristía», concluyó.

«Merece la vida caminar así»

Entre los sacerdotes homenajeados en el acto que tuvo lugar en el Seminario estaba presente monseñor José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, que celebra este año el 25 aniversario de su ordenación. «Los curas de mi promoción damos gracias a Dios y al presbiterio en el que hemos crecido –dijo en una breve intervención–. El nuestro era un tiempo sin móviles, en el que nos movíamos con una camioneta vieja y hacíamos los trabajos en máquina de escribir. Nos veíamos pobres y pequeños pero con mucho deseo de ser fecundos».

Monseñor Cobo señaló asimismo «la fuerza que tiene el decir . Ese marcó una novedad para cada uno de nosotros entonces. Hoy tenemos más años y menos ingenuidad, pero más corazón. Y hoy renovamos nuestra vocación, seguimos vibrando por la llamada de Dios y por la misión que Jesucristo nos ofrece. Queremos ser curas de comunión. Cristo nos pide renovar el dado, sin cansancios, y con la Eucaristía que lo hace todo nuevo. Merece la pena y merece la vida caminar así».

J. L. V. D.-M.