Javier Salazar Celis, vecino del barrio de La Paz (Madrid): «Me es más fácil rezar en medio del bosque» - Alfa y Omega

Javier Salazar Celis, vecino del barrio de La Paz (Madrid): «Me es más fácil rezar en medio del bosque»

Llegó a Madrid en 2014. Ha vivido muchos años en la Comunidad Valenciana y en Costa de Marfil. Nació en el municipio burgalés de Villadiego, aunque nunca ha huido de los problemas. Le gusta afrontar la realidad con alegría. Ha dedicado su vida entera a la educación «en todos los niveles». Ama la naturaleza y la ornitología. Es el director de la ONG SED. Es scout. Es religioso. Es siempre el servicio a todos

Santiago Riesco Pérez
Foto: Santiago Riesco Pérez

¿Se considera un santo?
No y siempre no. Y si el concepto es la versión popular, aún menos. Trato de contribuir a la mejora de la sociedad con una presencia comprometida en medio de quien me necesite.

¿Qué es para usted la santidad?
Santa es la persona que ha encontrado la esencia de su ser y lo vive con paz, armonía, entrega y al cien por cien, poniendo toda la carne en el asador.

¿Ha conocido alguno?
Bajo este prisma, muchos. Su seña de identidad es la coherencia, el compromiso y una gran humanidad. No son flor de monasterio, ni pancarta de organizaciones sociales. Son fruto de historias de amor y entrega que alimentan, nutren y contagian de energía saludable al mundo circundante.

¿Puede poner algún ejemplo?
Por ejemplo don Virginio, un cura italiano con el que conviví en África durante varios años. Era el párroco de la misión católica de Sakassou (al norte de Costa de Marfil). No tenía horarios. Atendía a cualquiera que se acercara a él. Don Virginio, junto a los catequistas, consiguió que de aquella misión nacieran otras cuatro parroquias diferentes en apenas diez años. No utilizaba el púlpito para evangelizar sino que en el todoterreno, en todos los caminos, y en todos los lugares, llevó el Evangelio a la gente.

Dice el Papa que no hay que copiar a los santos, sino que cada uno tenemos que sacar a la luz lo mejor que tengamos. ¿Qué cree que es lo mejor que usted tiene?
La simplicidad, la capacidad de improvisar soluciones, un significativo grado de creatividad…

A mí me consta que es usted un ejemplo de servicialidad constante sin excepción.
La servicialidad es algo que los otros también suelen destacar de mí.

En la Gaudete et exsultate (Alegraos y regocijaos) del Papa Francisco hay un punto donde se dice que los santos sorprenden porque sus vidas nos invitan a salir de la mediocridad tranquila y anestesiante. ¿Recuerda algo bueno que haya hecho en su vida y que haya resultado sorprendente para los demás?
Se han sorprendido de algunas cosas, pero siempre me siento culpable de su sorpresa. Pienso que al narrarse, al contarse lo que sucedió…, el lenguaje traiciona. Y también influye la visión fílmica del oyente. Es el caso de las vivencias en los poblados de África en época de conflictos.

¿Quiere decir que lo que usted ha hecho –y sigue haciendo– por los más pobres no es para tanto?
A ver, tuve que ir a poner en funcionamiento colegios en África durante la guerra de Costa de Marfil. Vas, lo haces, funciona y cuando vienes y lo cuentas, la gente lo mezcla con imágenes de televisión y te sorprendes cuando se lo oyes contar a los demás.

«Un santo no es alguien raro, lejano, que se vuelve insoportable por su vanidad, su negatividad y sus resentimientos». Esto es lo que dice Francisco. ¿Qué le parece?
Que ese sería un fantasmón. Y suelen abundar. El ideal de persona cristiana lo veo más en hombres y mujeres con corazón violeta. Para un marista la violeta invita a la humildad, a la sencillez y a la modestia.

¿Reza usted para comunicarse con Dios?
Rezo todos los días, pero siempre desde la experiencia. Me es más fácil rezar en medio de una actividad social, o en medio de un paseo por el bosque que, muchas veces, meditando en la soledad de una capilla. Lo encuentro más sencillo, natural y fluido.

Acabamos como empezamos: ¿Se considera un santo?
No. No tengo ninguna pretensión en este campo. Incluso me encuentro incómodo y desplazado ante estos planteamientos. Aspiro a una vida sencilla, coherente y servicial.