El Papa sigue creyendo que la paz es posible en Tierra Santa - Alfa y Omega

El Papa sigue creyendo que la paz es posible en Tierra Santa

Henrique Cymerman cuenta cómo logró convencer a israelíes y palestinos para acudir a un encuentro de oración con el Papa en el Vaticano

Ricardo Benjumea
El Papa Francisco saluda a Henrique Cymerman, durante una audiencia general, en la plaza de San Pedro. Foto: Archivo personal de Henrique Cymerman

Hace cinco años la paz en Oriente Medio parecía al alcance de la mano. Acompañado del patriarca Bartolomé de Constantinopla, el Papa lograba reunir para un encuentro de oración al presidente de Israel, Shimon Peres, y al presidente palestino, Mahmoud Abbas. Hoy esa paz parece más lejana que nunca.

Esa es, al menos, la percepción general. Para el muñidor de aquel éxito diplomático, «ni la situación se prestaba entonces a tanto optimismo como a veces se dijo, ni la situación es ahora tan negra». «Tenemos que entenderlo bien: un conflicto que dura ya más de 100 años no es posible solucionarlo de golpe. Esto es un proceso a largo plazo que requerirá acuerdos parciales. Y sobre todo, mucha educación en niños y jóvenes. El Papa Francisco lo entiende mejor que nadie».

Quien habla es el profesor de estudios de Oriente Medio y periodista hebreo Henrique Cymerman, que llegó a ser propuesto por sus buenos oficios para el Nobel de la Paz. Todo empezó el 13 de junio de 2013, apenas iniciado el nuevo pontificado. El periodista acudió a la Casa de Santa Marta acompañando al rabino de Buenos Aires Abraham Skorka, buen amigo del Pontífice. De ahí surgió la idea del viaje a Tierra Santa en mayo de 2014. Al despedirse de ambos, tras un encuentro de varias horas, el Papa se quedó rumiando algo en su cabeza.

Apenas unos días más tarde contactó nuevamente a Cymerman, bien relacionado con los círculos diplomáticos israelíes. Uno de sus sueños –le dijo– era organizar una plegaria por la paz en Jerusalén en la que participaran rabinos, imanes y obispos.

El periodista acordó los últimos detalles con representantes de las dos partes en un hotel romano –«muy modesto, para no llamar la atención»– en el preciso momento en que Francisco canonizaba a Juan XXIII y a Juan Pablo II. El sacerdote egipcio Yoannis Gaid, secretario pontificio, hizo de correa de transmisión y mantuvo en todo momento informado al Papa. Todo parecía cerrado. Pero en las pocas semanas que quedaban para el viaje se produjo un brusco giro. Cymerman lo atribuye al fracaso del plan de paz del entonces secretario de Estado norteamericano, John Kerry. Solo un día antes de emprender viaje a Jordania, el Papa volvió a llamarle: «Estoy preocupado porque los palestinos han dejado de contestarme, después de que habían dicho que sí».

Era viernes, día festivo en Palestina. Tras muchos intentos fallidos, el periodista localizó a un asesor cristiano del presidente Abbas, quien le puso en contacto con altos cargos de la Autoridad Nacional Palestina. La respuesta no fue halagüeña: «No podemos ir el domingo a Jerusalén porque la seguridad israelí nos va a humillar allí». De nada sirvió que Cymerman respondiera que tenía «el compromiso del presidente Peres y del primer ministro Netanyahu». Pero tampoco los palestinos querían dar un desplante al ilustre huésped a punto de visitarlos. «Me vino entonces una luz», relata. «¿Y si lo organizamos en el Vaticano unos días después de la visita?». Oyó cómo Abbas respondía: «No podemos decirle que no al Papa». Cuando llamó al Vaticano a informar, Francisco «dio un grito de alegría al teléfono que jamás olvidaré».

Abbas y Peres se encontraron finalmente el 8 de junio de 2014. Desde entonces, Cymerman no ha perdido el contacto con Francisco, y sigue «intentando ayudarle en varios proyectos de paz», porque coincide con él en que «nunca hay que tirar la toalla». Ambos han compartido en más de una ocasión sus esperanzas y frustraciones. Cuando, pocas semanas después, estalló un conflicto en la franja de Gaza y el periodista le confesó su tristeza, el Papa le respondió: «Obviamente estamos tristes. Pero piensa en qué efecto tuvo esa plegaria por la paz sobre millones de jóvenes musulmanes y judíos que lo pudieron ver. Esto tendrá repercusiones hacia el futuro, a pesar de todos los conflictos que aún vivimos en Oriente Medio».