La inmigrante que donó sus últimos cinco dólares - Alfa y Omega

Rubén García es el director fundador de Casa Anunciación, albergue que desde hace 41 años ha desarrollado una labor inmensa al dar asilo y asistencia a migrantes que llegan a esta zona fronteriza de El Paso, Texas. Las instalaciones ubicadas en el 1003 East de la avenida San Antonio, reciben diariamente a grupos de inmigrantes que les son entregados por las autoridades federales, una vez que han sido procesados tras peticiones de asilo en los Estados Unidos.

Rubén García cuenta que se inspiró en la madre Teresa de Calcuta al comenzar su trabajo con los migrantes, «el grupo más vulnerable del planeta», dice.

Los inmigrantes detenidos son liberados después de unos pocos días en custodia, sin dinero, sin un lugar donde hospedarse, con un grillete electrónico en el pie, y sin saber cómo llegar a su destino en los Estados Unidos. Rubén los recoge de las calles y les proporciona una cama para dormir, la oportunidad de bañarse, comer y descansar.

Dos veces al día, US Immigration and Customs Enforcement (ICE), le envía un mensaje con el número de inmigrantes que la agencia va a soltar, y le preguntan si tiene sitio para ellos, porque los centros de detención están llenos. Otras veces, los recoge deambulando por las calles. Desde octubre, la Casa Anunciación ha recibido alrededor de 50.000 inmigrantes del Gobierno, a los que ha atendido con la colaboración de distintas iglesias.

En marzo, los Estados Unidos han detenido cerca de 100.000 personas en la frontera. Son tantos, que la Border Patrol (patrulla fronteriza) los transfiere a la Casa Anunciación directamente.

El teléfono de Rubén suena constantemente y siempre responde lo mismo:

«Yes… I’ll take them» («Sí, yo me encargo de ellos»).

Dice que poquito a poco su relación con ICE y la Border Patrol ha cambiado y que siente que todos han entendido que los migrantes son seres humanos y que hay que tratarlos como tales.

Su teléfono suena otra vez.

Un reportero le pregunta a Rubén cuál ha sido el donante más grande de Casa Anunciación.

Te voy a contar una historia, le dice: «Hace algunos años una mamá mexicana llegó a la puerta del albergue con dos niños enfermos y colapsó en la puerta de mi oficina. Acogí a la familia. Días más tarde uno de mis contactos me llamó buscando a alguien para limpiarle la casa. Le pregunté a la mamá si quería ir y al final del día me entregó los 15 dólares que había ganado. Me dijo que le guardase diez para ella y sus hijos y que entregase los otros cinco a alguien que los necesitase más que ella, que fuese un poquito más pobre que lo que ella era». Es una de las más grandes donaciones que he recibido en mi vida.