Rumbo al sínodo amazónico - Alfa y Omega

Rumbo al sínodo amazónico

En este tiempo presinodal se han realizado más de 50 asambleas territoriales en 260 puntos de escucha, y 17 foros temáticos que han dejado un material precioso para poder tener hoy el contenido del nuevo Instrumentum laboris, asegura monseñor Rafael Cob, obispo de Puyo (Ecuador) y miembro del consejo presinodal

Rafael Cob
Foto: Rafael Cob

Nos sentimos contentos de ver los avances en este proceso sinodal, de caminar juntos como Iglesia en salida al encuentro del otro y responder a los desafíos que la Iglesia tiene en la Amazonía. Concluida la primera parte de consulta a los pueblos amazónicos, se ha cumplido uno de los ejes estructurales fundamentales de este sínodo, en el que tanto insiste el Papa Francisco: escuchar. Ya lo advirtió en su visita a Puerto Maldonado: «He querido venir a visitarlos y escucharlos para que juntos, en el corazón de la Iglesia, nos unamos a sus desafíos y con ustedes reafirmemos la opción sincera por la defensa de la vida, defensa de la tierra y defensa de las culturas».

En este tiempo presinodal se han realizado más de 50 asambleas territoriales en 260 puntos de escucha, y 17 foros temáticos que han arrojado un material precioso para poder tener hoy el contenido del nuevo Instrumentum laboris.

Las conferencias episcopales de la Panamazonía fueron también otra fuente de respuestas al cuestionario del documento preparatorio; se tuvieron reuniones con los obispos representantes de la región amazónica, para tomar el pulso y evaluar el proceso de consulta, y para ver las expectativas de las iglesias locales de la región sobre el sínodo. Fue una experiencia profunda de comunión eclesial.

Durante el segundo encuentro de la Comisión sinodal en Roma volvió el eco de la voz amazónica con la fuerza de la vida que amanece cada día en la selva, con su flora que crece sin pausa y con la fauna que corre, que vuela, y que nada en sus aguas. Todo un deseo como cuando Dios la creó, vida en abundancia, fuente de energía para vivir en paz y armonía para todos los pueblos. Esta maravilla que Dios creó, se la encomendó al hombre para que la cuidara y administrara, pero el hombre, herido por la soberbia y la ambición, no cumple su misión; esta vida maravillosa de la creación hay que protegerla, pero sigue amenazada por la ambición del dinero y la codicia de las riquezas. La naturaleza hoy está herida y maltratada; la tierra es una madre que ama a todos, a pesar de no ser amada por todos.

Un kairós para el Amazonas

Este sínodo es el kairós para la amazonía, el tiempo oportuno para valorar la vida, para escuchar la orquesta sinfónica de la naturaleza que canta cada día. Tiempo también para practicar la caridad, para buscar la salud, curar la enfermedad; tiempo para purificar la vida en la cascada de la montaña y en la corriente de los ríos, para sentir la fuerza de la lluvia tropical y la caricia de las flores exóticas. Es el momento para alzar la vista al horizonte y ver desde la altura el mar verde, los árboles frondosos de la selva. Es hora de saber que todos podemos cantar a la vida y decir laudato si.

Este sínodo es el tiempo para no perder el tren de la vida que despierta la solidaridad y promueve la fraternidad, la comunión, la unidad. Es el tiempo de conectarnos en esa red que une el universo entero, que gira y camina en un diálogo de pueblos diferentes pero unidos en el trabajo mancomunado, en defensa de la justicia y el derecho de los pueblos, del respeto de las culturas y de sus tierras con la fuerza que avanza y camina, resistiendo al mal y defendiendo el bien sin banderas ni ideologías que enfrenten o dividan, una red de la pluriculturalidad e interculturalidad.

Con rostro indígena

El sínodo nos centra en el rostro amazónico de un pueblo y una Iglesia con rostro indígena. El rostro es expresión de lo que el corazón siente y ama. El rostro de una Iglesia es manifestación de lo que cree y de lo que conoce. A través del rostro de los pueblos, de sus costumbres y sus actitudes, conocemos lo que los pueblos piensan, lo que los pueblos sienten. El rostro es manifestación que se exterioriza en la celebración espiritual y comunitaria de un pueblo.

Una Iglesia con rostro amazónico exige saber descubrir la riqueza de la vida autóctona, de sus raíces y cosmovisión, descubrir su pensamiento ante la vida de la naturaleza en la tierra con su fauna y su flora, en el agua, el aire y el fuego.

Una Iglesia con rostro amazónico exige un trabajo grande de inculturación y diálogo, de relación entre pueblos y culturas, descubrir el significado de los signos con su interpretación profunda y espiritual de la creación, a través de la cual Dios se manifiesta y se comunica con las criaturas.

Una Iglesia con rostro amazónico indígena exige trabajar en el respeto y valoración de los hombres y mujeres indígenas, capaces de asumir un compromiso de entregar su vida a Dios sirviendo a sus hermanos.

Una Iglesia con rostro amazónico indígena exige abrazar una Iglesia universal y sin fronteras, la que Cristo quiso para sus discípulos con espíritu misionero ad gentes, que arde con pasión en el corazón, para amar a todos los pueblos diferentes con una visión trascendente.