Un Papa sinodal - Alfa y Omega

El pasado 29 de junio, fiesta de san Pedro y san Pablo, el Papa Francisco hizo pública una larga Carta al Pueblo de Dios que camina en Alemania para proponerles que aborden a fondo sus problemas en un sínodo nacional. Pero con una «sinodalidad desde abajo hacia arriba», es decir, escuchando primero «los consejos, las parroquias y los laicos» antes del debate de los obispos.

Francisco había presentado el concepto de «sinodalidad de abajo arriba» un mes antes en un discurso a la asamblea plenaria de la Iglesia italiana, que estudia emprender un camino similar. En griego, syn significa juntos y odos, camino.

Así como el concepto de colegialidad se refiere a la relación entre obispos y a la comunión jerárquica del colegio episcopal con el Papa, el de sinodalidad abarca a todo el pueblo de Dios, incluyendo a los sacerdotes, los religiosos y, por supuesto, los laicos: la abrumadora mayoría y a quienes se debe escuchar mucho más.

El 17 de octubre de 2015, en un discurso con motivo del cincuentenario de la institución del Sínodo de obispos, Francisco afirmaba que «el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio».

En su documento de 2017 sobre La sinodalidad en la vida y la misión de la Iglesia, la Comisión Teológica Internacional precisaba que «el concepto de sinodalidad se refiere a la corresponsabilidad y a la participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y la misión de la Iglesia». La sinodalidad «indica la específica forma de vivir y obrar (modus vivendi et operandi) de la Iglesia Pueblo de Dios, que manifiesta y realiza en concreto su ser comunión en el caminar juntos, en el reunirse en asamblea y en el participar activamente de todos sus miembros en su misión evangelizadora».

Es, ni más ni menos, el rumbo marcado por el Concilio Vaticano II, pero todavía poco seguido. En muchos lugares, términos como «Iglesia» o «vida eclesial» se identifican casi automáticamente con obispos y sacerdotes, olvidando a los fieles y generando pasividad.

Los sínodos de obispos convocados en Roma suman ya 29, incluidos los cuatro de Francisco, quien abrió el primero invitando a todos a «hablar con valentía y escuchar con humildad». Ahora desea aplicar el procedimiento sinodal para «refrescar» la misión evangelizadora en algunos países que lo necesitan.