El barrendero de Jesús - Alfa y Omega

El barrendero de Jesús

Un sacerdote que daba Misas en vertederos, que se hizo barrendero y representante sindical para 400 trabajadores en el servicio de higiene urbana en la Ciudad de Buenos Aires. La dictadura militar lo secuestró y asesinó junto a otros dos delegados gremiales. Su legado es recordado en Misas populares y ahora en un cómic para niños

Lucas Schaerer

«Daba Misas en basurales». Así comienza su relato Carlos María Zavalla, ex adjunto de la Compañía de Jesús en Argentina, que entonces era estudiante y conoció personalmente a Kleber Silva Iribarnegaray, el hermano Mauricio, nacido en 1925 en Uruguay, formado desde muy joven con la congregación de los salesianos aunque posteriormente en Argentina se pasó a los Hermanitos del Evangelio, inspirados en el francés contemplativo Charles de Foucauld.

Mauricio Silva, sacerdote y barrendero. Foto: Fundación Alameda

El nombre de Silva se hizo muy conocido cuando, en 1973, decidió hacerse barrendero para acompañar a los trabajadores de este gremio, en aquel entonces con condiciones muy precarias. Su objetivo era predicar a los más pobres. Todavía se recuerdan sus Misas en vertederos o en la quema, como se llamaba a estos lugares en aquella época en los barrios del sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, debido a que la basura se incineraba al aire libre.

«Me llegó que el hermano Mauricio daba Misas en basurales por mi profesor de religión y miembro de la congregación del Verbo Divino, Eugenio Langer. Era el invierno de 1971. Pese a que ya había pasado el Concilio Vaticano II, todavía había una gran inercia preconciliar, era muy chocante una Misa que no fuera en una iglesia, y más en un basural. Estábamos en una casilla dentro del basural de Cuatro Chapas, nomás, el dueño de la misma era de apellido Cruz. Uno de esas cosas no se olvida», asegura Zavalla que en ese momento era un adolescente.

«Cuando estaba en la Misa me dije: “Acá está Dios”. Era un sábado por la mañana. Mauricio hablaba con los botelleros. La zona más brava de la villa, pegada a la Carcova, en el partido de San Martín, provincia de Buenos Aires. Las mujeres hablaban con temor a esa zona», prosigue.

En Argentina no se usa el nombre Kléber. Su padre lo llamó así al nacer en homenaje a un mariscal de Napoleón, Jean Baptiste Kléber. Es muy llamativo que este militar en su expedición a Egipto fuera conocido como «el barrendero del Cairo» en su proceso de convertirse en egiptólogo.

El hermano Mauricio vivía en comunidad. Su espiritualidad había sido nutrida por el estudio sobre Charles de Foucaultd realizado por otro sacerdote, Virgilio Filippo, que llegó en la década del 40 a diputado nacional de Argentina y pasó a la historia porque sus discursos en el parlamento fueron arrancados de los tomos de las versiones taquigráficas y arrancada toda placa con su nombre.

Represión y rehabilitación de su memoria

En 1977, el brigadier Osvaldo Cacciatore, de facto el gobernador de Buenos Aires, quiso privatizar el servicio de higiene urbana. Los trabajadores municipales del barrido y la recolección se resistieron.

Cómic sobre la vida de Mauricio Silva. Foto: Fundación Alameda

Esa actividad gremial fue reprimida por la dictadura militar. El cura barrendero era entonces representante de unos 400 barrenderos. Primero desaparecieron dos de sus compañeros de trabajo y amigos, el secretario general del llamado Corralón, Julio Goitia –desaparecido el 6 de mayo de 1977–, y el delegado gremial de los chóferes de camiones de la recolección, Néstor Sanmartino –desaparecido el 5 de mayo de 1977–. Un mes más tarde, mientras barría a los 51, fue secuestrado el hermano Mauricio.

Con la restauración de la democracia se inició un proceso judicial, aún abierto, sobre estos sucesos. En su honor fue declarado a nivel nacional el Día del Barrendero, el 14 de junio fecha de la desaparición de Mauricio Silva.

Ese día es habitual también la celebración de Misas por él y sus compañeros desaparecidos en el hall de la estación ferroviaria Constitución. El pasado 14 de junio encabezó la Eucaristía el cura Lorenzo Toto Vedia, acompañado por el obispo auxiliar de Buenos Aires Gustavo Carrara.

Tras la Misa se presentó un cómic para acercar la figura del hermano Mauricio a los más jóvenes. «Se armó de una escoba, una pala y un carro para ser el Quijote de un sector social oprimido y relegado que no tenía voz», comienza el relato titulado Barrendero de Jesús, realizada por el ilustrador Caito y Anita Zen, responsable de los textos.

Hubo también homenajes al hermano Mauricio en la ciudad balnearia de Mar del Plata, que encabezó el obispo local, Gabriel Mestre, junto al sacerdote César Scicchitano Tagle, conocido como el cura rockero, además de otros actos en Uruguay, la tierra de sus orígenes.