El Mediterráneo es el nuevo Muro de Berlín - Alfa y Omega

El Mediterráneo es el nuevo Muro de Berlín

El alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, pide a Europa que, en lugar de perder el tiempo en debates estériles y «manipulados», centre sus energías en abordar «los problemas reales» que plantean las migraciones

Ricardo Benjumea
Llegada de un grupo de inmigrantes de Siria, al aeropuerto de Fiumicino, a través de los corredores humanitarios. Foto: EFE/Telenews

Normas para regular las migraciones, sí. Muros, no. Este es el mensaje que ha transmitido el Encuentro Internacional Paz sin Fronteras. Hace 30 años, recordó el presidente de Sant’Egidio, Marco Impagliazzo, cayó el Muro de Berlín, «pero han surgido otros muchos muros nuevos», físicos o simbólicos. «El que más nos conmueve –dijo– es el muro del Mediterráneo» que, al igual que el que pretende reforzar Donald Trump en Estados Unidos, es un icono de «tantos muros que separan a los ricos de a los pobres» en un mundo donde la desigualdad y la injusticia «han aumentado».

Simultáneamente se han debilitado los instrumentos para resolver los problemas globales desde el multilateralismo, como la crisis climática o el propio fenómeno migratorio. Esta paradoja coincidieron en señalarla diversos ponentes en Madrid, entre ellos el ministro de Exteriores en funciones y próximo responsable de la diplomacia europea, José Borrell.

«Este mundo no se arregla construyendo muros, sino haciendo puentes», afirmó el cardenal Osoro en rueda de prensa, preguntado por la propuesta de Vox de construir «un muro infranqueable» en Ceuta y Melilla. Lo cual –matizó– no excluye que haya «reglas» para regular los flujos migratorios. Pero antes de lo particular, para la Iglesia prima la «pertenencia fundamental» y la condición de «hermanos» de todos los seres humanos.

Preámbulos para presentar la iniciativa de los corredores que Sant’Egidio ha puesto en marcha para traer a Italia, Bélgica, Francia y Andorra refugiados sirios o procedentes del Cuerno de África. También hubo intentos de alcanzar un acuerdo similar con España. La firma parecía inminente en tiempos ya del Ejecutivo de Mariano Rajoy, pero se ha ido demorando desde entonces.

La apuesta de Sant’Egidio es ahora, sin embargo, un enfoque europeo. La presidenta electa de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, tiene ya sobre su mesa la propuesta de «un corredor humanitario europeo», aseguró Impagliazzo, quien defendió también el establecimiento de cuotas en la UE. «Todos los países europeos tienen necesidad hoy de fuerza laboral [inmigrante]», y «esta es una vía que pretende quitar agua a los traficantes de seres humanos», argumentó.

Es una petición similar a la que lanzó en Madrid el alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, durante la inauguración del Encuentro Internacional Paz sin Fronteras. El diplomático italiano, declarado admirador de la Comunidad de Sant’Egidio, lamentó que el debate político sobre las migraciones se esté centrando en Europa es aspectos problemáticos «de forma manipuladora», con amenazas infundadas como que «nos quitarán el trabajo, provocarán inseguridad, amenazan nuestra identidad…». En lugar de eso, «si lográramos tener un mecanismo previsible» sobre quiénes tienen derecho al asilo o cómo se distribuyen geográficamente los recién llegados, «podríamos no perder el tiempo con estas cuestiones y centrarnos en los problemas reales». Ahí entran en juego las comunidades religiosas y otros grupos sociales que promueven «valores universales como la hospitalidad y el asilo», dijo.

Fundamental es también el trabajo a favor de la integración. Sant’Egidio, de hecho, no se limita a identificar en los campos de refugiados del Líbano y Adis Abeba a los refugiados candidatos a este programa, sino que promueve después su integración en las comunidades de destino. «No es una inmigración, digamos, sin límites», sino que se inserta en lugares con unas costumbres y unas leyes, dijo Impagliazzo.