Recuerda cómo llegaste - Alfa y Omega

Todavía era de noche cuando el barco atracó. Un hombre que viajaba con documentación falsa se lanzó al agua ante el pánico de lo que podría pasar. Hombres, mujeres y niños de distintas nacionalidades como Siria, Palestina, Malí o Guinea comenzaron a entrar en la sala de espera del aeropuerto. Habían estado toda la noche viajando desde Melilla hasta Málaga y ya habían pasado una primera identificación. Antes de entrar en la estancia, cada uno sacó la hoja que les entregaron en el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes), en la que estaba escrita la entidad social (entre las que se encuentran las Hijas de la Caridad) y la ciudad que el Gobierno español les asignaba para residir mientras se resolvía su solicitud de asilo.

El bullicio se apoderó de la sala. Algunos ya habían contactado con familia o amigos y les mostraban, a través del móvil, el lugar donde residirían. Otros se despedían porque iban a ciudades distintas. Las personas de África subsahariana se colocaron, sin que nadie se lo pidiese, en una fila. Apenas se veía equipaje. Entre el tumulto de hombres y mujeres, algunas de ellas embarazadas, comenzaron a entrar familias enteras. Al fondo de la sala unas niñas comían caramelos. La hermana mayor, de unos 13 años, estaba sentada. Tenía la mirada perdida, el rostro serio y un bolso en la mano.

Una vez fuera, las fotos y los selfis se sucedían. Allí se juntaron con los demás pasajeros de nacionalidad española. A ellos les vino a buscar un familiar o un amigo y solo tuvieron que pasar el último control, el del puerto. Todos llevaban las mismas fotos del barco. Les diferenciaba, como un abismo, el motivo del viaje y la dificultad para conseguir aquel billete. Y, sin embargo, formaban parte de los afortunados que habían llegado a la península de manera segura (cientos siguen esperando en el CETI de Melilla, entre otros lugares) y otros miles se arriesgan a cruzar el Mediterráneo de cualquier manera.

Esta es su llegada: el final de un duro viaje acompañado de una nueva oportunidad. Porque, para muchos, septiembre puede ser cualquier mes. Por eso es bueno recordar cómo llegamos, cómo nos recibieron, cómo comenzamos.