El palacio de Liria - Alfa y Omega

El palacio de Liria

Cristina Tarrero
Foto: Maya Balanya

Los madrileños están de enhorabuena: el palacio de Liria se abre al público. El actual duque de Alba, Carlos Fitz-James Stuart, ha afirmado que su deseo es compartir las obras de la colección familiar y poder dar a conocer los tesoros artísticos que conserva la Casa de Alba. Es una visita obligada que promete sorprender, pues ellos mismos la definen como diferente, que fusiona «música, voz, palabras e imágenes».

La Casa de Alba está unida a la historia de España. Desde el comienzo de la reconquista, los Alba han estado vinculados a la corte y a la administración castellana. A lo largo de los siglos la familia ha ido realizando una labor de mecenazgo que culminó en 1975 con el proyecto emprendido por Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba, y Luis Martínez de Irujo, creando la Fundación Casa de Alba. Su objetivo es conservar y difundir el patrimonio de la familia en los palacios de Liria y Monterrey de Salamanca.

El palacio que ahora se abre al público fue construido en el siglo XVII por Ventura Rodríguez y reformado por Edwin Lutyens. Durante la guerra civil el edificio sufrió varios incendios que afectaron a la construcción, aunque no a la mayor parte de las obras de arte. Una vez finalizada la guerra, su reconstrucción corrió a cargo del arquitecto Manuel Cabanyes.

La colección es muy heterogénea, incluye diversos tipos de objetos: pintura, escultura, tapices, documentos, mobiliarios… es, por tanto, una sugestiva visita. En el año 2012 ya se pudo contemplar parte de ella en el palacio de Cibeles que albergó la exposición El legado de la Casa de Alba. Los que acudieron la consideraron de una calidad excepcional. Aquella muestra se articuló en varios capítulos que no solo daban a conocer la historia de la familia y su vinculación con la corona española, sino también su mecenazgo, los recuerdos y los objetos que han formado parte de su vida cotidiana. Allí se pudo descubrir la famosa tabla de Fra Angélico La Virgen de la Granada, que en 2016 adquirió el Museo del Prado junto con una tabla del mismo autor, El funeral de san Antonio Abad.Ambas obras han estado expuestas en la exposición que el Prado ha dedicado al artista y a los inicios del Renacimiento.