«La comunión nos lleva a ser más misioneros» - Alfa y Omega

«La comunión nos lleva a ser más misioneros»

Ya han arrancado las presentaciones por vicarías del Plan Diocesano Misionero (PDM), que en los próximos tres años llevará a la práctica las propuestas que salieron del Plan Diocesano de Evangelización

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Monseñor José Cobo, en un momento de la entrevista. Foto: María Pazos Carretero

¿Qué diferencias hay entre el Plan Diocesano de Evangelización y este nuevo Plan Diocesano Misionero?
Lo primero que hay que decir es que estos planes no responden al esquema de un plan pastoral típico. No consisten en preparar unas líneas que se lanzan a las parroquias para que las ejecuten. Se trata de desarrollar juntos procesos y actitudes que nos refuercen como Iglesia. No se persigue que cada uno proponga lo que se le ocurra, sino ponernos juntos a la escucha de Dios y discernir lo que Espíritu nos está diciendo. Es una experiencia de sinodalidad, de ponernos todos a la escucha y preguntar a Dios por dónde tenemos que ir. En el PDE aprendimos a ponernos en esta actitud y se lanzó un abanico enorme de propuestas. Después del Año Jubilar Mariano, que fue un año de reposar lo vivido bajo la mirada de María, ahora damos un salto para concretar lo que salió del PDE.

¿Cómo se va a hacer?
Recogiendo tres líneas básicas que salieron en el PDE: familia, juventud y presencia social de los cristianos. Son tres líneas que vamos a concretar ahora, de nuevo poniéndonos a la escucha de Dios utilizando la lectio divina, y luego veremos qué líneas misioneras se pueden implementar en cada espacio de la diócesis. Se trata de injertar en la realidad todo lo que se propuso en el PDE en estos tres campos.

Y habrá una nota más: vamos a mirar lo que ya existe, lo que hay alrededor, para ver qué podemos asimilar en cada parroquia, comunidad, vicaría y en la misma diócesis. El objetivo es que en cada uno de estos espacios se concreten una o dos iniciativas.

Es decir, no es un ordeno y mando, pero tampoco un guirigay…
Exacto, no se trata de dar y recibir órdenes, sino de desarrollar una forma de funcionar que lleve a acciones concretas. Al final de cada uno de estos tres años, cada parroquia y cada comunidad van a decidir qué es lo concreto para ellos. En el arciprestazgo se va a hacer lo mismo, y luego en cada vicaría, y por último se llevará todo a la diócesis, que propondrá a las delegaciones las propuestas. Es un proceso de ida y vuelta, y muy sinodal.

¿Cuánta gente va a participar?
Estamos empezando el proceso de presentar el PDM por vicarías, pero se puede decir que si del PDE quedó un poso de unos 450 grupos, esperamos contar con ellos y aspiramos a que se forme alguno más.

¿Qué quiere decir cuando habla de propuestas en presencia social?
La expresión de nuestra fe en nuestra diócesis, con todas las dimensiones que tiene. En cuanto al servicio, por ejemplo, esta actividad es intensísima en Madrid, pero también es necesario hacernos presentes en otros ámbitos, como el vecinal, el cultural e incluso en la política. La experiencia misionera siempre nos lleva fuera de la Iglesia a servir.

¿Con qué obstáculos nos vamos a encontrar?
Nos encontramos en un cambio de época muy acusado, con gente que tiene una experiencia de desarraigo muy fuerte. Hay mucho individualismo y pérdida de sentido de la vida por vivir sin Dios. Esto último es lo que lleva a lo otro. Esto nos duele, nuestra experiencia de Dios la queremos llevar a los demás, porque creemos que de verdad lo necesitan.

Y a nivel interno, ¿se puede decir que el principal desafío es la comunión?
En una diócesis tan grande y con tanta diversidad, la comunión es uno de nuestros retos. Pero el Espíritu del Señor habla en todos los lugares, y tenemos que caminar juntos. Este mundo sin fe y sin esperanza nos pide a los cristianos que nos presentemos como Iglesia. Donde esto sucede, donde nos presentamos sin marcas, estamos dando un testimonio muy fuerte. La gente se sorprende de la bondad y de la pluralidad de la Iglesia, que siendo tan diversos estamos juntos. Comunión y misión van juntos, no podemos ir cada uno por nuestro lado.

Eso me suena al «Mirad como se aman», de los primeros cristianos. ¿Es este el primer signo de la evangelización?
Sí, y cuando lo hacemos así, como por ejemplo ahora con el tema de los refugiados y en otros ámbitos, cuando como Iglesia en Madrid vivimos una experiencia de comunión, curiosamente esa es la labor más misionera. La comunión nos lleva a ser más misioneros, y es algo precioso.