La Virgen del Puerto - Alfa y Omega

La Virgen del Puerto

Concha D’Olhaberriague
Foto: Jaime Garcia

En septiembre el madrileño distrito de la Arganzuela celebra sus fiestas en honor de la Virgen del Puerto, patrona y alcaldesa mayor de la histórica ciudad de Plasencia, cuya imagen, cuenta la leyenda, fue encontrada por un joven pastor en unos peñascales a finales de la Edad Media.

En Madrid esta Virgen recibe la advocación popular de La Melonera ya que su fiesta con romería incluida coincide con la venta de melones de Villaconejos junto a la preciosa ermita barroca de ladrillo y pizarra, con planta ochavada y dos balconcitos a ambos lados de la puerta principal, que se encuentra a orillas del Manzanares, entre el Campo del Moro y el parque de Atenas –antiguo sitio de justas y torneo, llamado por ello Campo de la Tela– y el puente de Segovia.

Fue el marqués de Vadillo, corregidor de Felipe V, quien encargó la construcción del templo a Pedro de Ribera, arquitecto nacido en la calle de Embajadores y autor de múltiples obras en la capital, como el puente de Toledo, el antiguo hospicio, hoy Museo de Historia de Madrid, o el cuartel del Conde Duque.

Vadillo había sido antes corregidor de Plasencia y allí, al parecer, cobró gran devoción a Nuestra Señora del Puerto. Así, cuando el rey le pidió que dentro de un plan de embellecimiento de la ribera del Manzanares mandara erigir una ermita para el culto popular, especialmente para las lavanderas del río, se la dedicó a la Virgen placentina, y para presidirla encargó una réplica de la imagen mariana original; no obstante, la talla fue destruida en la guerra y la actual es una copia.

Ahora la ermita, en la cual se halla la tumba del marqués, se asienta en un plácido entorno verde, un anchuroso vergel desde el que se vislumbra el viejo bosque de encina y pino de la Casa de Campo, con la sierra de Guadarrama en la línea del horizonte, y se disfruta de uno de los atardeceres en rosa y malva más hermosos que regala Madrid.

Si la temporada de verbenas se abre con la de san Antonio de la Florida, junto a su ermita, también ribereña, edificada en tiempos de Carlos IV y decorada con las espléndidas pinturas de Goya, donde plasma un milagro del santo titular, cuando ya el verano se despide llega la última de las verbenas, la que festeja y honra a la popular Virgen Melonera en su hondonada.