¿Por qué pagar para entrar en una iglesia? - Alfa y Omega

«Cada mes de septiembre recibo varios correos en los que la gente se queja de que en verano ha ido a visitar tal o cual catedral y les han hecho pagar la entrada», confiesa Pablo Delclaux, director del secretariado de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural. Se trata de algo cada vez más habitual en muchos templos, una circunstancia que tiene sus razones.

Delclaux señala en primer lugar que «hay que mantener las iglesias, porque una catedral es un edificio inmenso y para mantenerla hace falta mucho dinero». Por eso, la mayoría de las veces, la única fuente de ingresos es la muselización, ya que los fondos del Plan Nacional de Catedrales del Ministerio de Cultura no cubren las necesidades de todos los templos.

En cualquier caso, muselizar una catedral «tiene muchos gastos», explica Delclaux, como «pagar al personal, que alguien abra y cierre las puertas, vigilantes de seguridad, alarmas, luz y limpieza, calefacción, mantenimiento básico… También hacen falta vitrinas que tienen su propia climatización, que deben estar adecuadamente iluminadas…».

Hay quien afirma que en Francia la entrada a las catedrales es gratuita, pero se debe a que allí esos templos son propiedad del Estado. «No es que la gente no pague para entrar, es que pagan sus gastos con sus impuestos», afirma, al mismo tiempo que asegura que «hay muchas familias que viven de esa muselización», y subraya que «en ningún caso el objetivo de cobrar una entrada es hacer negocio».

¿Qué pasaría si no se cobrara la entrada? «Si no se cobrara, habría que cerrarlas», asevera Delclaux, quien pone como ejemplo una costosa obra de mantenimiento reciente en la catedral de Toledo, por la caída de una piedra de un alero: «¿De dónde sale el dinero para hacer esa reparación? ¿La reparamos, o dejamos que se caiga?», cuestiona.

Sobre la dimensión espiritual y religiosa de las catedrales, el director del secretariado de la Comisión Episcopal para el Patrimonio Cultural afirma que «nunca se cobra para el culto, es decir, el que quiera asistir a Misa puede hacerlo sin problemas». Y subraya asimismo el potencial evangelizador de estos templos: «La realidad es que la gente va a una catedral a visitar un edificio de fama mundial», algo que se puede aprovechar para «elaborar un discurso evangelizador en el audioguía, que sirva para explicar el sentido de las piedras y de las obras de arte que hay en su interior. No se trata de hacer catequesis, ni tampoco de quedarnos solo en la forma, sino de explicar que el lenguaje del arte expresa un contenido, comunicar el sentido que tiene todo aquello que el visitante está viendo».