La caridad y las marcas de la pasión, señas de las cuatro nuevas santas - Alfa y Omega

La caridad y las marcas de la pasión, señas de las cuatro nuevas santas

El domingo, junto con el cardenal Newman, serán canonizadas tres religiosas (dos de ellas fundadoras) y una laica. Todas ellas dedicaron una parte importante de su vida a las obras de caridad, en general o en algún aspecto concreto como la atención a los enfermos. Al mismo tiempo, dos de ellas se identificaron tanto con Cristo en su Pasión que recibieron los estigmas de la crucifixión

Redacción
Giuseppina Nannini y Dulce Lopes Pontes. Foto: CNS

Giuseppina Vannini. Cofundadora de las Hijas de San Camilo

Después de perder a sus padres, la italiana Giuditta Vannini (1859-1911) fue separada de su hermana y su hermano cuando tenía siete años. Ella fue enviada al orfanato que las vicencianas tenían en Roma. La convivencia con las religiosas suscitó en ella la vocación religiosa. Se graduó como maestra de guardería, pero esa inquietud no dejaba de perseguirla. A los 24 años comenzó el noviciado en las vicencianas, pero se vio obligada a abandonar la orden por problemas de salud cuatro años después, en 1887. A pesar de que se recuperó, cuando intentó retomar su formación religiosa recibió la noticia de que no había sido considerada apta.

Vannini no dejó que esto la arredrara. Siguió viviendo su vida de fe, esperando a que Dios le mostrara su camino. En diciembre de 1891, al final de un retiro espiritual, buscó el consejo del sacerdote que lo dirigía, Luigi Tezza, y le expuso sus inquietudes. El sacerdote tomó en serio su llamada, y le planteó la posibilidad de fundar con él una congregación femenina dedicada al cuidado de los enfermos. Después de un discernimiento, aceptó la propuesta.

Los obstáculos, sin embargo, no habían acabado. La primera propuesta de erección de la orden no fue admitida por la autoridad eclesiástica, por lo que ella y sus dos primeras compañeras tuvieron que hacer su profesión religiosa en privado. Siguió después una campaña de difamaciones contra el padre Tezza, y la decisión del Papa León XIII, en torno a 1900, de no permitir de momento la fundación de nuevas congregaciones. Hasta 1909 no consiguieron que las Hijas de San Camilo fueran aprobadas como orden de derecho diocesano.

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María Teresa Chiramel Mankidiyan. Fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia

Considerada precursora de la Madre Teresa de Calcuta, la india Thresia (1876-1926) era la tercera de cinco hijos de una familia que se había arruinado por las abundantes dotes que tuvo que pagar su abuelo para casar a todas sus hijas. El deseo de Dios era tan fuerte en ella desde niña, que solía abandonar sus juegos para rezar. También se entregaba a los sacrificios y el ayuno, hasta el punto de que su madre llegó a preocuparse.

En 1891, a los 15 años (y tres después de morir su madre) se fue de casa para intentar vivir una vida eremítica. Al fracasar en su intento, ella y tres amigas decidieron entregarse a la caridad a favor de los pobres y marginados de Kerala, a través de su parroquia.

Durante esta época sufrió ataques del demonio. Pero también grandes manifestaciones de Dios, como los estigmas de la pasión, visiones místicas y levitaciones, de las que fueron testigos numerosas personas. Cuando su director espiritual, el padre Vithayanthil, informó al obispo de estos fenómenos, este en primer lugar dudo, y ordenó que fuera sometida a numerosos exorcismos.

En 1903, en medio de este proceso, confió al vicario apostólico de Trichur su proyecto de crear una casa de retiro y oración. Le sugirieron que ingresase en el convento de las clarisas franciscanas, y después la remitieron a las carmelitas de Ollur. Thresia obedeció, pero se dio cuenta de que ninguno de estos carismas colmaba su inquietud espiritual, que tenía otra vocación. Ésta se orientaba a los moribundos, a quienes ya venía consolando y ayudando a morir en paz.

El obispo, después de observarla durante diez años y de comprobar la autenticidad de su vivencia y la humildad y obediencia con que había vivido todo, se dio cuenta de que Dios quería suscitar por medio de ella una nueva fundación, y le dio su autorización. El 14 de mayo de 1914 fue erigida canónicamente la Congregación de la Sagrada Familia.

Giuseppina Nannini y Dulce Lopes Pontes. Foto: CNS

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Dulce Lopes Pontes. Fundadora de las Hijas de María Siervas de los Pobres

María Rita de Souza Brito Lopes Pontes (1914-1992) sintió en la adolescencia cómo se despertaba su interés por la vida religiosa. Se adentró en lugares deprimidos de Salvador de Bahía junto a una de sus tías y, a partir de entonces, la marginalidad y pobreza que vio a su alrededor le conmovieron poderosamente. Convirtió el sótano de su casa en un lugar asistencial, donde ofrecía a los más necesitados comida, ropa y medicinas.

En 1932, al terminar sus estudios, profesó como terciaria franciscana. Al año siguiente, ingresó en el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios. Al profesar tomó el nombre de Dulce en honor a su madre. Durante toda su vida fue una religiosa fidelísima a su regla en momentos en los que en su congregación había quienes propugnaban que aquélla se mitigara.

Como consagrada, tenía como modelo a Teresa de Lisieux. Pero siguió este ejemplo de una forma peculiar, pues su labor apostólica y caritativa fue infatigable. Sin dejar su congregación, fundó las Hijas de María Siervas de los Pobres, además de colegios, bibliotecas, uniones obreras católicas, albergues, el colegio San Antonio y una extraordinaria red hospitalaria, en la que está incluido el hospital de San Antonio, que llegó a atender a 3.000 pacientes diarios. Un trabajo ingente que la religiosa sacó adelante teniendo su capacidad respiratoria reducida al 30 % durante los 30 últimos años de su vida.

A su muerte, recibió la gratitud de toda la sociedad. Conducida en un coche de bomberos, fue escoltada por los cadetes de la policía militar y seguida por una imponente procesión de seis kilómetros

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Margarita Bays. Laica de la Tercera Orden de San Francisco de Asís

La suiza Margarita Bays (1815-1879), era hija de una familia de agricultores. Ella aprendió a los 15 años el oficio de modista, al que se dedicó toda su vida. Trabajaba en su casa, y también para las familias vecinas. Desde joven mostró un gran amor a la oración, que le hizo sufrir abusos e insultos por parte de su cuñada. En su parroquia, dedicó su tiempo libre al apostolado con los niños, a visitar enfermos y moribundos y a ayudar a los pobres. También introdujo las Obras Misionales Pontificias y contribuyó a difundir la prensa católica.

A los 35 años le sobrevino un cáncer en el intestino, que los médicos no lograron detener. Margarita pidió a la Virgen le cambiase estos dolores por otros que le permitieran participar más directamente en la pasión de Cristo. El 8 de diciembre de 1854, en el momento en que el Papa Pío IX proclamaba en Roma el dogma de la Inmaculada Concepción, le sobrevino una enfermedad misteriosa que la inmovilizaba en éxtasis todos los viernes, mientras revivía en el espíritu y en el cuerpo los sufrimientos de Jesús. También recibió los estigmas de la crucifixión. Murió, según su deseo, en la fiesta del Sagrado Corazón, a las tres de la tarde.