La hermana Cleusa Carolina Rody, modelo de misionera para el Sínodo - Alfa y Omega

La hermana Cleusa Carolina Rody, modelo de misionera para el Sínodo

Los obispos agustinos recoletos presentes en el Sínodo sobre la Amazonía han pedido al Papa que la asamblea reconozca la entrega de esta misionera, que siempre estuvo al lado de los pueblos indígenas, asesinada en el Amazonas en 1985

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Cleusa con los pueblos apurinãs. Foto: Agustinos Recoletos

El 28 de abril de 1985 la hermana Cleusa Carolina Rody Coelho, misionera agustina recoleta, fue asesinada en el Amazonas mientras viajaba en barca por el río Passiá. Su muerte supuso una dura pérdida para los pueblos indígenas, que tenían en Cleusa una defensora de su causa y sus tierras.

La religiosa entregó su vida por los excluidos y luchó por sus derechos, siempre desde la paz y el mensaje evangélico. Desde su labor pastoral en el CIMI (Consejo Indigenista Misionero), alzó la voz con coraje y sin violencia contra la extracción de recursos que injustamente se estaba llevando a cabo en los territorios indígenas.

Su testimonio de vida sigue siendo relevante para los indios de Lábrea (Brasil). Ahora, con motivo del Sínodo de la Amazonia que se celebra en el Vaticano, la familia agustina recoleta pretende convertir su figura en un ejemplo de misionera en la región amazónica.

Ejemplo de misionera recoleta

Los cinco obispos agustinos recoletos que participan en el Sínodo entregaron la semana pasada al Papa Francisco un documento de la Superiora general de las Misioneras Agustinas Recoletas, Nieves María Castro, en el que pide que la vida de la hermana Cleusa sea reconocida por la asamblea como modelo de entrega al Evangelio.

Asimismo, el documento será leído por uno de los prelados agustinos recoletos en alguna de las sesiones, siguiendo así el punto 113 del instrumentum laboris, en el que se menciona a otros 15 misioneros y religiosos que han dado su vida en la misión del Amazonas.

La Superiora general de la congregación misionera considera que esta mención especial por parte del Sínodo supondría un justo reconocimiento al testimonio vital de Cleusa, que aun hoy sigue presente. «Cleusa sigue viva en la voz de los pobres», afirma. El proceso de canonización de la religiosa se encuentra parado y este hecho, de producirse, podría reactivarlo.

Para las misioneras agustinas recoletas, Cleusa es ejemplo de cómo vivir desde la radicalidad su misión en el mundo. Según explica Nieves María Castro, la religiosa asesinada era una persona «con una gran interioridad», y además «muy entregada a los pobres». «Se creyó y vivió la Palabra de Dios», dice.

La Superiora general afirma que lo más sorprendente de la hermana es su vida, no su muerte. «Cleusa coronó su vida con el martirio y los pueblos la declararon mártir de los pueblos indígenas», asegura.

Monseñor Pertíñez, obispo de Rio Branco (Brasil), entrega al Papa Francisco el documento sobre la hermana Cluesa. Foto: Agustinos Recoletos

Defensora de la causa indígena

Desde 1979 hasta su muerte, Cleusa Carolina Rody Coelho vivió en Lábrea (Brasil). Allí percibió la injusticia contra los pueblos indígenas y fue cada vez más consciente de que el Señor quería que estuviera junto a ellos.

Desde finales del siglo XIX habían llegado al lugar coroneles y empresas que encontraron en la región un lugar propicio para la producción de látex y caucho. Para ello, invadieron los territorios de los pueblos apurinãs y se apropiaron injustamente de los recursos de sus tierras. Los coroneles no dudaron en utilizar la violencia, maltratar y eliminar a los siringueros, los verdaderos dueños de este lugar.

Cleusa pretendió poner paz en el conflicto entre los blancos y los indios. Pese a las muertes violentas por ambas partes, como responsable de la pastoral indigenista del CIMI educó a los pueblos indígenas para defender sus derechos, siempre desde la palabra, la no violencia y los valores evangélicos.

Fue asesinada en 1985 cuando regresaba de una comunidad apurinã. Hasta allí había acudido para hablar con sus miembros, pedirles que mantuvieran la paz y buscaran las justicia, pese a las muertes que se habían producido en la aldea. Mientras navegaba por el rio Passiá, Raimundo Podiven –quien luego se supo que fue el autor de los crímenes en la comunidad– la acribilló a disparos y descuartizó su cuerpo.

Varias décadas después, sigue siendo recordada por los pueblos indígenas, quienes ven en ella un referente que les mostró la Palabra de Dios, les ayudó a defender sus derechos sin usar la violencia e incluso dio la vida por su causa.

Agustinos Recoletos