Claret - Alfa y Omega

Claret

Joaquín Martín Abad
Foto: María Pazos Carretero

Antonio Adjutorio Juan Claret Clará murió el 24 de octubre de 1870 en la abadía cisterciense de Fontfroide (Francia). Vivió en Madrid un decenio entre 1857 y 1868. Isabel II lo había llamado para que fuese su confesor, siendo arzobispo de Santiago de Cuba donde llevaba seis años de intenso apostolado incluso con persecución. Allí había fundado las Misioneras de María Inmaculada.

Era un giro impensable en su vida y tuvo que aceptar, con el debido permiso, poniendo cuatro condiciones: no se ocuparía en la política, tendría tiempo para tareas apostólicas, no perdería tiempo guardando antesala y no residiría en palacio. Sufrió lo indecible en su misión pero su actuación influyó notablemente en el comportamiento de la reina.

En Madrid dio ejercicios espirituales a sacerdotes, consagrados y seglares y atendió a pobres y mendigos por quienes mantenía predilección; aquí fundó: la Hermandad de la Doctrina Cristiana para promover la catequesis, y además bibliotecas parroquiales y cofradías del Corazón de María; la Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María y amantes de la humanidad para la acción evangelizadora integrada por sacerdotes y seglares; y las hijas del Corazón de María, como «religiosas en sus casas», abriendo camino al futuro de los institutos seculares.

Vivió en la iglesia y hospital Montserrat (plaza de Antón Martín) promoviéndolos a la vez como un centro no solo sanitario sino también de espiritualidad. Y tuvo que aceptar ser presidente del real monasterio de San Lorenzo de El Escorial impulsándolo cultural y espiritualmente. El 30 de septiembre de 1868 partió, como la reina, al destierro pero pudo participar en el Concilio Vaticano I.

San Antonio María –él mismo se había añadido el nombre de la Virgen– nació en Sallent de Llobregat (diócesis de Vic y provincia de Barcelona) el 23 de diciembre de 1807; su niñez se abrió entre los sobresaltos de la guerra de la independencia y su juventud con los de las guerras carlistas. Abandonó su porvenir en la industria textil e intentó ser cartujo pero se ordenó presbítero diocesano de Vic en 1835; también intentó ser jesuita pero tuvo que volver por enfermedad a la diócesis continuando su actividad misionera, fundando en 1849 la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María, los claretianos.