El Papa de los indígenas - Alfa y Omega

Al cabo de medio milenio, los pueblos originarios de América han sido recibidos con todos los honores en el corazón de la Iglesia católica. Durante tres semanas, el Papa Francisco les ha abierto la puerta grande de la basílica de San Pedro, les ha dado la primera fila en todas las ceremonias solemnes y ha escuchado a sus líderes en los debates del Sínodo de Amazonia.

El contraste con el tratamiento recibido de los gobiernos coloniales o el de los gobiernos actuales de los nueve países de la Amazonía no puede ser más llamativo. Nunca les han llamado por tanto tiempo a uno de los palacios presidenciales, ni les han escuchado con tanto respeto.

En las capitales de Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y las tres Guayanas suelen pesar más las compañías petroleras, gaseras, mineras, madereras o de monocultivos extensivos –para alimentación o biocombustibles– que los derechos de los indígenas.

Francisco era el Papa de la Amazonía desde que convocó un sínodo para abordar las cuatro grandes asignaturas pendientes en ese inmenso territorio de casi ocho millones de kilómetros cuadrados con 34 millones de personas, incluidos tres millones de indígenas. Son 390 etnias que hablan 240 idiomas, sin contar los 130 Pueblos Indígenas en Aislamiento Voluntario (PIAV) que todavía escapan de los garimpeiros, los caucheros esclavistas y asesinos, o las industrias que contaminan su hábitat.

El Sínodo de la Amazonía ha abordado la evangelización, la inculturación, la promoción humana de los indígenas y la protección medioambiental del pulmón del planeta.

Pero, además, ha borrado los agravios de otros. El Papa estuvo con los indígenas el 4 de octubre, fiesta de san Francisco, mientras plantaban un árbol en los Jardines Vaticanos.

Después les invitaría a iniciar el Sínodo rezando juntos en torno a la tumba de san Pedro y caminando en procesión –con las canoas, las redes y las estatuas de indígenas embarazadas– hasta el Aula Sinodal.

Coincidiendo con la asamblea, el Papa inauguró la exposición Mater Amazonia en los Museos Vaticanos, y afirmó que allí hay espacio «para el europeo y el indio, para el chino, el nativo de la selva amazónica o el congoleño…».

Varias mujeres de la Amazonía comentaron en el Sínodo que «todo esto era inimaginable», y que supone «la reconciliación de los pueblos originarios con la Iglesia». Francisco es el Papa de los indígenas.