Madrid cuenta con 37 diáconos permanentes y con 25 aspirantes - Alfa y Omega

Madrid cuenta con 37 diáconos permanentes y con 25 aspirantes

Carlos González García

La diócesis de Madrid cuenta en estos momentos con 37 diáconos permanentes y con 25 aspirantes a serlo. En comunión con el obispo y con el presbiterio, tras su ordenación, pueden realizar el servicio de la Palabra (homilías, catequesis, pastoral, enseñanza religiosa…), el servicio litúrgico (Bautismos y Matrimonios, celebraciones de la palabra, exposición y bendición eucarística, ritos de exequias…) y, de forma especial, el servicio de la caridad a los más pobres.

«Los diáconos surgen para atender especialmente a los pobres, a los enfermos, a los que no pueden asistir a la celebración…», explica Juan Carlos Vera, vicario episcopal de la Vicaría I y presidente de la Comisión Diocesana para el Diaconado Permanente. «Prolongan, de algún modo, la caridad que se celebra en la Eucaristía, el amor de Dios, y que a través de ellos tiene que llegar a todos».

Este viernes, 15 de noviembre, el arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, mantendrá un encuentro en el Seminario Conciliar con los diáconos, candidatos y aspirantes al diaconado permanente, y sus mujeres. En la Eucaristía serán instituidos en los ministerios de lector y acólito los candidatos Ángel Travesí Hidalgo, Alberto López Recuero y Antonio López Viches.

«Nos invitan a vivir con actitud de servicio generoso»

Aludiendo a este encuentro, Vera subraya que «el primer ámbito donde viven el diaconado es en su familia» porque «ellos están casados y, desde ese sacramento primero, que es el matrimonio, viven su vocación diaconal». Sus mujeres, prosigue, son «muy importantes» y «asisten al encuentro porque los sostienen y a veces los ayudan en las tareas pastorales que realizan, en la familia, en la caridad, en la visita a los enfermos…».

Los diáconos, concluye, «están al servicio de esa diaconía común, real y bautismal de todo el pueblo santo de Dios». Ellos «nos invitan a vivir con esa actitud de servicio generoso a los demás» y «así nos lo recuerdan a los sacerdotes, que antes de ser sacerdotes hemos sido ordenados diáconos».

«Nos sentimos Iglesia y miembros del Cuerpo de Cristo»

Uno de los diáconos permanentes que compartirá este encuentro fraternal con el arzobispo de Madrid en el Seminario Conciliar es Tomás Sanz. Lo hará de la mano de Marian, su mujer, y desde la parroquia Santa Teresa de Jesús, de Colmenar Viejo, donde ejerce su ministerio desde hace tres años y medio.

«Tener un encuentro anual con nuestro cardenal es algo que fomenta la hermandad entre los miembros de la Iglesia». Es una manera de «sentirse Iglesia», reconoce, «como miembros del Cuerpo de Cristo». Y hacerlo con su esposa supone, para él, un estímulo más en su ministerio, el más importante de todos. «Nuestra primera llamada del Señor ha sido a casarnos, a tener familia y a vivir de esa unión esponsal con la ayuda de Cristo». Y, después, «hemos tenido una segunda llamada para entregarnos al servicio». Pero «la presencia y el apoyo de nuestras esposas es algo muy, muy grande».

«No concibo mi vida sin la presencia de Cristo»

Sanz vive su compromiso con Cristo «con mucha alegría». Tanto, y de tal manera, que ahora no sabría andar en otra dirección: «No sé cómo sería mi vida sin Cristo y sin haber sentido que Él ha salido a mi encuentro». Por eso, «vivo en clave de agradecimiento» porque «de no ser por Él, mi vida habría sido otra».

En Cristo, incide, «uno encuentra plenitud, sentido y paz». Para él «es el centro» y «mi único deseo es que la voluntad de Cristo sea mi voluntad». Y así, abrazado a ese anhelo que irradian sus ojos, el diácono se aferra a la misericordia y a la oración que visten cada uno de los días de su vida. «Hoy en día no concibo mi vida sin la presencia de Cristo. Es guía, es luz y lo es todo para mí».

Toda una vida de entrega a los demás

Este esposo «agradecido» y padre de tres «maravillosos» hijos, coordina además un programa de acompañamiento integral al final de la vida en el Hospital La Paz. Una tarea que configura lo que es, y todo lo que desea ser. «A cada uno de los diáconos permanentes, Dios nos ha llamando a diferentes sitios». Sin embargo, «hay un denominador común: la entrega a los demás, especialmente en situaciones de vulnerabilidad».

En lo que respecta a su labor hospitalaria, reconoce que «hay algo muy especial» porque «cada día acompañas a cada una de estas personas, o a los familiares y cuidadores», y «la realidad es que es un auténtico regalo porque te entregan lo que más vale, que es su experiencia vida». Y «para eso, como para todo lo que Dios me regala», destaca, mientras mira al Cristo que reposa –con las manos abiertas– sobre el altar mayor de su parroquia, «no hay realmente palabras…».

Más información en la web de la Comisión de Diaconado Permanente