Venid y descansad - Alfa y Omega

Las cooperadoras de Betania llevan desde el año 1949 en nuestra parroquia. Durante 70 años han sido testigos de cómo el pueblo ha ido cambiando. Empezaron en unas humildes habitaciones de la casa parroquial y, por los años 60, tras una cuestación popular, construyeron el actual convento.

La congregación había sido fundada en 1925 por el sacerdote valenciano Pedro García Cerdán que, «movido por amor al sacerdocio y a la Eucaristía», decidió paliar la soledad y las necesidades de los sacerdotes de pueblos pequeños mediante la creación de una orden religiosa destinada exclusivamente a su atención y santificación. Hoy estas religiosas se dedican «al servicio de los presbíteros tanto en la asistencia personal como en la catequesis, el desarrollo de su ministerio pastoral y en la liturgia, así como al apostolado, colaborando con los sacerdotes en activo y hospedando y cuidando a los que están jubilados y enfermos». Misión humilde, callada, pero transcendente.

En los primeros años, al quite de las necesidades de la gente, se dedicaron a formar y enseñar a muchas niñas. Hasta iniciaron las primeras escuelas de costura y de pintura.

Cuando la educación infantil no existía, las cooperadoras fueron pioneras y crearon una escuela a la que asistíamos los niños de entonces. La madre Julia, las hermanas Ángeles, Josefina, Valeriana… nos enseñaban las primeras letras y oraciones. Y aún hay gente que recuerda a la hermana María, a la que, ya mayor, se la veía a cualquier hora del día o de la noche salir a pie del convento para poner inyecciones a los enfermos.

A lo largo de estos años, 14 mujeres migueletas han formado parte de la congregación. Ahora los tiempos han cambiado, la comunidad está formada por dos monjitas mexicanas y otras dos de Kenia, porque tal vez nuestros pueblos también son tierra de misión. Pero el espíritu fundacional sigue vigente: las puertas de su iglesia se abren cada mañana temprano, los enfermos reciben la visita y el consuelo de las religiosas, y el pueblo entero se beneficia de su oración, trabajo y sacrificio, como reza el lema de la congregación. Tras todo este tiempo, ¡gracias y adelante!