«En Burundi la gente no quiere guerra», misionero
 Germán Arconada, 51 años en el país - Alfa y Omega

«En Burundi la gente no quiere guerra», misionero
 Germán Arconada, 51 años en el país

El palentino Germán Arconada, Misionero de África, «Padre Blanco» que ha pasado más de 50 años de su vida en el Burundi nos ofrece algunas claves de la situación que vive el país del corazón de África. Él ya vivió la Guerra Civil que asoló el país entre 1993-2005, atendió a los refugiados del país en la vecina Tanzania y al estar amenazado tuvo que ausentarse hasta en tres ocasiones del país en dos años

Manos Unidas
Germán Arconada, en Gatwe (Gitega, Burundi) Foto: Ana Palacios/Manos Unidas

«La noticia se supo hoy 13 de mayo de 2015 a las 13:50 h. a través de la radio Isanganiro y la población, hastiada de los disturbios de estas últimas semanas, se ha lanzado a la calle para aplaudir este golpe de estado. Esto ha cogido por sorpresa al Presidente que se encontraba en Dar-es-Salam (Tanzania) para una reunión sobre la seguridad en Burundi».

«Tengo la impresión que el golpe de estado va a tener éxito y puede quedarse con el poder. Pero conviene saber que Nkurunziza preparaba esta eventualidad. Algunas hipótesis hablan de represalias sufridas por quienes fueron testigos de estos preparativos en el Congo. Si vuelve Nkurunziza para recuperar el poder habrá mucha sangre».

«El General-Mayor Godefroid Niyombare, es un hutu (etnia mayoritaria en Burundi). Hasta hace pocos meses era el responsable de ‘los servicios secretos’ del país y fue uno de los primeros en pedir al presidente Nkurunziza que no se presentara para el tercer mandato porque no era legal. La respuesta fue tajante y el mismo presidente le retiró de su cargo, mostrando así claramente la ruptura con este hombre fuerte del Gobierno».

Éstas son las palabras de Germán Arconada, (Misionero de África, Padre Blanco, nacido en Palencia el 3 de mayo de 1937) que ha pasado más de 50 años de su vida en Burundi. Arconada ya vivió la Guerra Civil que asoló el país entre 1993-2005, atendió a los refugiados del país en la vecina Tanzania y al estar amenazado tuvo que ausentarse hasta en tres ocasiones del país en dos años. En este sentido Arconada asegura: «estar amenazado por uno u otro bando en situaciones parecidas es algo normal. Y los que creen que la solución está en el enfrentamiento, los que buscan la reconciliación son mal vistos por los señores de la guerra. Algo de esto he vivido, pero no estaba sólo, estaba comprendido y arropado por los que buscan la solución en la reconciliación».

Germán Arconada, en Mugamaba (Bururi, Burundi) Foto: Ana Palacios/Manos Unidas

Él ha sido interlocutor y responsable de varios proyectos de Desarrollo financiados por Manos Unidas en el país. En relación con esta labor afirma que «los proyectos que he podido realizar con Manos unidas u otros organismos buscaban la reconciliación y la construcción de una estructura estable en el país, además de servicios sanitarios, educativos…etc. Los odios y venganzas destruyen la convivencia. Y la solución no está en las armas. Está en el amor fraterno y en el perdón. Saber rezar y saber mirar a los otros con los ojos de Dios es la mejor solución».

Preguntas sin resolver

«Las dudas que ahora se plantean son ¿Que va hacer Nkurunziza? ¿Volverá con su avión privado a Burundi? ¿El ejército y la policía cual va a ser su reacción? ¿Los ‘amigos y apoyos de Nkurunziza’ como van a reaccionar? ¿Se vengarán los manifestantes los manifestantes vengarán los asesinatos de sus miembros? ¿Puede considerarse que la Iglesia con su discurso de ayer, descalificó al Presidente Nkurunziza? ¿Podrá la Iglesia impedir las venganzas de los que se han visto maltratados por la policía en estas últimas semanas?».

«En Burundi la gente no quiere guerra. Pero tampoco quiere que uno se presente injustamente como candidato para perpetuarse en el poder. Sin embargo la gente para evitar la vuelta a la guerra hubiera aceptado la situación de un tercer mandato de Nkurunziza. Pero la oposición no lo acepta. Y en la oposición hay hutus y tutsis. ¿Pero que va a pasar? nadie lo sabe».