127 días a la intemperie - Alfa y Omega

127 días a la intemperie

La Campaña del Frío comienza en Madrid con serias dudas acerca de la capacidad de la ciudad para acoger a las personas sin hogar que se ven expuestas al frío y a la intemperie. Cada vez llegan a la capital más refugiados, muchos con niños, lo que agrava la situación. Mientras, Ayuntamiento y Gobierno central se pasan la pelota de la responsabilidad de la acogida

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: EFE/Javier Lizon

Hasta el 20 de marzo, el Ayuntamiento de Madrid va a ofrecer a los cientos de personas sin hogar que deambulan por las calles de la capital una cama y un techo bajo el que dormir. Serán 509 plazas –479 en albergue y 30 en centros de día–, que se suman a las habituales que están abiertas todo el año. Sin embargo, no es suficiente. En diciembre del año pasado, con la Campaña del Frío ya empezada, el propio Consistorio cuantificó en 650 el número de personas que sobrevivían al invierno fuera de los recursos de acogida –es decir, dos de cada diez personas sin hogar dormía en la calle en Madrid–, pero este año serán más debido al aumento de solicitantes de asilo que ha experimentado la ciudad en los últimos meses.

La semana pasada moría en Algeciras un joven sin hogar, y el frío que lleva sintiéndose en España desde hace semanas amenaza la vida de miles de personas a lo largo de toda nuestra geografía. Sin embargo, en el caso de Madrid juega un papel importante otro elemento más: el aeropuerto de Barajas se ha convertido en la primera frontera de España y allí llegan cada día numerosas personas que solicitan asilo y que, tras consumir los escasos ahorros que traen consigo, se ven abocadas a buscarse la vida en comedores y albergues. Muchos de ellos acaban a las puertas del Samur Social, el recurso de emergencia por excelencia del Ayuntamiento, y, si no encuentran una plaza de acogida, pasan a dormir a la calle.

El lío de las administraciones

La Campaña del Frío del Ayuntamiento, que comenzó este lunes y durará hasta el 30 de marzo de 2020 –serán 127 días–, se ha iniciado este año en medio de una fuerte polémica. Por un lado, la creciente presencia de refugiados en las calles obligó a abrir con antelación, hace ya varias semanas, uno de los albergues que se estaban reservando para el invierno: el del Pozo del Tío Raimundo, con capacidad para 140 personas, que se llenó en apenas tres días.

Por otra parte, algunos de los espacios que se ofrecían no estaban en condiciones suficientes de habitabilidad por estar en ruinas. Otros dos eran colegios no ocupados que, en el momento de ofertarse, tampoco disponían de condiciones de habitabilidad. También se ofreció otro albergue situado en Cercedilla, a 60 kilómetros de Madrid, lo que planteaba numerosos problemas logísticos a la hora de que estas personas puedan hacer los trámites necesarios para su regularización administrativa.

El Ayuntamiento ha trabajado con rapidez y ahora ha dispuesto 519 plazas en diversos lugares de la capital. Pero no es suficiente y el Consistorio y el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social se están pasando mutuamente la pelota sobre de quién es la responsabilidad de acoger a todas estas personas.

Hace un par de meses, una reunión a dos bandas arrojaba el deseo compartido de ofrecer 1.350 plazas en total para las personas sin hogar en Madrid. Sin embargo, con la Campaña del Frío ya empezada y el invierno a las puertas, no se ha podido concretar cómo alcanzar dicha cifra. De hecho, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, envió la semana pasada una carta al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, denunciando que «desde el Gobierno no se están dando las soluciones que demanda esta emergencia social», y solicitaba «una implicación absoluta» por parte del Ejecutivo central.

Paralelamente a esta misiva, el delegado del área de Familias, Igualdad y Bienestar Social, José Aniorte, envió otra carta a Magdalena Valerio, ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, señalando que el aeropuerto de Barajas se ha convertido en «la principal frontera de España», por lo que miles de personas tienen que ser atendidas en la red de acogida de emergencia del Ayuntamiento de Madrid, «una de las más grandes de Europa, pero que no alcanza para la gran afluencia de solicitantes, cuya acogida es competencia del Gobierno».

De hecho, los datos le dan la razón a Aniorte: en 2018, Madrid recibió a 20.731 personas que solicitaron protección internacional. El 31 de octubre pasado la cifra llegaba a 41.510 personas, cuadruplicando a la segunda comunidad autónoma en solicitudes de asilo.

«El Ayuntamiento de Madrid va a ser parte de la solución, pero es necesario que el Gobierno de España haga más: la competencia de acogida a refugiados es suya y por tanto ellos tienen los recursos. Llegan a Madrid pero vienen a España. Acogerlos es un deber nacional», denunciaba Aniorte en redes sociales hace unos días.

En el lado opuesto de la acera, el Gobierno echa balones fuera. La secretaria de Estado de Migraciones en funciones, Consuelo Rumí, ha respondido a las reclamaciones del Ayuntamiento de Madrid denunciando que «no puede ser que Madrid disponga de tan pocos recursos» para acoger a los solicitantes de asilo que duermen en la calle. Y que, precisamente por estar en las calles de la capital, «es el Ayuntamiento el que tiene que cumplir sus funciones, y más en una estación como la de ahora, en la que se han de ampliar los recursos de frío».

En medio de este cruce de acusaciones en público, la Campaña del Frío ya ha empezado y la pelota está sobre el tejado de las administraciones. Así, Aniorte ha convocado para el viernes una reunión con Unicef, Acnur, Save the Children, la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Trabajo.

El ambiente se enrarece aún más tras la decisión de la plantilla del Samur Social de convocar un paro de 24 horas coincidiendo con el inicio de la Campaña del Frío por «la falta de herramientas de trabajo» y falta de «personal suficiente» para ejercer su labor.

Acogida sostenible y adecuada

Mientras, ante la escasa coordinación de los poderes públicos, son las asociaciones, las parroquias y los particulares los que están bajando a la puerta del Samur Social –la última frontera dentro de la frontera en la que se ha convertido Madrid– a atender como pueden a los sin techo.

Algunos han acogido en sus casas a familias, otros han pagado la pensión a refugiados, algunos llevan comida y mantas a los que se ven obligados a dormir en la puerta. Twitter es testigo cada día del empeño particular de muchos para aliviar como pueden la situación de estas personas. Hasta el Defensor del Pueblo ha recibido estos días una queja para que dé respuesta a las numerosas familias solicitantes de asilo que no logran entrar en el sistema de acogida.

Pero no solo son los solicitantes de asilo los que están en dificultades. Madrid tienen una población más o menos estable de personas sin hogar a los que el sistema de acogida no da la respuesta que demandan. Lo denuncia Miki, del Movimiento Nadie Sin Hogar: «La gran mayoría de los que consiguen entrar en el sistema están descontentos por las condiciones que se ofrecen. Te ves abocado a dormir hacinado en la misma habitación, con otras 16 o 20 personas, en literas, junto a enfermos, drogodependientes, alcohólicos… Hay más riesgo de contagios y son habituales los conflictos».

Además, la Campaña del Frío solo ofrece acogida de noche: «Abren por la tarde y te tienes que marchar por la mañana. El resto del día te tienes que buscar la vida por Madrid pasando frío».

Es verdad que «menos es nada», pero desde su movimiento solicitan «una acogida digna todo el año, no solo en invierno. Si la labor de los servicios sociales está orientada a que la gente pueda tener una vida autónoma, así es imposible. Así no se puede rehacer una vida».

Por eso, reivindican «una acogida sostenible y adecuada para recuperar en lo posible la autonomía de las personas sin hogar. Es una barbaridad que durante el año haya camas vacías y habitaciones cerradas reservándolas para la Campaña del Frío. Si se usasen el resto del año, algunos podrían tener la estabilidad necesaria para salir de la calle y no necesitar esta campaña».

Esta demanda la han llevado hasta la Moncloa, donde el presidente del Gobierno en funciones «tiene encima de la mesa una carta exponiendo nuestra situación», dice Miki. De momento no han recibido respuesta».

Niños durmiendo bajo la lluvia

Buena parte de las familias que llegan a Madrid por Barajas vienen con niños y niñas que, dada la insuficiencia de la red municipal y la incapacidad de las administraciones para ponerse de acuerdo, se han visto obligados a dormir en la calle.

La semana pasada, con ocasión del Día Internacional de los Derechos de la Infancia, el vicario para el Desarrollo Humano Integral y la Innovación de la diócesis de Madrid, José Luis Segovia, tildó de «impresentable» que el Gobierno español, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la capital «dejen a niños durmiendo bajo la lluvia» y que tengan que «intervenir la Iglesia y la solidaridad ciudadana» para «evitar que se pateen su dignidad y derechos».

La diócesis ya ha denunciado en varias ocasiones que los recursos públicos son insuficientes y ahora mismo hay varias decenas de personas acogidas en templos y centros de pastoral de la Iglesia, con el apoyo inestimable de los vecinos. Es la otra cara de un problema que se está agravando estos días al coincidir en la calle personas sin hogar, personas desplazadas forzosamente desde otros países y personas que padecen desahucios. Entre ellos, muchos niños.