Apocalipsis espiritual - Alfa y Omega

Apocalipsis espiritual

Isidro Catela
Doug Coe, a la izquierda, líder de 'The family', durante un encuentro con Ronald y Nancy Reagan
Doug Coe, a la izquierda, líder de The family, durante un encuentro con Ronald y Nancy Reagan. Foto: Netflix.

El Apocalipsis, conviene recordarlo, acaba bien. Su fama, ganada a costa de calificar tiempos decadentes, le precede y su representación no suele ir más allá del retrato de la Bestia. The family, una miniserie documental de Netflix sobre la organización americana que utiliza la religión para asaltar los cielos de la política, parece advertirnos que, como le dejemos los mandos en las manos de fanáticos, el fin del mundo no va a tardar en llegar. La miniserie, de cinco capítulos de unos 50 minutos cada uno, arremete desde el plano inicial contra una suerte de secta que asfixia a todo aquel al que le cae encima. Dicen no ser cristianos, sino seguidores de Jesús. Dicen que si Jesús volviera hoy jugaría al fútbol americano, porque Jesús de Nazaret es un líder nato, por encima de todo, fuerte, invulnerable. Dicen que hay que seguirle en secreto, porque, cuanto menos se sepa de una organización, mayor será su influencia social. Y con eso, está dicho casi todo.

Netflix se muestra inmisericorde, tira de las voces de los disidentes, los que estuvieron dentro y conocieron ese particular infierno, para ir a degüello desde el inicio. La imagen de un árbol que echa sus raíces hasta subir a la superficie de la Casa Blanca es muy elocuente: usarás el nombre de Jesús en vano y lo instrumentalizarás con fines políticos. Quizá recuerden a la siniestra organización porque invitó al expresidente Zapatero a uno de sus famosos desayunos en Washington.

A pesar del interés de algunos testimonios, la serie es previsible y espesa. Visto un episodio, están casi todos vistos. Basada en el libro homónimo de Jeff Sharlet, uno de los exmiembros de la familia que ponen rostro y voz al documental, está bien hecha técnicamente y, por mucho que algunos quieran estiran la fantasía, nos queda muy lejano ese totum revolutum a la americana entre religión (o algo así) y poder político.

Salvo que tengan un gran interés por el retrato de esta peculiar familia, dibujada, eso sí, con pincel fino, al modo de las familias de la mafia siciliana, no merece la pena dedicarle ni un minuto. El tiempo que se ahorran, y si de verdad tienen poderosas razones para la congoja (esperanzada) pueden dedicarlo a una lectura (o relectura) del Apocalipsis, el de san Juan, el genuino.