El cardenal Stepinac salvó a más de 6.000 judíos de los nazis - Alfa y Omega

El cardenal Stepinac salvó a más de 6.000 judíos de los nazis

Una investigadora bosnia de origen judío quiso averiguar más detalles sobre cómo su familia logró salvar la vida en la Segunda Guerra Mundial, tema tabú del que sus padres nunca le hablaron en la Yugoslavia comunista. Para su sorpresa, emergió la figura del beato arzobispo de Zagreb, presentado por la leyenda negra como colaboracionista del régimen ustashi

Ricardo Benjumea
Juicio farsa al cardenal Stepinac en Zagreb en 1946. Fue condenado a 16 años de trabajos forzados. Foto: CNS

«Las paredes oyen», es el argumento que a menudo escuchó de niña Esther Gitman al preguntar en casa por viejas historias de la guerra. Pasados más de 70 años de la derrota de la Alemania de Hitler, se propuso investigar cómo sus padres y otras familias judías habían logrado salvar la vida. Solicitó –y obtuvo– una beca Fullbright, que la prestigiosa institución académica le concedió a pesar de su escepticismo por la dificultad de encontrar nuevos documentos y testimonios de supervivientes.

Otro escepticismo que tuvo que vencer Gitman fue el suyo propio, ha confesado en declaraciones al diario The Boston Pilot. Porque de sus primeras entrevistas con 67 supervivientes y la revisión de la documentación comenzó a aparecer en un gran número de relatos un nombre totalmente inesperado para ella: Aloysius Stepinac. Se trata de una figura controvertida para muchos, hasta el punto de que, antes de continuar con su proceso de canonización, el Papa Francisco ha aceptado poner en marcha una comisión de estudio formada por historiadores croatas (de mayoría católica) y serbios (ortodoxos). Estos últimos acusan al beato de haber colaborado con el régimen filonazi de la Ustacha durante la Segunda Guerra Mundial.

Muy crítico con la Ustacha

Pero el retrato que fue ofreciendo la investigación dista mucho del que posteriormente trazaría de Stepinac el régimen del mariscal Tito. Las primeras acciones del arzobispo son anteriores a la persecución en Yugoslavia. Ya en 1936 organizó una campaña para auxiliar a migrantes hebreos procedentes de Alemania y Austria, para lo que solicitó ayuda económica a católicos adinerados.

También criticó abiertamente la ideología nacional socialista: «El amor hacia la propia nación no puede convertirle a uno en un animal salvaje», les dijo en 1938 a un grupo de estudiantes. Y un año después, en 1939, volvió a organizar una gran campaña de ayuda a los judíos perseguidos en Alemania.

Aloysius Stepinac siguió exactamente la misma política tras la ocupación nazi, en abril de 1941. Puso en marcha escondites, pidió a los sacerdotes y congregaciones religiosas que hicieran la vista gorda con los falsos convertidos del judaísmo que intentaban salvar la vida y realizó incontables gestiones ante las autoridades. Llegó a amenazar al Gobierno con cerrar todas las iglesias de Zagreb y hacer sonar de forma permanente las campanas en señal de protesta si las autoridades cumplían su amenaza de detener a judíos en matrimonios mixtos con cristianos. Solo por esa vía salvó unas 1.000 vidas. Esther Gitman ha calculado que el cómputo total supera las 6.000.

Un caso llamativo es el de un grupo de 58 ancianos en un geriátrico que iban a ser deportados a Auschwitz. Stepinac se los llevó a un edificio propiedad de la Iglesia, donde los protegió hasta después de la guerra. Iba a visitarlos con frecuencia.

Simultáneamente, sin embargo, el prelado se abonó a una línea de realpolitik con el régimen de Pavelic y trató de evitar una confrontación directa demasiado abierta. A pesar de ello, con frecuencia expresó abiertamente sus opiniones políticas en sus homilías, que circularon profusamente en aquellos años de forma clandestina. Y cuando el Gobierno le ofreció exonerar a cinco religiosas y dos sacerdotes de origen judío de la obligación de llevar una estrella de David en un lugar visible, les conminó públicamente a no retirársela, como señal de solidaridad con el resto de judíos y de respeto por sus propias raíces hebreas.

Un oficial nazi escribió acerca de él a sus superiores: «Si algún obispo en Alemania hablara de ese modo en público, no bajaría vivo de su púlpito».

El propio Stepinac era consciente del peligro que corría, y durante un viaje a Roma le confesó a un escultor croata que esperaba más pronto que tarde morir asesinado, según pudo recabar Gitman. Y si esto no ocurría, añadió, «los comunistas me matarán más adelante».

Perseguido por Tito

Tras su llegada al poder en Yugoslavia, el mariscal Tito trató de formar una Iglesia católica nacional independiente de Roma. Aloysius Stepinac se negó a asistir siquiera a las reuniones, y siguió criticando abiertamente las detenciones de sacerdotes o las confiscaciones de propiedades eclesiales. En septiembre de 1946, fue acusado y condenado a 16 años de trabajos forzados en un juicio farsa por colaboracionismo con los nazis.

Su liberación pudo haber llegado en 1950, cuando un grupo de senadores norteamericanos puso esa condición para la entrega de ayuda norteamericana a Yugoslavia. El régimen, sin embargo, lo condicionó al exilio del prelado, pero este se negó a abandonar el país.

En diciembre 1951, le fue conmutada la pena por arresto domiciliario. En 1953, Pío XII le creó cardenal. Murió en 1960 a consecuencia de las enfermedades contraídas en prisión. Juan Pablo II le beatificó el 3 de octubre de 1998.