Día de san Andrés - Alfa y Omega

Dicen los mayores del lugar que en Miguel Esteban «no hay fiesta sin Misa, ni celebración sin invitación». Y cuentan también que suenan las campanas de la iglesia, esta se llena y luego preguntan por quién es la Misa hoy o qué celebramos. Como «por san Andrés invierno ya es», al caer la tarde las campanas de la iglesia repican a fiesta y tras la imagen del santo se inicia la procesión. La tarde es fría, pero los compases de la banda de música animan a acudir. La imagen paseando por las calles del pueblo nos recuerda que antiguos pobladores de estas tierras decidieron dedicar la parroquia a san Andrés, uno de los primeros discípulos de Jesús. Desde su puesto privilegiado en el altar mayor, al lado del Santísimo, nos sigue recordando las palabras que le dijo a su hermano Pedro: «Hemos encontrado al Salvador del mundo». Y, desde ese momento, lo siguieron.

Durante la celebración de la Eucaristía se recordó a cuantos fueron parte de la parroquia y se agradeció el trabajo de cuantos hoy siguen colaborando: catequistas, visitadoras de enfermos, hermandades, Cáritas, Manos Unidas, Acción Católica, el grupo de limpieza, coros… y especialmente a las personas enfermas que, con su oración, son el cimiento sobre el que se asienta.

Como este curso el Plan Pastoral tiene como tema la familia, un ponente nos recordó cómo sigue siendo el mejor antídoto contra el individualismo y el egoísmo del mundo actual. La familia cristiana está llamada a ser el germen de la nueva sociedad.

Y, para terminar, llega el momento de compartir experiencias, vivencias y el esfuerzo de muchas personas que con ilusión han preparado algunos platos tradicionales: tortilla, empanada, pisto manchego, borrachos… El bocado más sabroso de lo que se hace con cariño es el que le da el otro. Y no podría faltar el zurra, porque, «por San Andrés, el mosto vino es».

Sin duda, el pasado 30 de noviembre fue un día importante: es el santo de uno de mis hijos, cumple los años mi mujer y es el patrón de mi parroquia.