El Cuatro latas del Papa, 25 años al servicio de los pobres - Alfa y Omega

El Cuatro latas del Papa, 25 años al servicio de los pobres

El Papa Francisco tiene coche nuevo. El sacerdote italiano Renzo Zocca le regaló al Santo Padre un viejo Renault 4 con 300.000 kilómetros a sus espaldas y que se había utilizado durante 25 años al servicio de los pobres. El propio Papa fue quien condujo el coche de vuelta a su residencia tras encontrarse con los 100 peregrinos que le trajeron el coche hasta el Vaticano

José Calderero de Aldecoa

Las páginas de los periódicos de medio mundo, también los medios digitales, han publicado en estos días unas fotos del Papa Francisco subiéndose a un pequeño coche blanco, un Renault 4. Las especulaciones, como de costumbre, volvieron a difundirse rápidamente pero gracias al semanario católico Famiglia Cristiana ya se conoce la historia del nuevo papamóvil.

El coche, un Renault 4 de 1984 y con 300.000 kilómetros en su motor, pertenecía al sacerdote italiano don Renzo Zocca, de 70 años, quien recibió el coche de manos del presidente del club de fútbol Verona Calcio cuando era capellán del equipo.

«Nunca me dejó tirado», reconocía don Renzo, quién decidió escribir al Papa para contarle su experiencia y la del coche durante los 25 años de trabajo en el barrio obrero de Saval en Verona y su intención de regalarle el coche.

El sacerdote escribió al Papa el pasado 15 de julio y éste le llamó personalmente por teléfono casi un mes después, el 10 de agosto, para darle las gracias, explicarle que no quería el coche y animarle a que lo vendiera y entregase el dinero a la caridad. Don Renzo respondió que «ese coche lo había dado ya todo a los pobres, y le confirmé mi propósito de entregárselo. Me preguntó si tenía otro coche, y cuando le dije que tenía otro más reciente, lo aceptó».

La entrega del vehículo se produjo el pasado sábado 7 de septiembre, día en el que el Papa había convocado una jornada de ayuno y oración por la paz en Siria. A la hora fijada el sacerdote apareció en el Vaticano con el coche y con un grupo de 100 feligreses. La Guardia Suiza, por motivos de seguridad, sólo dejó pasar a 50 de ellos para que le entregaran el vehículo al Santo Padre.

Al enterarse de que parte de la expedición se había quedado fuera, el Papa no se lo pensó dos veces y se subió al coche para ir a verles. «Nos subimos cuatro. Yo conducía. Él iba a mi lado, y detrás el mecánico Stefano y mi ayudante. Imagine la emoción de los 50 peregrinos cuando vieron acercarse el R4 y que descendía el Papa». Cuando terminó el encuentro, «yo le di las llaves y él se puso al volante. Me había dicho que él también había tenido un R4 y que nunca le había fallado. Le vi alejarse en ese viejo coche como si fuese la cosa más natural del mundo», aseguró el sacerdote don Renzo.