«Están entrando demasiadas armas en la región» - Alfa y Omega

«Están entrando demasiadas armas en la región»

Monseñor Giorgio Lingua, Nuncio Apostólico en Jordania e Irak desde hace 3 años, condenó el aumento de la violencia en la región «porque demasiadas armas están entrando» y por «la intromisión de países extranjeros que bajo el pretexto de la ayuda, tratan de promover sus intereses, no siempre nobles». Esta violencia ha dado paso a un éxodo de cristianos de su tierra, agravado por el conflicto sirio y por la creciente intolerancia, que los excluye de la vida pública y de tener las mismas oportunidades que el resto. Lo hizo en una conferencia sobre Los retos que enfrentan los cristianos árabes en la cumbre que ha reunido a los jefes de las Iglesias y comunidades cristianas de Oriente Medio en Ammán, los días 3 y 4 de septiembre, para centrarse en los problemas y desafíos que afectan a los cristianos en la región

Cristina Sánchez Aguilar

Monseñor Lingua, preocupado por el éxodo de los fieles de la tierra cuna del cristianismo, recalcó que «el rugido de los cañones en la vecina Siria no los hace sentirse más optimistas acerca del futuro». Y aunque no quieren irse de su hogar, «donde viven desde hace 2.000 años», con «el corazón encogido y lágrimas en los ojos, ya tienen su mente en otros lugares».

La persecución que sufren en su tierra no les permite quedarse. El Nuncio, a la vez que pedía el fin de la sangre, la violencia y el odio ante los setenta participantes de la cumbre de Ammán -patriarcas, obispos y sacerdotes, entre ellos el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso- contó historias escalofriantes, como el grito de un niño de tres años, antes de ser abatido a tiros, en la Iglesia de Sayddnat al-Najat, en Bagdad, en 2010. «Basta, es suficiente, basta!» decía el pequeño antes de fallecer, junto con otras 50 personas, entre ellas dos sacerdotes que celebraban la Eucaristía.

Según el Nuncio, esta violencia aumenta porque «demasiadas armas están entrando en la región, y no sabemos en manos de quién terminan», afirmó, y pidió el fin de la intromisión de países extranjeros «que bajo el pretexto de la ayuda o de la exportación de la democracia, tratan de promover sus intereses, que no siempre son nobles».

Durante sus años de experiencia como Nuncio en esta región castigada por la persecución religiosa, monseñor Lingua declaró que los «cristianos esperan, no sólo de las autoridades religiosas, sino también, y tal vez más, de las autoridades políticas, que hagan un esfuerzo en evitar que se vean obligados a dejar sus hogares, contra su voluntad».

Cristianos en la sociedad

Monseñor Lingua señaló que, lo único que buscan con urgencia los cristianos de estos países, «junto con sus hermanos musulmanes, es la paz». Y afirmó que los cristianos no buscan imponer su fe a los demás. Sólo piden ser respetados como creyentes, como seres humanos y como ciudadanos -en la escuela, en el lugar de trabajo, y en el sistema judicial, tanto para hombres como para mujeres-».

La contribución que los cristianos árabes han dado, tanto en el escenario político como en el plano humanitario, para el desarrollo de estos países, es bien conocida. «Ellos quieren seguir haciéndolo, también hoy, pero muchas veces se sienten impotentes», declaró. Hay avances, como la constitución jordana, que el Nuncio puso como ejemplo, pero «todavía hay que hacer más para ponerla en práctica, sobre todo en el campo de la educación, con el fin de crear una mentalidad tolerante».

Finalmente, el Nuncio recalcó los cristianos «quieren dar la mano a sus hermanos islámicos». Sueñan «con sus hijos diciendo a sus nietos lo afortunados que son de haber nacido en el país de Abraham, que viven en las montañas de Elías, que caminan por las calles recorridas por Moisés, en la tierra de Jesús. Sueñan con espadas que se transforman en arados y lanzas en hoces, con un mundo donde la discriminación se convierte en respeto y donde el odio deja espacio para el amor».

«¿Es sólo una utopía?», preguntó a los asistentes. «Estamos aquí para trabajar juntos y hacer realidad ese sueño. El mundo de mañana será un mundo de paz, o la humanidad estará condenada a desaparecer», concluyó.