«Rocieros: ¿qué podéis hacer para renovar la sociedad?» - Alfa y Omega

«Rocieros: ¿qué podéis hacer para renovar la sociedad?»

A las 3:03 de la madrugada del domingo de Pentecostés, cientos de peregrinos saltaban la reja de la basílica del Rocío para lograr llegar hasta las andas de la Virgen, y recorrer las calles almonteñas portando a la Blanca Paloma. «Hoy, nuestra Madre nos pide que cada uno se ponga al servicio de los demás», les dijo el obispo de Huelva, monseñor José Vilaplana

José Antonio Méndez
Momento de la peregrinación de la imagen de la Virgen del Rocío, en medio del cariño popular

En orden, sin los tumultos de otros años, con fervor y hasta con recogimiento –al menos, con todo el recogimiento posible en estos casos–: así saltaron la reja de la basílica de la Virgen del Rocío cientos de los rocieros que acudieron en la madrugada del domingo al municipio onubense de Almonte, para celebrar la fiesta de Pentecostés con esta tradicional romería mariana. Eran las 3.03 de la madrugada cuando se produjo el salto de la reja, que dio inicio a más de nueve horas de peregrinación por las calles de la aldea de El Rocío y sus alrededores. Nueve horas en las que la Blanca Paloma se encontró con las más de 160 Hermandades y Cofradías rocieras y con cientos de miles de peregrinos, entre olés, vivas y coplas a la Madre de Dios.

Momento de la peregrinación de la imagen de la Virgen del Rocío, en medio del cariño popular

Como les dijo a todos ellos monseñor José Vilaplana, el obispo de Huelva, durante la Misa de Pentecostés que se celebró en la basílica, «hemos llegado hasta este santuario buscando la protección de la Virgen, nuestra Madre del Rocío, para descansar en ella, como hijos, nuestros anhelos, gemidos y esperanzas». En el corazón de los rocieros, «hay sentimientos de fragilidad, temor, combates…, pero, arropados por tan buena Madre, también de confianza, esperanza y deseos de colaborar en la renovación de la Iglesia y de nuestra sociedad», afirmó monseñor Vilaplana. Así, el obispo animó a los rocieros a «participar en la renovación de la Iglesia y en la regeneración moral de nuestra sociedad», pues «el cristiano se reconoce hermano de todos los hombres y, por tanto, no puede resignarse ante las desigualdades», y les recordó que «toda reforma moral ha de ir precedida de la experiencia del amor de Dios, recibido como don». Antes de preguntarles «¿qué podemos hacer para que la Iglesia se rejuvenezca y nuestra sociedad se renueve?», monseñor Vilaplana recordó que ser rociero implica un compromiso de vida pues, «hoy, nuestra Madre nos pide que cada uno se ponga al servicio de los demás».

Momento de la peregrinación de la imagen de la Virgen del Rocío, en medio del cariño popular