Historia de un pueblo provida - Alfa y Omega

Historia de un pueblo provida

Mairena del Alcor, con sólo 20.000 habitantes, tiene una asociación Provida de las más activas de España. El origen de esta gran labor está en un sacerdote que, durante 50 años, defendió, con palabras y obras, a los no nacidos. Hace 15 años, Luis Tomás Rubio, un joven gravemente enfermo, que se cruzó en el camino de la asociación, puso a su servicio sus dotes como publicista. Murió a los 30 años. Al cumplir también 30 años la asociación, le ha rendido homenaje

María Martínez López
Inauguración de la Muestra-Homenaje.

«Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente». Las fuertes palabras del Beato Juan Pablo II en 1982, durante su primera visita a España, fueron el detonante para la creación de la asociación Provida de Mairena del Alcor (Sevilla). Ahora, esta asociación celebra su 30 aniversario, y es conocida por ser una de las más activas en España. En un municipio de 20.000 habitantes, han llegado a superar los 600 socios –el equivalente, por ejemplo, a 100.000 en Madrid–, y tiene unos 15 voluntarios. Cada semana, atienden a madres embarazadas o con hijos pequeños en dificultades, y se reúnen para planear otras actividades: la Semana de la Vida, la caseta para la Feria, la carroza para la Cabalgata de Reyes… Esta labor se extiende más allá de Mairena: han puesto en marcha, en Sevilla y Algeciras, la campaña Taxis por la vida, y abastecen a las entidades provida de toda España del famoso pin de los piecitos.

Una ingente labor que hay que agradecer al Papa polaco…, pero no sólo a él. Tanto o más culpable fue el padre Enrique López, el párroco del pueblo, fallecido hace tres años. «Pasó 50 años aquí», explica don Manolo Fernández, Presidente de la asociación. No dudaba en hablar con claridad del aborto, y, cuando lo hacía, «enardecía a la gente». Así, creó entre los jóvenes de la parroquia un terreno fértil, listo para acoger el desafío de Juan Pablo II.

Uno de los carteles de Luis Tomás para Provida.

El acompañamiento del párroco siguió siendo fundamental en los inicios de la asociación: «En las primeras reuniones estaba con nosotros, se hizo socio, y nos dejó los locales de Cáritas». Con su formación como sacerdote y sus estudios de Psicología, «nos aconsejaba en todo». Todas las actividades de la asociación encontraban eco en sus Misas, y el ejemplo ha cundido: cuando llegaban otros sacerdotes a la parroquia, «les llamaba mucho la atención el movimiento que había en el pueblo en defensa de la vida, y terminaban por implicarse. De hecho, ahora, vive aquí un sacerdote jubilado que, siempre que celebra Misa, pide por la defensa de la vida».

También él tenía 30 años

Para celebrar sus 30 años, Provida de Mairena ha celebrado este mes la Muestra Luis Tomás Rubio La vida en el arte, con la colaboración de 49 artistas que han cedido, al menos, una obra. El importe de la venta se destinará a la ayuda a madres en necesidad. La exposición pretende, al mismo tiempo, ser un homenaje a Luis Tomás Rubio, un publicista que colaboró con la asociación y que, en el año 2000, murió tras un trasplante de pulmón. Tenía 30 años, los mismos que cumple ahora la asociación, y llevaba toda su vida luchando contra la fibrosis quística. Luis Tomás colaboraba con la Fundación Kolbe de publicistas católicos, a la que los provida de Mairena pidieron ayuda. «Se quedó bastante impactado por la actividad que teníamos –recuerda don Manolo–. Le pareció que nuestra labor era interesantísima, pero que nuestra publicidad tenía muy poca calidad». Entre la documentación que les pidió para profundizar en esta cuestión, se encontraba un estudio hecho en Estados Unidos con mujeres que habían abortado. Mostraba que, aunque sabían que estaban matando a su hijo, «lo habían hecho bajo la percepción de que el niño era una amenaza para su propia vida». Esto «impresionó mucho a Luis Tomás, e hizo que cambiara el enfoque de toda la publicidad». Como se empezaba a hacer en todo el mundo, sustituyó los mensajes que hablaban sólo de salvar al niño por otros que hablaban de proteger a ambos, madre e hijo.

Entrega y sonrisa, en medio del calvario

Nacido en México, de padres españoles, Luis Tomás Rubio se instaló en Barcelona, en 1998, para recibir tratamiento para la fibrosis quística. «Vino a mi agencia de publicidad a enseñarme sus trabajos, y lo contraté –explica don Francisco Segarra, que fue su jefe en España–. Lo veía delgado, pero sólo después me enteré de que tenía fibrosis quística, y de que hacía un esfuerzo brutal por venir a trabajar y que nadie se diese cuenta». Luis Tomás también quiso unirse a la Fundación Kolbe de publicistas católicos, que presidía el mismo Francisco. «Se implicó mucho más que otra gente. Lo tomaba como un trabajo más, y eso a pesar de que le costaba hasta respirar con normalidad. Pero siempre tenía una sonrisa, era muy animoso». Desde México, don Guillermo, su padre, confirma que Luis Tomás «se sintió muy a gusto y creó auténticas obras de arte» en la Fundación. «La dedicación y felicidad que mi hijo imprimía en su labor era muy hermosa, y sobre todo le permitía llevar su mortal enfermedad con una dicha que nos resultaba ejemplar. La fibrosis quística fue, a lo largo de su vida, un auténtico calvario. Eso sí, con la inteligencia, el sentido de responsabilidad y el amor a sus semejantes, lo llevaba ejemplarmente, evitando hasta donde podía el sufrimiento a quienes convivíamos con él». Don Guillermo está especialmente orgulloso del trabajo provida de su hijo, pues «hay que juntar ejércitos de bien nacidos para defender a los no nacidos».