Un sacerdote sirio muere asesinado a tiros - Alfa y Omega

Un sacerdote sirio muere asesinado a tiros

La Santa Sede ha confirmado en un comunicado que el sacerdote católico sirio François Murad murió asesinado en el norte del país el 23 de junio. La información viene precedida del revuelo causado en los medios de comunicación internacionales tras la difusión de un video en el que los opositores al régimen de Bashar al-Asad decapitaban a dos prisioneros, uno de los cuales se había identificado con el sacerdote

Cristina Sánchez Aguilar

Tras un pormenorizado análisis de las imágenes, miembros de Human Rights Watch y activistas sirios locales aseguran que lo más probable es que dicho video habría sido grabado varios meses antes del fallecimiento de Mirad, y en otra ubicación.

Lo que sí es cierto es que Murad fue asesinado en un convento de la Custodia, «donde se encontraba para prestar ayuda y refugiarse». Así lo ha aseverado la Custodia franciscana en un comunicado, aunque las circunstancias exactas de su muerte no se han aclarado aún.

El Padre François era muy conocido en la región donde estaba retirado, desde hace años, como eremita. Tras haber realizado el noviciado franciscano con la Custodia, en Roma, sintió una llamada del Señor a la vida contemplativa que se hizo realidad en Siria, su país. Aunque «sus vínculos con la Custodia siguieron siendo fuertes, y solía ir, con frecuencia, a ayudar a los distintos conventos, sustituyendo a los frailes, hasta tal punto que era uno de nosotros». Desde que comenzó la guerra en Siria, dejó su ermita para asistir a un fraile enfermo y prestar servicio en una comunidad religiosa vecina, donde fue abatido a tiros por los rebeldes.

«Su muerte ha sido un duro golpe para todos los frailes», aunque, en la esperanza, los franciscanos reconocen que su labor «sigue siendo una gran ayuda espiritual para la población a la que sirven. La guerra tiene un impacto negativo, pero también ha animado a los cristianos de distintos ritos a acercarse unos a otros, a ayudarse recíprocamente y a rezar unidos», añade el texto. «Nuestro papel -dice un fraile residente en la región del Orontes-, es el de ser locos de Dios que continúan llevando esperanza a todos aquellos que piensan que no hay futuro, que no hay esperanza ni caridad».

El trabajo de la Custodia en Siria

La Custodia, en la región del Orontes, acoge a un centenar de personas, «cristianos y musulmanes, sunitas y alauitas. La convivencia es posible, porque el sacerdote ha prohibido a todos hablar de política en el monasterio», recoge el comunicado. Pero falta de todo: «Pan, agua, electricidad… Los frailes y las religiosas franciscanas hacen todo lo posible para procurar medicinas y productos de primera necesidad».

Aunque, reconocen, «los riesgos que se afrontan son grandes». Los frailes han estipulado acuerdos para garantizar sus desplazamientos y así asegurar la llegada de alimentos, pero «la situación es aleatoria pues los grupos extremistas interfieren duramente, y ningún desplazamiento se puede considerar seguro». El secuestro de dos obispos, de los que no se tienen noticias desde hace dos meses, es prueba de ello.

A pesar de ello, «los frailes se prodigan sin descanso para ayudar a la población. Además del cuidado de los dispensarios, acogen a refugiados en algunos conventos, distribuyen alimentos a los prófugos y a todo aquel que se presenta a las puertas de los conventos, participan económicamente en la restauración de las casas destruidas e incluso hacen de intermediarios en los casos de secuestro», concluyen. Esto los causa problemas. En diciembre bombardearon un convento, y, hace días, murió el padre Murad.