Una Iglesia de mártires - Alfa y Omega

Una Iglesia de mártires

Alfa y Omega
Una religiosa dominica abraza a una joven cristiana cuyo padre ha sido asesinado en Iraq

Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) celebra 50 años de presencia en España. La organización ha adquirido gran presencia eclesial y social en este tiempo gracias a sus campañas a favor de los cristianos perseguidos o en situación de necesidad en el mundo. Como no se cansa de repetir el Papa, el número de mártires en la época contemporánea es mayor que en ningún otro período de la Historia, y esta Fundación pontificia es referente indiscutible en la ayuda a los cristianos de países como Irak, Siria, China o Nigeria.

Vivimos un tiempo lleno de contradicciones. Mientras en algunas regiones del planeta la indiferencia religiosa ha avanzado de forma implacable, sólo en lo que va de siglo, 10 mil cristianos han muerto en el mundo por su fe, y otros 200 millones viven sometidos a persecución, dando al mundo un testimonio de fe tan admirable como provocador.

Desde sus 20 delegaciones nacionales, AIN promueve la solidaridad con la Iglesia necesitada en 145 países, a través de la información y la denuncia, y de la caridad. Pero el trabajo quedaría cojo sin el tercer pilar de la organización: la oración. Se trata de un flujo de ida y vuelta. Porque, si nuestra oración sostiene al que sufre, la fe inquebrantable de estos cristianos dispuestos al martirio es todo un revulsivo para esa fe aburguesada en la que tan a menudo nos hemos instalado los católicos occidentales. Hay iglesias llenas en muchos países donde ir a Misa significa literalmente jugarse la vida, mientras en otros lugares, con una amplia oferta de horarios para el culto, los cristianos sucumben a la pereza o a la tentación de forjarse una fe a la carta, que no chirríe demasiado frente a la cultura dominante.

Cruz con impactos de la guerra que presidía el estadio de Kosevo, de Sarajevo, donde el Papa Francisco presidió la Misa, el pasado sábado

AIN es una organización con una larga historia, pero que, desde hace apenas 3 años, está inmersa en una nueva y decisiva etapa en su evolución. Sus orígenes se remontan al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el sacerdote holandés Werenfried van Straaten puso en marcha una campaña para ayudar a los millones de deportados alemanes del Este de Europa, víctimas de las iras de los soviéticos, que se vengaron de los crímenes de los nazis en las comunidades germanas dispersas entre el Oder y el Volga.

El movimiento iniciado por Van Straaten derivó en una red de ayuda a los cristianos católicos u ortodoxos al otro lado del Muro, y de ahí se extendió a todo el mundo. Eran los tiempos de la brutal persecución de Stalin y de Mao, ya felizmente superados, aunque el comunismo no ha desaparecido ni mucho menos como amenaza, y existen depredadores de la libertad religiosa como el hinduismo radical y otros nacionalismos de diverso cuño, o, sobre todo, el islamismo radical.

En 2012, AIN fue reconocida como Fundación de Derecho Pontificio, y pasó a depender de la Santa Sede. La decisión supuso un salto cualitativo. El Vaticano señalaba a esta organización como instrumento privilegiado para canalizar la ayuda a la Iglesia que sufre persecución y necesidad. La consecuencia lógica era una mayor presencia en las Iglesias locales de los países benefactores. En España, Ayuda a la Iglesia Necesitada está inmersa en un proceso de mayor implantación diocesana. Y aunque todavía –de forma inexplicable– persisten en algunos ámbitos ciertas dudas e incomprensiones, probablemente pronto serán tan habituales las oficinas diocesanas de AIN, como puedan serlo hoy las delegaciones de Cáritas, Obras Misionales o Manos Unidas.

Así debe ser. Por los millones de cristianos perseguidos en todo el mundo, a quienes sería injustificable dejar abandonados a su suerte. Y por nuestras Iglesias locales, que se enriquecen con el testimonio de estos hermanos perseguidos, en cuyo espejo deberíamos mirarnos más a menudo para poner a punto nuestra fe.