Sano incorformismo - Alfa y Omega

Es muy difícil estar de acuerdo con todo lo que hacen quienes tienen un ascendiente moral sobre nosotros o están constituidos en autoridad. La discrepancia es, entonces, una reacción espontánea, mezcla, muchas veces, de criterio y sentimiento. Pretender que esta reacción desaparezca sería tanto como despersonalizar al individuo, intentando, a la vez, que los criterios y acciones de los superiores, por ejemplo, tuvieran el rango de expresión objetiva y siempre acertada de la verdad. La verdad es tan rica que nadie la posee plenamente. Nadie puede formularla de una vez para siempre sin que, con el paso del tiempo, requiera nuevas expresiones que la hagan más inteligible a la sensibilidad y a la cultura del momento. Muchas veces, hay serias discrepancias que nacen de las diferencias de lenguaje.

Ante la sensación de disconformidad frente a formulaciones, criterios o acciones ajenas, civiles o eclesiásticas, lo primero que nos concierne es la reflexión serena y profunda. Mediante ella podemos descubrir si en la discrepancia priva el sentimiento o la razón; si el juicio está condicionado por algún tipo de partidismo, o si obedece a la defensa espontánea de los propios intereses no precisamente acordes con la verdad y la justicia.

Esta actitud, que yo considero de gran importancia siempre, y más en estos tiempos en que existe cierta fiebre de opinión y cierta carencia de pensamiento bien fundamentado, debe ser motivo de planteamientos personales y sociales que ayuden a promover una sociedad con mayor madurez, con más ecuanimidad, y con la necesaria capacidad para relativizar lo secundario o lo meramente accidental.

Esto es plenamente aplicable a la vida interna de la Iglesia. Digo más: lo considero necesario para avanzar en la relación y colaboración de las personas e instituciones dentro de la Iglesia; lo cual es condición necesaria para que la Iglesia pueda actuar en medio del mundo como la luz de la verdad, como el signo del amor y como la semilla de la paz por el acercamiento, comprensión e indulgencia entre las personas, las instituciones, los pueblos y las culturas.