«Despertad al mundo» - Alfa y Omega

«Despertad al mundo»

El 29 de noviembre, tuvo lugar un coloquio de tres horas entre el Papa y los miembros de la Unión de Superiores Generales, recibidos al término de su Asamblea general. El contenido se ha conocido gracias a una crónica del director de la Civilità Cattolica, el padre Antonio Spadaro, SJ. El Papa habla desde su experiencia como religioso y como obispo, y deja caer afirmaciones fuertes, como cuando alude a la importancia de «formar el corazón» de los aspirantes a la vida religiosa, ya que, «de otro modo, formamos a pequeños monstruos. Y después, estos pequeños monstruos forman al pueblo de Dios»

Ricardo Benjumea

Fue «un diálogo vivo y espontáneo», y «en un clima de relajación y distensión», según lo describe el padre Spadaro, que, en septiembre, publicó una amplia entrevista con el Papa Francisco. Esta vez, su exclusiva ha sido la crónica del encuentro entre alrededor de 120 Superiores religiosos y el primer Papa religioso desde Gregorio XVI (1831-1846), quien les habló desde su experiencia como antiguo provincial de la Compañía de Jesús y arzobispo de una gran metrópoli, Buenos Aires. La transcripción se basa en las notas que tomó Spadaro.

La primera misión de los religiosos —dijo el Santo Padre, citando a Benedicto XVI— es dar testimonio con su vida, para que la Iglesia crezca «por el camino de la atracción», y «despertar al mundo», haciendo que la gente se pregunte: ¿Qué está sucediendo?».

«La radicalidad evangélica no es sólo para los religiosos: se pide a todos. Pero los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo profético… El acento debe caer en ser profetas, y no en jugar a serlo», advierte. «He visto cosas muy tristes en relación con esto».

Durante la conversación, el Papa anunció dos futuros documentos. Uno, sobre los religiosos no sacerdotes, vocación específica sobre la que existe hoy un vacío. El otro texto se refiere a la relación de los religiosos con los obispos. El documento Mutuae relationes, de la Congregación para los Obispos, de 1978, «ya no es actual», a juicio del Papa. Es importante que los carismas sean respetados y promovidos en las diócesis. «Nosotros, los obispos, tenemos que entender que las personas consagradas no son materiales de ayuda, sino que son carismas que enriquecen a las diócesis».

Salir a las periferias

Buena parte del diálogo se centra en el tema de las periferias, concepto clave en la predicación del Papa. «Estoy convencido de una cosa: los grandes cambios de la Historia se realizan cuando la realidad fue vista no desde el centro, sino desde la periferia. Es una cuestión hermenéutica: se comprende la realidad solamente si se la mira desde la periferia, y no si nuestra mirada es desde un centro equidistante de todo». Según el Papa, «el cumplimiento del mandato evangélico Id a todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura se puede realizar desde esta clave».

El Santo Padre alude a una carta en la que el padre Arrupe, siendo general de los jesuitas, decía que, para hablar de pobreza, es necesario el contacto directo con los pobres. «Para mí, esto es realmente importante».

«Es necesario conocer la realidad por experiencia, dedicando un tiempo a ir a la periferia para conocer la verdad de la realidad, lo vivido por la gente. Si esto no ocurre, entonces se corre el riesgo de ser abstractos ideólogos o fundamentalistas».

De igual modo, al tratar con los jóvenes, es necesario «un nuevo lenguaje, un nuevo modo de decir las cosas». Hoy nos enfrentamos a nuevas y difíciles situaciones en el ámbito educativo, «¡una misión clave, clave, clave!», insiste el Papa. «Recuerdo el caso de una niña muy triste que, al final, confió a la maestra el motivo de su estado de ánimo: La novia de mi mamá no me quiere… ¿Cómo anunciar a Cristo a estos chicos y chicas?», se pregunta. «¿Cómo anunciar a Cristo a una generación que cambia? Es necesario estar atentos a no suministrarles una vacuna contra la fe».

Estas afirmaciones fueron interpretadas por algunos medios como señal sobre una nueva posición de la Santa Sede con respecto a la homosexualidad, a lo que el padre Lombardi, director de la Oficina de Prensa respondió con un comunicado, lamentando la «instrumentalización» de las palabras del Papa. Tampoco se trata de una novedad absoluta. El documento preparatorio del próximo Sínodo de los Obispos sobre la familia se refiere a «problemáticas inéditas hasta hace unos pocos años, desde la difusión de las parejas de hecho, a las uniones entre personas del mismo sexo», y se pregunta cómo evangelizar a «muchos niños y jóvenes» que probablemente jamás verán «a sus padres acercase a los sacramentos».

Las periferias o las fronteras hacia las cuales se debe salir no son iguales para todos, sino que «deben buscarse sobre la base de los carismas de cada instituto», aclaró el Papa a los religiosos. Prioridad clara son «las situaciones de exclusión y de marginación», pero Francisco advirtió también frente al peligro de «dejarse llevar por el entusiasmo», y de «enviar a las fronteras de la marginación a los religiosos de buena voluntad pero que no son aptos para esas situaciones. No se deben tomar decisiones en el campo de la marginación sin antes asegurar un adecuado discernimiento y acompañamiento», dice. Para las situaciones de mayor riesgo, se requiere «coraje y mucha oración. Y es necesario que el Superior acompañe a las personas comprometidas en este trabajo».

Inculturación del carisma

Los Superiores le plantean también al Papa las repercusiones para la vida religiosa de las vocaciones en África y Asia. Esto plantea el desafío de la «inculturación del carisma», que, según Francisco, es preciso repensar. «El carisma es uno, pero, como decía san Ignacio, es necesario vivirlo según el lugar, los tiempos y las personas», dice. «No estoy hablando de adaptación folklórica a las costumbres», aclara. «Es una cuestión de mentalidad, de modo de pensar. Por ejemplo: hay pueblos que piensan de manera más concreta que abstracta», afirma, y pone como ejemplo sus dificultades de comunicación, siendo provincial jesuita en Argentina, «con un hermano jesuita que provenía de la zona de los guaraníes, quienes han desarrollado un pensamiento muy concreto». El Pontífice alude también al jesuita español Segundo Llorente, «tenaz y contemplativo misionero en Alaska, que no sólo aprendió el idioma, sino que tomó el pensamiento concreto de su gente».

«Inculturizar el carisma, por tanto, es fundamental, y esto no significa nunca relativizarlo», concluye el Papa, que aboga por «introducir en el Gobierno central de las órdenes y de las congregaciones a personas de varias culturas, que expresen diferentes modos de vivir el carisma».

En este punto, Francisco introduce el problema del llamado reclutamiento vocacional o trata de novicias, según una expresión de los obispos filipinos, «es decir —aclara Spadaro—, la masiva llegada de congregaciones extranjeras que abrían casas en el archipiélago con el fin de reclutar vocaciones y transplantarlas a Europa. «Es necesario tener los ojos abiertos a estas situaciones»», pide el Papa.

La formación de los religiosos

El punto del diálogo que más titulares periodísticos ha dejado es el de la formación de los candidatos a la vida religiosa. El Papa pidió huir de actitudes meramente prohibicionistas. Al referirse a los problemas que conlleva la compleja cultura actual, «mucho más rica y conflictiva que la vivida por nosotros», el Pontífice afirmó que se requiere «mucho diálogo, mucha confrontación. Para evitar los problemas, en algunas casas de formación, los jóvenes aprietan los dientes, tratando de no cometer errores evidentes, de estar sujetos a las reglas muy sonrientes, en espera de que un día se les diga: Bien, terminaste la formación. Esto es hipocresía, fruto del clericalismo, que es uno de los males más terribles».

«La formación es una obra artesanal, no policíaca», añadió. «Tenemos que formar el corazón. De otro modo, formamos pequeños monstruos. Y después, estos pequeños monstruos forman al pueblo de Dios. Esto realmente me pone la piel de gallina».

«Pensemos en aquellos religiosos que tienen el corazón ácido como el vinagre: no fueron hechos para el pueblo. En fin: no tenemos que formar administradores, sino padres, hermanos, compañeros de camino».

Han pasado tres horas. Son las 12:30 h. El Papa se disculpa: tiene cita con el dentista. En su despedida, anuncia una importante noticia, recibida con aplausos: 2015 será un año dedicado a la vida consagrada. «Es culpa de ellos; cuando estos dos se encuentran, son peligrosos», bromea, refiriéndose al prefecto y al secretario de la Congregación para la Vida Religiosa, el cardenal Braz de Aviz, y el arzobispo franciscano español monseñor José Rodríguez Carballo.