Un campamento diferente - Alfa y Omega

Un campamento diferente

Alicia Gómez-Monedero
Ilustración: Asun Silva

San Pablo de los Montes, en Toledo, se convierte, durante ocho días, en el aula de trabajo de integración que la Asociación Síndrome de Down de Toledo organiza en verano. Un lugar donde «comemos, dormimos, lloramos, nos divertimos, reímos, bailamos, hacemos de todo como en una pequeña familia», explica Belén Gil, coordinadora del área de atención temprana y desarrollo de la asociación.

«Las monitoras nos ayudan a todo, vamos a la piscina, hacemos aeróbic, comemos y hacemos bailes», dice Débora. Durante el año, ella asiste a la Asociación de Síndrome de Down de Toledo donde recibe una educación especializada. Hasta los 16 años, ocho días al año, acudía al aula de trabajo que realiza la asociación en las vacaciones de verano. Se trata de un campamento de integración en el que participan tanto niños con Síndrome de Down como niños sin él. «Convivir durante unos días da, a los niños, una percepción diferente cuando después se encuentren a un niño con Síndrome de Down en su cole o en la calle», cuenta Belén.

Teresa acudió al aula de trabajo durante tres años. «Al principio, me chocaba un poco, pero me integré enseguida y me encantaba estar con ellos, jugar y ser una más», nos explica.

Mediante juegos y actividades, los niños se conocen, toman confianza y comienzan a verse como iguales, cada uno con sus capacidades. El primer día los niños pueden estar un poco más cortados por no saber cómo tratar unos con otros, pero «cuando ven que el resto de compañeros, aunque no los conozcan, hacen lo mismo que ellos y que se pueden apoyar unos en otros, el funcionamiento del grupo se cohesiona mucho más y se ve una diferencia enorme», explica Belén.

Jesús Ángel acude al campamento de integración desde hace unos años. Disfruta mucho de todas las actividades que organizan, y sobre todo, cuenta «que siempre se ha llevado bien con todos los compañeros del grupo». Para Jesús Ángel, la última noche es la mejor, porque se organiza una feria en la que «cada grupo tiene su puesto», y hay que hacer pruebas para conseguir un premio. Sin duda, se trata de una de las actividades estrella, ya que «cada noche tienen una temática diferente», dice Belén. Tras tres años, Teresa asegura que este campamento le ha dado una «sensibilidad especial».