Cura y periodista - Alfa y Omega

Cura y periodista

Redacción

En la mañana del miércoles, don José María se encontraba con su madre, «hecha un mar de lágrimas, muy nerviosa», cuando recibió la llamada del cardenal Rouco, que le comunicaba su elección. Tras el escrutinio de rigor, sólo hizo falta una votación. Su nombre, que había llegado propuesto por varios obispos, fue también el primero que avaló en la víspera la Comisión Permanente. Para completar la terna, la Permanente aprobó los nombres del obispo de Guadix, monseñor Ginés García Beltrán, que obtuvo 17 votos en la Asamblea Plenaria, y el del auxiliar de Madrid monseñor César Franco, con 12 votos.

En su llegada al día siguiente a la Sala de Prensa de la CEE, el sacerdote estuvo arropado por numerosos responsables y empleados de la casa, visiblemente emocionados con el regreso por la puerta grande de un compañero muy querido. También fue un día de reencuentro con numerosos periodistas, con quienes Gil Tamayo ha vivido muchos e intensos momentos. Y tras alabar el trabajo de monseñor Martínez Camino y del resto de sus predecesores, el nuevo Secretario General anunció su disposición a trabajar al servicio de «la Iglesia y a las diócesis», y a «comunicar con fidelidad» la voz de los obispos. Su reto -dijo- es transmitir a la opinión pública «lo que la Iglesia es en realidad, y lo que hace de manera tan benéfica por la sociedad española», sobre todo «en los ambientes más necesitados». «La Iglesia necesita salir de las páginas de Sucesos y ocupar el lugar que le corresponde», añadió.

Su primera aparición como portavoz fue al día siguiente, para dar cuenta de los trabajos de una Asamblea Plenaria, en la que su propia elección fue el punto más destacado de la semana. Los obispos aprobaron también los balances y la liquidación presupuestaria para 2013, y la distribución del Fondo Común Interdiocesano de 2014, al que, un año más, se le restó una aportación extraordinaria a Cáritas de 6 millones de euros.

Como es habitual, se preguntó al portavoz por diversas cuestiones de actualidad, como la instalación de cuchillas en vallas de Melilla. «Yo soy hijo de emigrante en Alemania y tengo una especial sensibilidad en estas cuestiones», reconoció. «No se puede atentar contra la vida de unas personas desvalidas que buscan mejores condiciones de vida» y ejercen su «derecho a la libre movilidad. Habrá que regular, pero desde el respeto básico y esencial a la vida. El inmigrante no es un peligro», dijo.

La misma emoción en su voz se percibió cuando dijo que «el aborto no es un derecho», y a pesar de que existan «situaciones comprensibles» de dificultad para la madre, «de ninguna manera justifican la eliminación de una vida humana inocente». No se trata -explicó- de un argumento de fe, sino de razón, de respeto a un derecho humano básico.

Similar respuesta dio el Secretario cuando se le preguntó por la clase de Religión. La asignatura está contemplada en los Acuerdos con la Santa Sede, y «hay un principio básico: los pactos se observan». Pero antes que eso, Gil Tamayo insistió en el «derecho esencial que tienen los padres, y reconoce la Constitución», a que sus hijos reciban una formación moral y religiosa conforme a sus convicciones. Por ello, pidió que, «ya de una vez», se aborde este asunto «con una mentalidad abierta», y «en clave de derechos fundamentales», y sin utilizarlo como arma arrojadiza en la contienda política.