Conclusiones de las Semanas Sociales: Hay que lograr el arraigo y el sentido de pertenencia de los inmigrantes - Alfa y Omega

Conclusiones de las Semanas Sociales: Hay que lograr el arraigo y el sentido de pertenencia de los inmigrantes

El director del secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones de la CEE, José Luis Pinilla, participó en la Semana Social de Alicante, en la que los hermanos inmigrantes y los desafíos de la sociedad española para acogerlos con dignidad ocuparon un lugar preeminente. Éstas son las conclusiones de un intenso debate de tres días:

José Luis Pinilla Martin

«Los migrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras que se siente Madre de todos. Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura que, en lugar de temer la destrucción de la identidad local, sea capaz de crear nuevas síntesis culturales. ¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!» Estas palabras de la Evangelii gaudium fueron uno de los párrafos centrales de la intervención del cardenal de Lyon, monseñor Barbarin, miembro de la Comisión Doctrinal de la Conferencia Episcopal de Francia y considerado papable en el último cónclave de 2013. Durante su intervención en las Semanas Sociales de Alicante, el cardenal propuso distintas claves prácticas para la nueva evangelización -ya experimentadas y muy sugerentes- en el marco de su conferencia inaugural Evangelización en las grandes ciudades.

No es extraño que acudiera a este párrafo, pues su creativa intervención se refería a las grandes ciudades, en las cuales cada vez, con más fuerza, se hace palpable una nueva configuración por los efectos de las migraciones. Así se ha constatado a lo largo de estos últimos años, de tal manera que la Conferencia Episcopal Española viene apoyando en este sentido los Encuentros anuales de ciudades europeas de las migraciones, para analizar estas características. Gracias a nuestra presencia en ellas, el próximo año este encuentro se celebrará en España, concretamente en Ceuta.

Para las nuevas poblaciones, tan interculturales, tan plurirreligiosas, tan abonadas a una política que a veces trata a los emigrantes como parte de la política del descarte, el cardenal Barbarin propuso la creación de un lenguaje nuevo y la necesidad de animar a la iniciativa evangelizadora para que sea cada vez más misionera, porque «las ciudades son lugares que hablan del encuentro de Dios con el hombre, cantan a la alegría y deben ser objeto de toda nuestra atención para que nos permitan esos encuentros siempre nuevos». Alberto Fernández, miembro joven del Centro Arrupe, me decía emocionado: «Qué gusto da oír hablar así a todo un cardenal de la Iglesia».

Por eso, explicó el cardenal, hay que crear en ellas espacios colectivos e iniciativas de solidaridad, espiritualidad, comunicación y paz. Tal y como pide el Papa en el párrafo citado. Y «que se logre el arraigo y el sentido de pertenencia de los nuevos llegados a la comunidad». Estas claves han sido muy repetidas por los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones, que saben que el fenómeno de la integración y la comunión no se juega en los grandes discursos, sino en la participación de los ámbitos cotidianos y habituales: el barrio, la escuela, la parroquia, las asociaciones deportivas… Cuando los niños de distintos países, culturas y etnias juegan juntos en el patio del colegio, o los vecinos de una finca asisten juntos a la reunión de la escalera, están sellando acuerdos interculturales. La Iglesia habla de comunión, que es un concepto teológico que va más allá que la integración. Todo hombre no es sólo un trabajador o ciudadanos. ¡Es mi hermano!

Previamente, el Nuncio de su Santidad en España, monseñor Renzo Fratini, durante la inauguración, incidió en que «ante la crisis ética que estamos viviendo es importante seguir y abrazar la Doctrina Social de la Iglesia, repensando la solidaridad como el principio básico de la concepción cristiana». La persona está por encima de los mercados. Y nosotros concretamos: «Los emigrantes antes que trabajadores como peones en un tablero, son personas» y deben ser defendidos a tope en su dignidad. Puro magisterio pontificio y eclesial.

Aplicar la DSI en España

Las Semanas Sociales de España, cuya organización data de 1906, son un servicio de la Conferencia Episcopal Española para el estudio, difusión y aplicación de la Doctrina Social de la Iglesia, y recorren periódicamente las distintas diócesis del país.

El modelo de relación entre Estado y sociedad fue analizado de manera sintética y con una gran claridad pedagógica por el profesor de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad de Murcia, Fernando Jiménez Sánchez. En su opinión, las oportunidades para crear una nueva sociedad pasan por «un proyecto colectivo nuevo que aumente la confianza y el sentido comunitario inspirado en tres pilares: los cambios institucionales, los cambios en el soporte comunitario e identidad colectiva, y el cambio en los sentimientos morales». Ante una época de crisis como la nuestra, donde según afirma la Conferencia Episcopal Española los «emigrantes son victimas y no causantes de la misma», las propuestas del profesor murciano son claras y plausibles. Yo pensaba en las migraciones. Y me decía para mis adentros: si tomamos en cuenta los principales aspectos relacionados con la sociedad de acogida (contexto económico en crisis, materia laboral recortada, noticias de los medios de comunicación, y endurecimiento del discurso político), y con la inmigración que se encuentra en nuestras ciudades (identidad, número de inmigrantes, diversidad cultural/comportamientos), caemos en la cuenta del peligro de fragmentación social que existe, y de los riesgos que supone esta situación para la convivencia, según apuntaba en su conferencia.

También Jaime Pérez Pérez, director de Cáritas-Alicante, subrayó la importancia del trabajo de Cáritas con los emigrantes en Alicante, ciudad de negociantes y mercaderes, donde el diferente nunca ha sido un extraño. Sin embargo, apuntó a un posible y perceptible frente hacia el migrante que procede de lejos. Quizá porque no es el dinero lo que le trae a esta ciudad, sino la pobreza. En esta situación, son los empresarios locales, los actuales hombres de negocios, los que deberían comenzar por atender como merecen a estos migrantes empobrecidos. A ello se dedica Cáritas sin descanso, como recalcó, ofreciendo talleres de reciclaje de ropa y otros como forma de dignificar la atención a los inmigrantes.

Por otro lado Enrique Romá Romero, coordinador de la Plataforma contra la Exclusión y la Pobreza recordó que «los invisibilizados de nuestra ciudad no son, en absoluto, invisibles. De hecho, les vemos. Sentados en nuestras calles, tumbados en los parques. Y, tras verles, solemos apartarnos, pues molestan y repugnan. De esta manera, lo único que hacemos es pasear nuestra deshumanidad. Pues ellos, como nosotros, son peatones, ciudadanos, personas. Con el agravante, en muchos casos, de proceder de otros países, lo cual incrementa su grado de indefensión entre nosotros». Puso de ejemplo al grupo de Pobreza cero en Alicante y su trabajo en ante la degradación de ciertas zonas y barrios de la ciudad -varios de ellos con población migrante- y las deficiencias en servicios sociales.

Economía civil

Stefano Zamagni, uno de los economistas europeos más reconocidos a nivel internacional y promotor de la llamada economía civil, recordó a todos los asistentes la tarea de los católicos en el proceso de recuperación del bien común por encima del bien privado o bien público con su conferencia sobre Cómo relanzar el proyecto europeo. Es decir, habló de la economía de comunión, que está en sintonía la Comisión Episcopal de Migraciones y sus propuestas operativas, para «ir pasando de la acogida a la comunión, que es el nombre cristiano de la integración; para que nuestras Iglesias se renueven, a fin de responder al inmenso desafío que tanto para la Iglesia como para la sociedad supone el fenómeno migratorio», como decía el Mensaje de los obispos de 2012.