Heather tenía dos madres, pero «anhelaba un padre» - Alfa y Omega

Heather tenía dos madres, pero «anhelaba un padre»

Cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos deliberaba sobre si debía obligar a todos los Estados a reconocer el matrimonio homosexual, seis adultos, hijos de homosexuales, le presentaron sus testimonios. Sus historias, ignoradas por el Tribunal, tienen en común la añoranza por el padre o la madre ausente, y la censura de su entorno contra estos sentimientos

María Martínez López
Concentración a favor del matrimonio natural el viernes, al conocerse la sentencia del Tribunal Supremo

«Independientemente de la decisión que tome el Tribunal, queremos que los hijos de padres gays sepan que importan. Que vale la pena alzar la voz por ellos». Heather Barwick y Katy Faust son dos de las personas adultas, criadas en familias homosexuales, que presentaron sus testimonios ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos, pidiéndole que no obligara a los estados a equiparar las uniones del mismo sexo al matrimonio. Sus testimonios y los de cuatro personas más en su misma situación reflejaban también las experiencias de otros que deseaban permanecer en el anonimato. La sentencia del viernes ignoraba su petición.

Algunos testimonios son realmente truculentos. Dawn Stefanowicz vivió con su padre y sus múltiples parejas. De niña, presenció actos sexuales explícitos, y los amantes de su padre abusaron de ella y de sus hermanos. A Denise Shick, cuando tenía nueve años, su padre le dijo que quería ser mujer. Se gastaba el poco dinero de la familia en ropa femenina, y la trataba mal por envidia cuando la niña empezó a transformarse en mujer.

La experiencia de Heather, Katy, Robert López y B. N. Klein con sus madres y la pareja o parejas lesbianas de éstas son más amables. Heather tenía «dos madres cariñosas que satisfacían casi todas mis necesidades y con las que tengo muchos recuerdos maravillosos». Pero sufría, no porque «el Estado no reconociera la relación entre mis dos madres», sino por «la agitación interior de querer un padre desesperadamente», a pesar del profundo amor que siente hacia sus madres. La historia de Katy es similar. Ella sí tuvo relación con su padre biológico, y es consciente de que «hay una gran parte de mí que simplemente no existiría» sin él. «Es imperfecto», pero «su papel en mi vida es irremplazable».

Una nota común a los seis testimonios es la gran dificultad que han tenido para expresar esta añoranza por el padre o madre ausente. La primera censura es la autoinfligida, para no decepcionar a sus padres homosexuales. Pero el silenciamiento continuaba en su entorno. B. N. Klein cuenta cómo «los niños a mi alrededor se convertían en atrezzo, exhibidos públicamente para probar que las familias gay eran iguales que las heterosexuales». Si anhelan a su padre o madre, «se burlan de ellos y los avergüenzan». El investigador Robert López ha recogido de «hijos de gays, particularmente los más jóvenes», historias «de terapeutas que los han regañado por estar tristes por no tener un padre del sexo opuesto», diciéndoles que sus sentimientos son el resultado de la homofobia. Denuncia también que, cuando otros chicos de su edad «muestran infelicidad sobre algo que ocurre en su casa», se les cree. Sin embargo, cuando «los niños de los gays son infelices con su vida familiar», se les acusa de homofobia.

«Un error trágico»

La decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de redefinir «el matrimonio en todo el país es un error trágico que perjudica el bien común y a los más vulnerables, especialmente a los niños», ha afirmado en nombre de los obispos católicos el presidente de su Conferencia Episcopal, monseñor Joseph Kurtz. Con todo, «la naturaleza de la persona humana y del matrimonio permanece inalterable e inmutable» a pesar de esta decisión. Ante la amenaza de que la decisión del Supremo suponga represalias para los defensores de la familia natural, monseñor Kurtz pide a quienes ostentan el poder que «respeten la libertad de buscar, vivir y dar testimonio de la verdad».

También se ha pronunciado sobre la sentencia el arzobispo de Boston, cardenal Sean O’Malley. «Consagrar el matrimonio entre personas del mismo sexo en nuestro sistema constitucional –recuerda en un comunicado– tiene peligros que quizá sólo se conviertan en totalmente evidentes con el tiempo». También invita a los católicos a «recordar y afirmar las verdades fundamentales de nuestra fe sobre el matrimonio», a «proteger los valores que sostenemos profundamente» y a «participar con civismo y caridad en la discusión nacional sobre esta decisión».