Monseñor Osoro: «La evangelización es la gran cuestión posconciliar» - Alfa y Omega

Monseñor Osoro: «La evangelización es la gran cuestión posconciliar»

«Con el impulso de la espiritualidad misionera, Francisco desea completar la reforma de la Iglesia soñada por el Concilio Vaticano II». Al clausurar el curso de verano Fe en Cristo y búsqueda de lo humano en el siglo XXI, organizado por la Universidad eclesiástica San Dámaso dentro de los cursos de verano de la Universidad Complutense, monseñor Carlos Osoro analizó la llamada a la evangelización y sus notas esenciales en el magisterio de Pablo VI y Francisco

María Martínez López

El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, clausuró este miércoles el curso de verano Fe en Cristo y búsqueda de lo humano en el siglo XXI, organizado por la Universidad eclesiástica San Dámaso dentro del marco de los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid, en San Lorenzo de El Escorial. En su conferencia, titulada Ser testigos de la alegría del Evangelio en la España actual, el también gran canciller de San Dámaso quiso ofrecer unos apuntes de teología pastoral para la misión de la Iglesia en este momento de la historia, a la luz de todo lo ocurrido en la Iglesia desde el Concilio Vaticano II.

Monseñor Osoro comenzó explicando que la teología pastoral «es un discurso sobre la acción evangelizadora», cuyo contenido es «la acción de la Iglesia en la Historia bajo la fuerza del Espíritu Santo. Vincula el misterio teologal, la situación histórica y la acción evangelizadora», y «no se reduce al ministerio de los pastores sino que contempla a toda la Iglesia».

El arzobispo subrayó que «el Espíritu Santo está soplando con una fuerte ráfaga de viento, especialmente en las Iglesias de América, Asia y África. Después del primer milenio señalado por las Iglesias orientales, y el segundo marcado por la Iglesia occidental, se aproxima un nuevo tiempo marcado por las Iglesias que emergen con un frescor del Evangelio especial. El 61 % de los católicos vive en África, América Latina, Asia y Oceanía». Del mismo modo, al igual que «el eje cultural de intercambio se movió durante siglos en torno al Mediterráneo» y, más tarde, al Atlántico, «el siglo XXI gira en torno al Pacífico, donde están América y Asia».

La Iglesia, añadió monseñor Osoro, «vive un momento singular». Recordó que en 2012, año en el que se celebró el Sínodo de los obispos sobre nueva evangelización y en el que «se intensificó una crisis de credibilidad de la Iglesia» católica, «personalmente percibí la gestación oculta de un proceso eclesial. Eso me llevó a hacer un planteamiento de la acción pastoral y de los planes de pastoral de una forma distinta a como lo había hecho durante muchísimos años». También «el acontecimiento único de la renuncia de Benedicto XVI y la elección del Papa Francisco indican el soplo del viento de Dios para quien quiera leer la vida de la Iglesia con ojos de fe».

«La evangelización es la misión de todo el pueblo de Dios»

Esta nueva etapa, explicó, «tiene su inicio en el Concilio Vaticano II», un acontecimiento que Juan XXIII «imaginó como un nuevo Pentecostés». Para entender el Concilio, hay que tener en cuenta que su enfoque «surge de la primacía de Cristo. Todo viene de Cristo, Cristo es el centro del Concilio». Y uno de los «esquemas interpretativos para comprender la eclesiología del Vaticano II» –añadió– es que «la evangelización es la misión de todo el pueblo de Dios». Años después, en 1974, se celebró el Sínodo de los obispos sobre evangelización, que «marcó un punto de cambio impresionante», que influyó en toda la Iglesia «pero especialmente en América Latina». De este Sínodo nació la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, en la que «Pablo VI dio una síntesis de teología pastoral impresionante, a la que Francisco está remitiéndonos continuamente». En Redemptoris missio, Juan Pablo II volvió a incidir en esta cuestión. La nueva evangelización que convocó, precisamente desde América Latina, es «un fruto maduro del Concilio». Francisco ha incidido también en el carácter fundamental de la misión en Evangelii gaudium, donde afirma: «Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo». La evangelización, concluyó el obispo, es «la gran cuestión posconciliar».

«Con el impulso de la espiritualidad misionera –afirmó el arzobispo de Madrid–, Francisco desea completar la reforma de la Iglesia soñada por el Concilio Vaticano II». El Papa «expresa lo que yo llamaría la revolución de la ternura de Dios». También «repite mucho que la Iglesia posconciliar vive el tiempo de la misericordia de Dios». Así, «el Papa nos lanza a un nuevo estilo pastoral, cercano al pueblo tanto en la calidad del trato como en la sencillez en la predicación. Toma en brazos a niños, besa a enfermos, bendice a cada uno. Se ha convertido en un icono de transmisión de fe mediante una cultura simbólica, gestual y festiva. A esto nos está invitando también en estos momentos la Iglesia, a ser testigos así de la alegría del Evangelio».

En su exhortación Evangelii gaudium, continuó monseñor Osoro, Francisco «nos habla de ser discípulos misioneros. Discípulos porque creen de verdad en un Jesús que es el camino, la verdad y la vida. El Papa nos dice: volvamos a mirar a Jesucristo». En esta exhortación, «la misión se piensa como la comunicación de la vida plena de Cristo. La Iglesia tiene como misión propia comunicar la vida de Jesucristo a todas las personas». Y afirmó: «No es un agregado accidental, sino un dinamismo fundamental, incluso para tener nosotros esa alegría del Evangelio. Si no, sólo hay estrategias, divisiones, y grupos». Por eso, «mirar a Cristo es esencial. Si no, comunicamos nuestras ideas, nuestras teorías, nuestra forma de pensar».

Una Iglesia misionera, madre, pobre y atractiva

A continuación, el arzobispo desarrolló algunas notas esenciales sobre la evangelización que aparecen tanto en Evangelii nuntiandi como en Evangelii gaudium. Esta misión debe, en primer lugar, ser «universal, para todos los hombres –no para mi grupito–, y permanente. Sólo una Iglesia en estado de conversión puede ser una Iglesia en estado de misión». Por otro lado, «la Iglesia tiene que ser una Iglesia madre, que va a todas las situaciones que están viviendo los hombres» con «cercanía, encuentro y sin excluir a nadie», como esas madres de jóvenes problemáticos que son las que «le siguen dando de comer» incluso cuando los demás hermanos lo rechazan. También mencionó a la madre Mercedes, fundadora de las Operarias Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, a la que él mismo dirigió espiritualmente y que está en proceso de canonización. Esta religiosa afirmaba: «El más pobre es el que no conoce a Dios». En tercer lugar, monseñor Osoro pidió «una Iglesia pobre, que anuncia que Dios se hizo pobre para enriquecernos». Por último, la Iglesia debe ser «atractiva»; es decir, debe «reflejar el amor de Cristo y atraer a todos hacia sí. La Iglesia atrae cuando vive en comunión».

El arzobispo explicó que «en Madrid no he hablado de un Plan de Pastoral, sino de un Plan diocesano de evangelización. Lo primero que tenemos que hacer es evangelizar entre todos». Al terminar la conferencia, en el turno de preguntas, monseñor Osoro insistió en que «con los ojos iluminados con la luz de Cristo resucitado se puede contemplar el mundo y la historia de una forma muy diferente. Si eres discípulo de Cristo no puedes ser aséptico, no puedes mirar al otro como un enemigo. ¡Es tu hermano! Esto complica la vida, se lo digo por experiencia».