El Papa, muy afectado por el asesinato de tres religiosas en Burundi - Alfa y Omega

El Papa, muy afectado por el asesinato de tres religiosas en Burundi

El Papa Francisco ha expresado a los familiares y hermanas de las religiosas asesinadas en Burundi, sor Lucia Pulici, sor Olga Raschietti y sor Bernardetta Boggian, su profunda tristeza por la trágica muerte de «tres generosas testigos del Evangelio»

Redacción

Tres hermanas de la congregación de las javerianas aparecían muertas en sus habitaciones de la misión de Kamenge, a las afueras de la capital de Burundi, este domingo. Según las autoridades de Burundi, las religiosas habrían sido víctimas de un intento de robo por parte de algún perturbado mental, y fueron violadas y apuñaladas.

Puestos los hechos en conocimiento del Santo Padre, el Pontífice expresó su profunda tristeza por el terrible asesinato, y pidió que la «sangre derramada se convierta en semilla de esperanza». El Papa, que se refirió a las tres hermanas como generosas testigos del Evangelio, envió sus condolencias a través del secretario de Estado, Pietro Parolin: «El Santo Padre pide al Señor que acoja en su morada de paz y de luz a estas tres religiosas fieles y entregadas. En esta trágica circunstancia expresa su cercanía a la comunidad religiosa a la que pertenecían, a las familias de las víctimas y a la entera comunidad diocesana. Como prenda de consuelo les envía, de todo corazón, al igual que a todas las personas afectadas por esta brutal desaparición, una afectuosa bendición apostólica».

Las hermanas, muy queridas por la población local, tenían 75, 83 y 79 años, y llevaban siete como misioneras en Burundi. Antes, habían dedicado su vida a los más desfavorecidos del Congo. «A pesar de su frágil salud, pidieron volver a la misión y dieron su vida hasta el final», ha recordado la directora general de las javerianas, Giordana Bertacchini, que ha expresado su gratitud a las hermanas por su labor.

Sor Lucía, explicaba el superior de los hermanos javerianos en Burundi, el padre Mario Pulcini, se había dedicado siempre a los enfermos, y hacía una labor extraordinaria en la parroquia y en la Iglesia. Olga se dedicaba sobre todo a la catequesis y la enseñanza, y tenía también una grandísima sensibilidad hacia los enfermos y Bernardetta, que había sido superiora, centraba su labor en la escuela de corte y confección para chicas que había en Bujumbura.

La población local se ha reunido en torno a la Iglesia en estado de shock y teme que los misioneros se vayan y abandonen el barrio y la parroquia, por lo que se esfuerza en colaborar con la investigación.