Unidos en el Espíritu de «una diversidad reconciliada» - Alfa y Omega

Unidos en el Espíritu de «una diversidad reconciliada»

José Antonio Méndez

La visita del Papa Francisco a la región de Caserta, al sur de Italia, es una de las más peculiares de cuantas ha llevado a cabo, por cómo se ha gestado el viaje y por el contenido de la agenda que ha seguido el Santo Padre en esta ciudad que no supera los 80.000 habitantes.

Tal y como se había proyectado en un primer momento, el Pontífice iba a viajar hasta Caserta para visitar una comunidad pentecostal, cuyo pastor, Giovanni Traettino, es amigo personal del Papa desde sus años de arzobispo de Buenos Aires. Se trataba de un gesto histórico, pues nunca antes un Obispo de Roma había salido del Vaticano sólo para mantener un encuentro ecuménico, sino que cuando el Papa (desde Pablo VI hasta hoy) se había reunido con líderes de otras confesiones o de otras religiones, lo había hecho en el marco de una Visita apostólica a los fieles católicos de un lugar. El problema surgió cuando la visita a los pentecostales se programó para el sábado 26 de julio, festividad de santa Ana…, y patrona de los casertinos. De modo que parecía anómalo que el Sucesor de Pedro se reuniese con cristianos pentecostales, y no con los católicos, justo el día en que éstos celebraban a su patrona.

Un mensaje hacia la unidad

La solución que encontró el Papa resultó providencial: el sábado 26 mantuvo un encuentro con el clero de Caserta y celebró la Eucaristía junto a miles de fieles, y el lunes 28 volvió a la región para su encuentro con una comunidad de 300 pentecostales, dándoles así el trato histórico que buscaba desde el principio. Un empeño que tampoco era casual: los pentecostales no son sólo la confesión cristiana que más está creciendo desde el siglo XX, con números paralelos a la expansión de los primeros cristianos, sino que fue también uno de los credos más castigados por las leyes raciales que impuso Mussolini el siglo pasado.

Esa persecución fue lo que llevó al Papa a pedir perdón a los miembros de la pequeña comunidad de Caserta, pues «entre las personas que persiguieron a los pentecostales también hubo católicos. Yo soy el pastor de los católicos y os pido perdón por aquellos hermanos que no os comprendieron y se vieron tentados por el diablo».

Además, el Papa les lanzó una audaz llamada hacia la unidad en la Iglesia: «El Espíritu Santo crea la diversidad en la Iglesia y esta diversidad es rica y bella; aunque el mismo Espíritu crea la unidad. Así, la Iglesia es una en la diversidad. Por usar una palabra hermosa de un evangélico: una diversidad reconciliada por el Espíritu Santo». Y subrayó que «unidad no es uniformidad, porque el Espíritu hace dos cosas: la diversidad de carismas y la armonía de carismas», y que «el ecumenismo es buscar que esta diversidad sea armonizada por el Espíritu Santo y se convierta en unidad».