Madrid venera, un año más, la sangre licuada de san Pantaleón, mártir asiático del siglo IV - Alfa y Omega

Madrid venera, un año más, la sangre licuada de san Pantaleón, mártir asiático del siglo IV

Hace 1.709 años, un prestigioso médico de Asia Menor llamado Pantaleón fue decapitado por no renunciar a su fe en Jesucristo, médico de los cuerpos y de las almas. La veneración de la Iglesia por sus mártires ha permitido conservar, hasta hoy, varias reliquias de él. Entre ellas, está una ampolla con su sangre, que cada año se licúa el 27 de julio, día de su fiesta. Esta muestra de la sangre de san Pantaleón se encuentra en el Real Monasterio de la Encarnación, de Madrid, que este fin de semana abre sus puertas para que los fieles la veneren, como llevan haciendo cuatro siglos

Redacción

Un año más, la iglesia del Real Monasterio de la Encarnación abrirá sus puertas mañana sábado, 26 de julio, a los numerosos fieles que acuden, con motivo de la fiesta de san Pantaleón, a venerar la reliquia de sangre del mártir, que cada año se licúa el día de su fiesta. La ampolla con sangre quedará expuesta a la devoción popular a partir de las 17 horas. A las 19 y a las 20:30 horas se celebrará la Eucaristía. Además, cada media hora, durante toda la tarde, se dará a besar a los fieles la reliquia de un hueso del santo.

En la mañana del domingo 27 de julio, festividad de san Pantaleón, las puertas del templo del Monasterio de la Encarnación se abrirán de 7:45 a 14 horas, por la mañana, y de 17 a 22 horas por la tarde. Se celebrará la Santa Misa a las 8:30, 10:30, 12, 19 y 20:30 horas. Durante los dos días habrá confesores para atender a los fieles que deseen reconciliarse con Dios en el sacramento de la Penitencia.

San Pantaleón fue un médico de Asia Menor, martirizado durante la persecución de Diocleciano. Se había convertido por el testimonio del presbítero Hermolao. Después de distribuir sus bienes entre sus empleados y los pobres, se dedicó a practicar la medicina gratuitamente. Otros médicos, por envidia, le denunciaron al emperador Maximiano, que lo mandó torturar y luego decapitar, junto a Hermolao y otros dos compañeros de éste, en el año 305. Los cristianos recogieron su sangre, una parte de la cual llegó en el siglo XVII al Monasterio de la Encarnación.

El año pasado, Alfa y Omega recogió una entrevista al Capellán Mayor del Real Monasterio de la Encarnación, en la que explicaba la devoción a san Pantaleón y su relación con Madrid. Recuperamos aquí lo más significativo de la misma:

¿Quién fue san Pantaleón?
Fue un médico, al principio pagano, que se convirtió al cristianismo y fue mártir por mantener su fe en Jesucristo en el año 305, en Nicomedia capital entonces de la provincia de Bitinia en Asia Menor, entre el mar de Mármara y el mar Negro (hoy Nicomedia es Izmit en Turquía). Era hijo de un senador del imperio romano, Eustorgio, y de una sencilla mujer cristiana, Eucuba, quien quería educar a Pantaleón en la fe cristiana, pero entonces inútilmente, y que murió pronto sin ver a su hijo convertido al cristianismo. Su padre le animó a estudiar medicina con un médico famoso, Eufrosino, médico del emperador, Maximiliano, en cuya corte trabajó también Pantaleón.

Un sacerdote, Hermolao, tratando con Pantaleón, como catequista le insistía en que él podría curar los cuerpos, pero Jesucristo era quien curaba cuerpos y almas. Cuando Pantaleón comprobó que había hecho curaciones que no se debían a su medicina sino a otra fuerza superior, comprendió que la fuerza de Dios era mayor que su ciencia y quiso ser bautizado. También su padre, al ver los prodigios que hacía su hijo fuera de las leyes naturales de la medicina, se convirtió y se hizo bautizar.

San Pantaleón fue acusado ante Galerio Maximiano, por ser cristiano; pero las acusaciones estaban movidas además por la envidia de otros compañeros médicos a quienes les molestaba que san Pantaleón ejerciera la medicina gratis, de tal forma que recibía del pueblo el apodo de médico anargirós (sin plata); preso en la cárcel y condenado a muerte, fue llevado a la plaza pública y, despedazado con garfios de hierro, fue decapitado, en el año 305, en el día que hoy corresponde al 27 de julio.

Los cristianos recogieron su cuerpo y su sangre, como hacían con otros mártires, y le dieron sepultura en el campo de un profesor llamado Adamantino. Con san Pantaleón murieron también, padeciendo el martirio, el sacerdote Hermolao, su catequista, y otros dos cristianos, Hermipo y Hermócrates.

¿Por qué se venera en el Monasterio de la Encarnación?
Porque don doña María de Zúñiga, casada con don Juan de Zúñiga, condes de Miranda (él había sido virrey en Nápoles, y tenían una hija en este Monasterio, doña Aldonza, la segunda Priora, después de la fundadora, la Sierva de Dios Mariana de San José) donó a este Monasterio de Monjas Agustinas Recoletas en sus primeros años esta reliquia, que a su vez les había regalado el papa Pablo V: una ampolla con sangre del santo, extraída de una ampolla mucho más grande que está en la Catedral de Ravello, en la costa amalfitana de Italia. Hasta allí la habían llevado en el primer milenio unos mercaderes desde Estambul. Este monasterio las Monjas Agustinas Recoletas le estrenaron en 1616, gracias a la construcción de Margarita de Austria-Estiria y de su esposo Felipe III. En 1645, en un escrito del licenciado Luis Muñoz, sobre la fundadora, deja ya constancia de la reliquia y del fenómeno de la licuefacción que se observaba en esta ampolla; lo escribe así: «Devese gran parte del aumento deste Relicario a la Madre Aldonça del Santísimo Sacramento, que como supo ofrecerse toda a Dios, ha procurado en todos tiempos con el coraçon, y con las obras, ofrecer a su Señor dadivas grandes. Ayudò mucho a esta liberalidad la Condesa de Miranda su Madre, que despues de sus días dexò cosas de mucha estima para la profesion de su Nieta la Madre Maria de Iesus. Hizo la Madre Aldonça el empleo de la grandeza de animo que pedia la ocasión, y de mas de las muchas cosas que dio para el Altar y Sacristia, puso otras en el Relicario, muy ricas, y curiosas. Las mas señaladas son. Una arquita de plata con Reliquias de unos Santos Martires, que librandose de las vorazes ondas del mar, aviendo perecido lo restante de navio, perdidas de mucho tiempo, llegaron solas a salvamento, y en su compañia se hallò también una Reliquia de San Pantaleon Martir, es una ampollita de cristal, guarnecida de oro con sangre del Martir, vese quaxada todo el año, el dia de su martirio se derrite con milagro continuado». (Luis Muñoz, Vida de la Venerable M. Mariana de S. Ioseph…, 1645, pg. 246).

¿Desde cuando hay constancia de la devoción popular hacia este santo en el Monasterio? ¿Qué es lo que le suelen pedir los devotos con más frecuencia?
Hay constancia de la devoción desde que la reliquia está en el Monasterio. Y es que anteriormente el culto a san Pantaleón se extendió desde su martirio por Oriente y Occidente. También en España, y en Europa hay muchas iglesias o ermitas dedicadas a este santo; y reliquias de su cuerpo fueron llevadas a esas iglesias. San Gregorio Magno dedicó una iglesia en Roma bajo esta advocación. Felipe V acompañó la solicitud de las Monjas para celebrar en este Monasterio la fiesta de san Pantaleón. Y el papa Clemente XII autorizó el rezo del oficio de san Pantaleón y de la celebración de la Misa para este Monasterio en la fecha del 27 de julio.

A los sacerdotes que estamos en esta iglesia nos impresiona mucho la cantidad de fieles que vienen a dar gracias por los favores recibidos por intercesión de san Pantaleón. Normalmente vienen a pedir favores en relación con la salud corporal, puesto que el santo fue médico, pero también otras gracias; y, ahora mismo en este tiempo de crisis, para pedir trabajo y solución a problemas familiares; algunos matrimonios que no tienen hijos acuden a pedir la gracia de la paternidad y la maternidad.

Todos los años vienen a venerar la reliquia muchos fieles, no sólo de Madrid y de España, sino también del extranjero. Hay mucha devoción a este santo en Buenos Aires (Argentina), Colonia (Alemania), en distintas regiones de Italia y de Francia y en muchos países del este de Europa.

Todos los años por la fiesta de san Pantaleón la sangre aparece en estado líquido mientras que durante el año permanece en estado sólido. ¿Ha sucedido siempre? Usted que ha visto de cerca este proceso podría contarnos cómo se produce?
Hay constancia fehaciente de que todos los años sucede el mismo fenómeno, de tal forma que es totalmente falso el bulo de que el año que no aparezca licuada habrá catástrofes, porque la licuefacción ha sucedido puntualmente todos los años; y no sólo sucede aquí, sino que lo mismo acontece en la ampolla grande de la catedral de Ravello, como también he podido comprobar.

Ya entre 1724 y 1730 hubo observaciones y declaraciones de trece testigos (doctores en medicina, teología y cánones) y declararon y firmaron ante el juez D. Álvaro de Mendoza y el notario Vicente de Castroverde, el 20 de enero de 1730: «que dicha reliquia es la misma que han admirado y visto líquida y suelta el día del glorioso mártir, veinte y siete de julio; y pasada su festividad también la han visto, dura y condensada, como está al presente, y unánimes y conformes confesaron todos que era claro prodigio y maravilla del Altísimo la liquidación y condensación de la sangre del glorioso mártir, que han admirado y visto en dicha ampollita de cristal, como también su conservación sin disminución alguna después de tantos años que se conserva y se venera en el relicario de las religiosas de dicho convento, y que no hay principio ni causa a que pueda atribuirse, y que su señoría Sr. Juez también confiesa haberla visto líquida y fluida el dicho día de san Pantaleón, veinte y siete de julio, y después de su festividad condensada y dura, todo repetidas veces en el tiempo de diez años que obtiene y goza de tal capellán mayor de dicho Real convento. Y conformándose con el parecer de los expresados teólogos, canonistas y médicos lo tiene y venera por prodigio y maravilla, alabando a Dios Nuestro Señor por las que obra en sus Santos».

En las observaciones que se realizan recientemente se comprueba que se trata de un proceso muy lento. Y en las dos ampollas, la de Madrid y la de Ravello, sucede lo mismo y en los mismos tiempos. Unos dos meses antes el contenido de una y otra ampolla va cambiando de color, de más opaco –un color marrón-violáceo oscuro– se va haciendo más transparente y rojizo; al principio disminuye el volumen, como se si contrajera, y después aumenta el volumen cuando paulatinamente va a pasar al estado líquido; el día 27 es cuando mayor grado de liquidez muestra; después de la fiesta, otra vez, también poco a poco y progresivamente pasa al estado sólido: disminuyendo de volumen, perdiendo la transparencia y volviendo recobrar el color más oscuro en el que permanece el resto del año.

Es un fenómeno que no tiene nada que ver con calor o frío, porque nadie manipula la ampolla, e iría en contra de lo natural, pues cuando hace más calor la sangre se solidificaría y cuando hace frío podría permanecer más tiempo líquida; los médicos y enfermeras que han observado la ampolla aseguran que su contenido se comporta como verdadera sangre, pero ni siquiera con métodos físicos podría lograrse en la sangre un cambio de sólido a líquido y luego de líquido a sólido, y así sucesivamente; sólo podrían realizar una vez el paso de sólido a líquido con una porción, pero luego no podrían pasar esa misma porción de líquido a sólido; y tampoco los dos pasos sucesivos al revés.

También hoy podemos afirmar que se trata de un fenómeno prodigioso, que se realiza sin concurso alguno humano, y por eso, con fe podemos alabar a Dios, ya que las reliquias de los mártires nos remiten directamente a Jesucristo, quien entregó su vida por nosotros, hasta la última gota de sangre de su Corazón, para nuestra salvación y la salvación de todo el mundo.