La muerte de una mujer, utilizada para promover el aborto en Irlanda - Alfa y Omega

La muerte de una mujer, utilizada para promover el aborto en Irlanda

La sociedad irlandesa está conmovida por el caso de Savita Halappanavar, una mujer de origen indio de 31 años, embarazada de 17 semanas, que falleció a finales de octubre tras un aborto espontáneo, según la cual, los médicos rechazaron acelerar la inevitable muerte del niño, lo que, supuestamente, hubiera permitido salvar a la madre. Una lectura más detallada de los hechos, sin embargo, tira por tierra esa versión. La propia Conferencia Episcopal ha respondido a esta campaña de tergiversaciones, que persigue la legalización del aborto, que en Irlanda sólo se contempla en casos de riesgo para la vida de la madre

María Martínez López

El 28 de octubre pasado, Savita Halappanavar falleció en el Hospital Universitario de Galway, después de ingresar una semana antes. Estaba embarazada de 17 semanas. Los médicos diagnosticaron que estaba sufriendo un aborto espontáneo, que poco después se complicó con una septicemia -presencia de gérmenes en la sangre, que provoca una respuesta inflamatoria sistémica en todo el organismo-. Cuando el feto, de 17 semanas, murió, los médicos intervinieron para extraerlo de su cuerpo, pero Savita ya no pudo superar la infección, que le produjo la muerte.

Más de dos semanas después, el 14 de noviembre, The Irish Times publicó la noticia, con declaraciones del marido de Savita, Praveen, denunciando que su mujer había muerto por negarle los médicos del hospital un aborto provocado. Se habían amparado -denunció- en las leyes provida de Irlanda y en que éste «es un país católico». De ahí, la noticia se extendió a los medios de comunicación del mundo entero, y suscitó multitud de reacciones que pedían la legalización del aborto en Irlanda.

Los datos disponibles hasta el momento hacen difícil saber qué ocurrió en realidad, cuándo contrajo la mujer la infección, qué opciones terapéuticas tenían los médicos para tratarla, o si le negaron alguna intervención -distinta al aborto- que hubiera podido salvarla, aun a costa de la vida de su hijo.

Un tratamiento necesario no es un aborto

En una declaración sobre el caso, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal Irlandesa recuerda que «la Iglesia católica nunca ha enseñado que la vida del niño en el útero se deba preferir a la de la madre. En virtud de su humanidad común, una madre y su bebé no nacido son ambos sagrados y tienen el mismo derecho a la vida. Cuando una mujer embarazada gravemente enferma necesita un tratamiento médico que podría poner en peligro la vida de su bebé, estos tratamientos son éticamente permisibles, siempre que se hayan hecho todos los esfuerzos para salvar la vida tanto de la madre como del bebé. Mientras que el aborto es la destrucción directa e intencionada de un bebé no nacido y es gravemente inmoral en cualquier circunstancia, esto es diferente de un tratamiento médico que no busca directa e intencionadamente acabar con la vida del bebé no nacido».

Esta distinción ya se aplica en el país. En 2000, el Instituto de Obstetras y Ginecólogos presentó un informe, ante un Comité del Parlamento, en el que se afirmaba que «en la práctica obstétrica actual, pueden surgir complicaciones excepcionales en las que se requiere una intervención terapéutica en un estado del embarazo en el que las perspectivas de que el bebé sobreviva son pocas o nulas, dada su extrema inmadurez. En estas situaciones excepcionales, la no intervención puede resultar en la muerte tanto de la madre como del bebé. Consideramos que hay una diferencia fundamental entre el aborto que se realiza con la intención de quitarle la vida al bebé, por ejemplo por motivos sociales, y la inevitable muerte del bebé como resultado de un tratamiento esencial para proteger la vida de la madre».

Una campaña orquestada

Por ello, si se produjo algún error por parte de los médicos no fue por cumplir las leyes provida y la doctrina de la Iglesia, sino más bien por ignorarlas. Diversas entidades provida del país han criticado la manipulación a favor del aborto de unos datos que, mientras no se conozca el resultado de las investigaciones que se están llevando a cabo, siguen siendo muy parciales.

Denuncian, además, que esto responde a una campaña orquestada por las entidades proabortistas para presionar al Gobierno irlandes. Por ejemplo, tres días antes de que la noticia saltara a los medios, la Irish Choice Network envió un correo electrónico a sus seguidores avisándoles de que «una noticia importante sobre el acceso al aborto va a saltar a los medios», y convocándoles a una reunión para decidir cómo actuar de forma coordinada. Las asociaciones provida vinculan este mensaje con las protestas y vigilias espontáneas que se produjeron en Irlanda cuando la noticia se hizo pública.

También resulta significativo, en su opinión, el hecho de que la noticia en The Irish Times fuera escrita por Kitty Holland, hija del activista proaborto Eamonn McCann. Su publicación, además, coincidió con la entrega al Departamento de Sanidad del informe de un grupo de expertos al que se encargó analizar la cuestión del aborto en Irlanda, después de que en 2010 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos conminara a Irlanda a clarificar en qué casos es legal un aborto en el país.

Más seguro que el Reino Unido

Lejos de lo que se está intentando dar a entender estos días, Irlanda es uno de los países del mundo más seguros para las embarazadas. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud, la tasa de mortalidad materna de Irlanda es inferior a otros países donde el aborto está generalizado: 6 muertes por 100.000 nacimientos vivos en 2010; las mismas que España, y menos que las 12 del Reino Unido y Canadá o las 21 de Estados Unidos.