Papa Francisco: «Debemos ayudar a rejuvenecer a esta Europa cansada» - Alfa y Omega

Papa Francisco: «Debemos ayudar a rejuvenecer a esta Europa cansada»

«Debemos ayudar a rejuvenecer a esta Europa cansada» y envejecida», ayudarle a encontrar sus raíces, dijo el Papa, en su visita al domingo a la Basílica de Santa María en Trastevere, casa de la Comunidad de Sant’Egidio, donde volvió a denunciar la cultura del descarte, aludiendo en particular a «estos 75 millones de jóvenes» europeos «que son ni-ni: ni trabajo, ni estudio. Son sin nada»

RV

El Papa llegó alrededor de las cinco de la tarde a la Basílica de Santa María en Trastevere, acompañado del fundador de Sant’Egidio, Andrea Riccardi, y saludó a un grupo de enfermos, refugiados de Lampedusa, personas ancianas, sin techo y representantes de otros religiones y movimientos.

Francisco comenzó su visita con una ofrenda silenciosa a la Virgen de la Clemencia, y después dio la palabra a varias personas que ofrecieron su testimonio. El primero fue el del arzobispo siro ortodoxo de Damasco, Jean Kawak, que contó la historia de un pueblo «prisionero del mal», asustado y asediado, que pide que se haga «más por la paz».

Después habló una anciana, y una joven agradeció al Papa que hablara de las periferias; tomaron la palabra un desempleado y una discapacitada; después, un gitano y un prófugo albanés contaron cómo se convirtieron, tras muchos sufrimientos, en constructores de la paz. Y para finalizar, se escuchó un testimonio desde Colombia, donde Sant’Egidio ayuda a luchar contra la violencia y la corrupción del narcotráfico.

La importancia de la oración

El Papa comenzó y terminó su visita hablando de la importancia de la oración. «La oración preserva al hombre anónimo de la ciudad de tentaciones que pueden ser también las nuestras: el protagonismo por el que todo gira alrededor suyo, la indiferencia, el victimismo», fueron sus primeras palabras. Quien escucha la Palabra y «mira al Señor, ve a los demás, que para vosotros son en particular los pobres, en los que está presente Jesús», prosiguió Francisco.

El Papa se refirió a la importancia del trabajo de la Comunidad al lado de los ancianos. También los jóvenes son hoy, añadió, víctimas de la cultura del descarte, algo que calificó de «eutanasia escondida».

«Lo que no sirve, se descarta. Lo que no produce, se descarta. Y hoy, la crisis es tan grande que se descarta a los jóvenes: cuando pensamos en estos 75 millones de jóvenes desde los 25 años hacia abajo, que son ni-ni: ni trabajo, ni estudio. Son sin nada. Sucede hoy, en esta Europa cansada. En esta Europa que se ha cansado: no ha envejecido, no. Está cansada. No sabe qué hacer». «Debemos ayudarla a rejuvenecer», a volver a encontrar sus raíces renegadas, prosiguió el Pontífice. Pero también los pobres son «piedra angular para construir la sociedad», a pesar de «una economía especulativa que les priva de lo esencial».

Muchos quieren quitar la palabra solidaridad del diccionario, dijo, «porque ¡a cierta cultura le parece una palabrota! Y no: ¡la solidaridad es una palabra cristiana!».

Oración y diálogo por la paz

Finalmente, el Papa habló del compromiso de la comunidad a favor de la paz. «Una obra de artesanos pacientes que buscan lo que une y dejan de lado lo que divide». De ahí la petición de más oración y más diálogo, cada uno a partir de su propia identidad.

«Yo no puedo fingir tener otra identidad para dialogar. No, no se puede dialogar así. Yo soy con esta identidad, pero dialogo, porque soy persona, porque soy hombre, soy mujer, y el hombre y la mujer tienen esta posibilidad de dialogar sin negociar su propia identidad. El mundo sofoca sin dialogo: por esto también vosotros, dad vuestra contribución para promover la amistad entre las religiones».

«Seguid adelante por este camino: oración, pobres y paz. y caminando así, ayudáis a hacer crecer la compasión en el corazón de la sociedad -que es la verdadera revolución, la de la compasión y de la ternura-, haciendo crecer la amistad en lugar de los fantasmas de la enemistad y de la indiferencia», concluyó.

«Rezad mucho», fue su última petición. «Necesitamos oración en el mundo: por la paz, hay mucha gente que no tiene lo necesario para vivir… Cada mes, cada mes muchas familias no pueden pagar el alquiler y deben irse; ¿dónde?, Dios lo sabe… Por estos pobres nuevos… Rezad por los pueblos que están en guerra, ¿eh?, por los pueblos que sufren por la guerra: pedid la paz. La oración es el arma que nosotros tenemos para tocar el corazón de Dios. Si rezamos, Él nos escuchará. Os confío la oración, por los pobres, por la paz».

«Teníamos el deseo de que nos pudiese visitar».

«La comunidad de Sant’Egidio es una comunidad de laicos de diversas generaciones, que nació después del Concilio Vaticano II y que ha puesto al centro de la espiritualidad la lectura y la escucha de la Palabra de Dios, el servicio a los pobres y la amistad con todos», explicó su presidente, Marco Impagliazzo, a Radio Vaticano. «Esta amistad en los años se ha hecho diálogo con las religiones, se ha hecho diálogo con las culturas. Sant’Egidio es conocida también por su trabajo por la paz: la paz en Mozambique que fue firmada precisamente por nosotros en el 1992, luego de dos años de negociados. Desde entonces, nuestro nombre es un nombre de paz en el mundo. La verdadera realidad de la Comunidad es aquella de personas como todas, que viven en familia, que tienen su trabajo, que no tienen una vida en común pero que dan parte de su tiempo y de sus recursos por el Evangelio y por los pobres».

«Nosotros teníamos el deseo, siendo el Papa nuestro obispo, el obispo de Roma, que él nos pudiera visitar, como nos visitaba cuando era arzobispo de Buenos Aires en nuestra Comunidad en Argentina, que él ha visitado sobre todo en las escuelas de la paz, las escuelas que tenemos para los niños con más dificultades o también en las celebraciones por los nuevos mártires, que él ha frecuentado en nuestra Comunidad en Buenos Aires», añadió Marco Impagliazzo. «Esta visita -explicó- ha nacido simplemente haciendo una invitación al Papa y pidiéndole que venga a nuestra casa, a nuestra iglesia, ya sea la de Sant’Egidio como también a la Basílica de Santa María, donde cada tarde tiene lugar la oración de la Comunidad».