Osma-Soria clausura su misión diocesana: «Cada uno, un misionero» - Alfa y Omega

Osma-Soria clausura su misión diocesana: «Cada uno, un misionero»

«El anuncio es una necesidad que comienza en un encuentro transformante con el mismo Señor. Cada parroquia, cada comunidad religiosa, cada movimiento debe ser una misión. Cada uno de vosotros, un misionero». Con estas palabras clausuró el Nuncio en España la misión diocesana que Osma-Soria ha celebrado durante los últimos tres años. Al menos una tercera parte de los hogares han recibido el anuncio del Evangelio

María Martínez López

En toda la provincia de Soria hay, según el último censo, unos 38.000 hogares. Durante los últimos tres años, el anuncio del Evangelio ha llegado, al menos, a una tercera parte de ellos: 11.500 familias recibieron en sus casas a alguno de los 600 misioneros que se han suscitado durante la misión diocesana de Osma-Soria, clausurada este domingo. Además, en muchas casas se han celebrado catequesis para pequeños grupos.

La Misa de clausura se celebró en las Plazas de San Esteban y del Olivo, y estuvo presidida por monseñor Renzo Fratini, Nuncio de Su Santidad en España. «La Misión diocesana -explicó- subraya lo esencial: que nuestra vida se centra en el encuentro con Jesucristo; un encuentro que cambia, rejuvenece, ilusiona y alegra profundamente el corazón. El anuncio es una necesidad que comienza en un encuentro transformante con el mismo Señor, cuyo conocimiento impulsa, ilumina y perfecciona el Espíritu Santo con su acción». También pidió que esta Misión dé como fruto un mayor compromiso diocesano: «Cada parroquia, cada comunidad religiosa, cada movimiento debe ser una misión. Cada uno de vosotros, un misionero».

40 escuelas de evangelización

La misión diocesana ha tenido como lema Despertar a la fe. Comenzó en el curso 2011-2012, y siempre ha estado acompañada por momentos de oración. Tras los preparativos necesarios, fue inaugurada oficialmente el 24 de junio de 2012 en la Plaza Mayor de Soria. Durante el segundo año -curso 2012-2013-, la principal actividad fue las visitas por las casas, realizadas por unos 600 laicos, que previamente se habían formado en 40 escuelas de evangelización puestas en marcha en las parroquias y zonas pastorales.

En cada casa, se hacían dos visitas. Durante la primera, además de establecer un primer contacto, se dejaban dos cuestionarios, uno dirigido a la familia en su conjunto, y otro para los jóvenes. Se repartieron 23.000 ejemplares. Estos cuestionarios, si se habían rellenado, se recogían en una segunda visita. Esto ocurrió aproximadamente en uno de cada cinco casos. Además, en cada casa se dejaba un marcapáginas con información sobre los servicios que ofrece la diócesis.

Presentación pública de la fe

Este último año ha estado marcado por la peregrinación de la Cruz y el icono de María, Estrella de la nueva evangelización, por todos los arciprestazgos. Además, se prepararon tres catequesis, para que los laicos las impartieran en reuniones domésticas. El 17 de mayo, más de 700 fieles y decenas de sacerdotes y religiosos participaron en una gran Asamblea diocesana.

El último gran acto de la misión fue la Semana Tiempo de… Siguiendo la lectura del libro del Eclesiastés -«Hay un tiempo para todo cuanto ocurre: un tiempo de nacer, y un tiempo de morir, un tiempo de plantar, y un tiempo de arrancar…»-, se buscaba presentar públicamente la fe católica a través de múltiples actividades repartidas por toda la ciudad, como la oración, el dibujo, la lectura, el compartir…

Tentaciones ante el secularismo

El Nuncio enmarcó la clausura de la misión en el contexto de Pentecostés: «Los apóstoles, primeros predicadores del Evangelio, difundieron la Palabra de Dios sobrepasando dificultades y barreras». Y añadió que «seguir a Cristo conlleva entrar de lleno en la misión de la Iglesia que necesariamente está en medio del mundo».

El compromiso personal y comunitario «se encuentra con frecuencia, a la hora de actuar, entre el vacío espiritual del secularismo y las inevitables tensiones de las frustraciones sociales». En esta situación, existen dos tentaciones: «la radicalización en lo secular, y otra, más espiritualista, que conduce al intimismo.

Ambos planteamientos son dispares en la práctica pero coincidentes en el ego». Posturas así «alejan de la Verdad de Dios, contradicen la unidad, la cual nos lleva también a testimoniar y vivir la fe en el ámbito público».

No huir de las luchas del mundo

En cambio, «la misión de la Iglesia en el mundo se lleva a cabo en ese equilibrio: ni sólo primacía de lo personalista ante las inevitables tensiones sociales en búsqueda de mayores seguridades, huyendo hacia dentro, ni la mera planificación de métodos y estrategias».

Un miembro de la Iglesia debe «arrostrar las dificultades. Como soldado de Cristo, no huye en las luchas de los asuntos del mundo, especialmente de aquellos en los que se juega la construcción del Reino de Dios». Para ello, «cada día debemos empeñarnos por conocer, amar y suplicar al Espíritu Santo y, conscientes de que somos pobres, débiles, atribulados, inclinados al mal, impetrar los siete dones que Él infunde y regala».