Papa Francisco: «Todos tenemos la misma sangre» - Alfa y Omega

Papa Francisco: «Todos tenemos la misma sangre»

«¿Quién vende armas a esta gente para hacer la guerra?», preguntó el Papa, visiblemente enfadado, durante su encuentro con refugiados de Siria e Irak. Francisco pidió a la comunidad internacional que no deje sola a Jordania en la acogida a los refugiados. Además, subrayó que la paz no es sólo un cometido de los líderes políticos. La paz se construye a partir de muchos pequeños gestos, «artesanalmente», y sólo «se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano»

Redacción

Tras celebrar la Misa en el Estadio Internacional de Amán, el Papa recorrió en automóvil los cincuenta kilómetros que lo separaban de la región de Betania ante el Jordán, que fue el centro de la actividad de san Juan Bautista y escenario de la vida de Jesús. Betania está todavía sepulta y su localización precisa permanece desconocida. Quizá se encuentre a 200 metros de la colina del profeta Elías donde todavía no se han efectuado excavaciones arqueológicas. La zona es llamada Wadi Al Kharrar (Valle melodioso) por el sonido de las aguas del Jordán. La localidad se encuentra a 350 metros bajo el nivel del Mediterráneo, a pocos kilómetros del punto donde el río se ensancha y desemboca en el Mar Muerto, el mar de sal del Antiguo Testamento y el Mar de Lot de los manuscritos árabes.

A su llegada el Papa fue acogido por el Rey Abdullah II que lo esperaba en el ábside de Iglesia latina de Betania ante el Jordán y desde allí se dirigió al lugar del Bautismo, prosiguiendo hasta la orilla del río Jordán para rezar unos minutos en silencio y bendecir el agua. Después, entró en el templo donde se había improvisado una sacristía privada. La iglesia está todavía en construcción y su primera piedra fue bendecida por Benedicto XVI durante su visita al lugar del Bautismo el 10 de mayo de 2009.

En la iglesia esperaban al Santo Padre unas 600 personas, entre refugiados y jóvenes discapacitados a los que el Papa manifestó en primer lugar su interés por encontrarlos ya que, «a causa de sangrientos conflictos, han tenido que abandonar sus casas y su Patria y han encontrado refugio en la acogedora tierra de Jordania; y al mismo tiempo, con ustedes, queridos jóvenes, que experimentan el peso de alguna limitación física».

«El lugar en que nos encontramos -continuó- nos recuerda el bautismo de Jesús. Viniendo aquí, al Jordán, para ser bautizado por Juan, se mostró humilde, compartiendo la condición humana: se rebajó haciéndose igual a nosotros y con su amor nos restituyó la dignidad y nos dio la salvación. Nos sorprende siempre esta humildad de Cristo, cómo se abaja ante las heridas humanas para curarlas… Y, por nuestra parte, nos sentimos profundamente afectados por los dramas y las heridas de nuestro tiempo, especialmente por las que son fruto de los conflictos todavía abiertos en Oriente Medio. Pienso, en primer lugar, en la amada Siria, lacerada por una lucha fratricida que dura ya tres años y que ha cosechado innumerables víctimas, obligando a millones de personas a convertirse en refugiados y a exiliarse en otros países».

«¡Todos queremos la paz! -exclamó- Pero, viendo este drama de la guerra, viendo estas heridas, viendo tanta gente que ha dejado su patria, que se ha visto obligada a marcharse, me pregunto: ¿quién vende armas a esta gente para hacer la guerra? He aquí la raíz del mal. El odio y la codicia del dinero en la fabricación y en la venta de las armas. Esto nos debe hacer pensar en quién está detrás, el que da a todos aquellos que se encuentran en conflicto las armas para continuar el conflicto. Pensemos, y desde nuestro corazón digamos también una palabra para esta pobre gente criminal, para que se convierta».

Francisco dio las gracias a las Autoridades y al Pueblo de Jordania por «la generosa acogida de un número elevadísimo de refugiados provenientes de Siria y de Iraq» y extendió su agradecimiento «a todos aquellos que les prestan asistencia y solidaridad. Pienso también en la obra de caridad que desarrollan instituciones de la Iglesia como Caritas Jordania y otras que, asistiendo a los necesitados sin distinción de credo religioso, pertenencia étnica o ideológica, manifiestan el esplendor del rostro caritativo de Jesús que es misericordioso. Que Dios omnipotente y clemente los bendiga a todos ustedes y todos sus esfuerzos por aliviar los sufrimientos causados por la guerra».

«Me dirijo a la comunidad internacional -exclamó- para que no deje sola a Jordania, tan acogedora y valerosa ante la emergencia humanitaria que se ha creado con la llegada de un número tan elevado de refugiados, sino que continúe e incremente su apoyo y ayuda. Renuevo mi vehemente llamamiento a la paz en Siria. Que cese la violencia y se respete el derecho humanitario, garantizando la necesaria asistencia a la población que sufre. Que nadie se empeñe en que las armas solucionen los problemas y todos vuelvan a la senda de las negociaciones. La solución, de hecho, sólo puede venir del diálogo y de la moderación, de la compasión por quien sufre, de la búsqueda de una solución política y del sentido de la responsabilidad hacia los hermanos».

El Papa pidió a continuación a los jóvenes que su unieran a su oración por la paz. «Pueden hacerlo ofreciendo a Dios sus afanes cotidianos, y así su oración será particularmente valiosa y eficaz. Les animo a colaborar, con su esfuerzo y sensibilidad, en la construcción de una sociedad respetuosa de los más débiles, de los enfermos, de los niños, de los ancianos. A pesar de las dificultades de la vida, sean signo de esperanza. Ustedes están en el corazón de Dios y en mis oraciones, y les agradezco su calurosa , y alegre y numerosa presencia».

«Al final de este encuentro -concluyó- renuevo mi deseo de que prevalezca la razón y la moderación y, con la ayuda de la comunidad internacional, Siria reencuentre el camino de la paz. Dios convierta a los violentos. Dios convierta a aquellos que tienen proyectos de guerra,Dios convierta a los que fabrican y venden las armas y fortalezca los corazones y las mentes de los agentes de paz y los recompense con sus bendiciones».

«La paz se construye artesanalmente»

«¡Cuánta necesidad tiene el mundo de nosotros como mensajeros de paz, como testigos de paz! ¡Es una necesidad que tiene el mundo!», había dicho el Papa pocas horas antes, durante la Misa en Amán. «También el mundo nos pide hacer esto: llevar la paz, testimoniar la paz. La paz no se puede comprar, no se vende. La paz es un don que hemos de buscar con paciencia y construir artesanalmente mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana. El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano; si no olvidamos que tenemos un único Padre en el cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza».

«Es necesario -enfatizó el Papa- realizar gestos de humildad, de fraternidad, de perdón, de reconciliación. Estos gestos son premisa y condición para una paz auténtica, sólida y duradera. Pidamos al Padre que nos unja para que seamos plenamente hijos suyos, cada vez más conformados con Cristo, para sentirnos todos hermanos y así alejar de nosotros rencores y divisiones, y poder amarnos fraternamente».