Giuseppe Verdi, un ateo inquieto que buscaba a Dios - Alfa y Omega

Giuseppe Verdi, un ateo inquieto que buscaba a Dios

Va Pensiero y la Forza del destino: las dos óperas en las que el compositor dialoga con Él

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Foto: ABC

¿Es posible hablar de religión y fe, relacionándolo con un hombre como Giuseppe Verdi, considerado por todos, sino ateo, al menos muy tibio con respecto a la Iglesia y la devoción? La respuesta es como demuestra Egidio Bandini en Il Sussidiario (22 agosto) analizando algunas de las obras maestras de Verdi.

El compositor habría escuchado fuertemente la llamada a la fe «al ponerse en gracia de Dios», como él mismo escribía, a lo mejor con un sencillo signo de la cruz, o más a menudo, dando voz y armonía a las más bellas obras.

La fe y el Va Pensiero

Hablando de la relación de Giuseppe Verdi con la fe y la religión, se llega, enseguida, para comprender como, por el Maestro, se haya tratado verdaderamente de «una falta de la que tenía llena el corazón» y para explicarlo mejor, evidencia Bandini; es el mismo Verdi, a través de su coro más famoso: el Va pensiero.

La nostalgia conmovedora que sienten los judíos en el exilio es algo muy personal, íntimo, que Verdi destaca, anima con su música más bella, más emocionante, más conmovedora. Es la nostalgia por lo que había irremediablemente perdido: la mujer, los hijos, el calor de la familia y, por todo esto, la fe.

La Providencia Divina

En el Va pensiero el Maestro canta el dolor de la distancia, el deseo de la vuelta, la búsqueda de lo que falta: pero es consciente de que a sus seres queridos no los volverá a tener más, pero si entiende que podrá recuperar el consuelo de la fe, el abandono a la Providencia, la gracia de Dios. De aquí, del Nabucco, que puede considerarse la primera obra verdaderamente verdiana, es la consecución de esta búsqueda, traducida en una música inolvidable: a veces trabajosa como en Rigoletto, a veces tormentosa como en Traviata, hasta ese himno al Señor solemne y potente de Aida.

La búsqueda religiosa

Ya el papa Benedicto XVI afrontó el tema de la fe en Verdi.

Ratzinger decía que Verdi, a causa del clima anticlerical del Renacimiento y de las tragedias familiares que le golpearon, con la prematura muerte de su primera mujer y de sus dos hijos, pasó de la fe a un ateísmo inquieto, nunca lejos de la búsqueda religiosa.

«En sus obras, afirmaba el pontífice, llama la atención siempre cómo supo tomar y transformar musicalmente las situaciones de la vida, sobre todo los dramas del alma humana, de una forma tan inmediata, incisiva y esencial, que raramente se encuentra en el panorama musical». «Es un destino siempre trágico, continúa el Papa, el de los personajes verdianos del que no pueden escapar los protagonistas de la Fuerza del Destino».

El enfrentamiento con Dios

Todos los temas se convierten en ocasión para Verdi para meditar sobre la imposibilidad de huir del destino. Pero naturalmente, comenta Benedicto XVI, «afrontando el tema del destino, Verdi se encuentra cara a cara con el tema religioso, con Dios, con la fe, con la Iglesia, y emerge de nuevo el ánimo de este músico, su inquietud, su búsqueda religiosa».

Vemos aquí como el ateísmo del Verdi ya maduro está efectivamente lleno de dudas y de intereses por la religión. En La Fuerza del Destino, observa el Papa, «no solo una de las arias más famosas, La Virgen de los Ángeles, es una especial oración, pero nos encontramos con dos historias de conversión y acercamiento a Dios: la de Leonora, que reconoce dramáticamente sus culpas y decide retirarse a una vida ermitaña, y la de don Álvaro, que lucha entre el mundo y una vida en soledad con Dios».

Gelsomino del Guercio / Aleteia